(Se pueden leer los capítulos anteriores aquí y aquí.)
Rosa está sentada en el sofá, con una mano sostiene el móvil con el que habla con el centro de salud y la otra la tiene atada a la mesa del salón.
ROSA.- Nada, cosas mías… Pero, sí, estoy bien relativamente… Pues relativamente… Que sueño unas cosas muy raras… No, fiebre no… Pues llamo porque lo han dicho en la tele, que hay que llamar al centro de salud si pasa algo… Claro… Que no, que fiebre no tengo. Ni tos. Solo me duele la cabeza de vez en cuando… Pero tengo unos sueños muy raros… Muy raros… De noche y de día… Porque me quedo dormida en el sofá. Es que estoy atada a la mesita baja del salón, frente a la tele… ¡No, no es eso…! Qué va, si a mi marido le tengo encerrado en el armario de la habitación pasando la cuarentena. Ni un libro le he dado… Es mi hijo, el que me ha atado es mi hijo… No, no hace falta la policía. Si es que mi hijo quiere cocinar, y no le voy a quitar la ilusión, porque antes de la pandemia, nunca se le había ocurrido lo de cocinar… Por eso me ata, para que no me acerque a la cocina… Que no, que no llame a nadie, que no pasa nada… Si me tiene atada con una cuerdecita de esas de atar los pasteles… Si doy un tirón y la rompo… No se preocupe… Mire, lo que pasa es que tengo sueños raros… Sí, por ejemplo, hoy he soñado con una noria… Calle que no me deja hablar… He soñado que mientras todo el mundo se encerraba en sus casas, en mi ciudad se construía una noria gigante, y entonces en las noticias no salía nada sobe el coronavirus porque lo único que salía era lo de la noria, y entonces pues era una noria que construyeron muy rápidamente, como el hospital de China, y entonces para inaugurarla pues se fueron subiendo los políticos uno a uno en la noria, los de todos los partidos, los de partidos pequeños y los de partidos grandes, y según se iban montando en la noria, Díaz Ayuso les repartía mascarillas que sacaba de sus aviones que acababan de aparecer (es que los había puesto en la nevera detrás de los briks de leche de cactus y por eso no los encontraba), y luego ella también se montaba y entonces, cuando un cangilón (dice mi hijo, que es universitario, que se llaman así) llegaba arriba del todo, pues le entraba a los políticos un virus llamado moratoria y que solo se contagia a cierta altura y se peleaban entre ellos y entonces unos a otros se iban empujando y se caían todos y se espachurraban sobre el asfalto y así con todos los cangilones y así con todos los políticos y entonces llegaba la policía y les ponía multa a los espachurrados porque sus partidos políticos no les habían dado una autorización para estar en la vía pública y por el decreto no-sé-cuantitos, sin autorización, había multa, pero como eran políticos espachurrados en acto de servicio, no pagaban la multa, y entonces llegaba Díaz Ayuso que se había subido sola en el último cangilón y no tenía a nadie a quien tirar ni quien la tirara, y decía que eso ya lo había advertido ella, que con lo de la noria iba a haber muchos espachurrados y que nadie le había hecho caso, y entonces sacaba el móvil y se ponía la canción de Resistiré y se ponía a bailar una coreografía que decía que estaba improvisada pero no se lo creía nadie, mientras que de sus aviones no dejaban de salir mascarillas y mascarillas, que iban haciéndole los coros, detrás de ella, como cuando el ratón Mickey en Fantasía encanta a las escobas y las escobas se mueven al ritmo de la música y entonces fue cuando me despertó mi hijo, diciéndome que se iba a la compra… No… No sé qué pasó después… Que me despertó mi hijo… ¿Ya está? ¿Paracetamol? Pero si eso ya me lo tomo… ¿Entonces para qué vale que la llame? Pues es grave, lo de soñar cosas así creo yo que es grave… ¿Eh? ¿Cómo? No, no le estoy tomando el pelo… ¿Me ha colgado? (Deja el teléfono sobre la mesa y da volumen a la tele.) Me ha colgado… ¡Luis! ¡Luis! ¡Ven aquí ahora mismo!
JULIÁN (desde lejos, desde su armario).- Luis no te va a oír, está estudiando con los cascos puestos. Si quieres voy yo.
ROSA (gritando para que su marido escuche desde el armario).- El que faltaba.
JULIÁN.- Si me abres la puerta voy yo. Estoy harto de estar aquí metido. Y estoy harto de hacerte caso. ¿No ves que no toso? No tengo virus, ¿me dejas salir?
ROSA.- No.
JULIÁN.- ¿Cuándo voy a salir?
ROSA.- Cuando yo lo diga.
JULIÁN.- ¿Al menos puedes venir a traerme un café? ¿O un libro? ¿O pilas para la linterna? Y otra almohada, necesito otra almohada.
ROSA.- Ya tienes una.
JULIÁN.- Ya, pero las paredes del armario están muy duras y a la hora de dormir…
ROSA- Que yo sepa, ningún autónomo se ha muerto por estar metido en un armario con una sola almohada. Son muy resistentes los autónomos.
JULIÁN.- ¿A cuántos autónomos has visto tú metidos en un armario?
ROSA.- ¡Julián, a ver si te crees que voy por ahí por las casas de este planeta abriendo armarios para ver si hay algún autónomo! ¡Como si no tuviera nada que hacer aquí en casa!
JULIÁN.- ¿Al menos puedes venir a vaciar el orinal?
ROSA.- No me acerco a la habitación ni loca.
JULIÁN.- ¿Ni loca?
ROSA.- ¿Qué insinúas?
Continuará
@nico_guau
Chupi Llorente y Santiago Antón han grabado este capítulo de Cosas mías; lo podéis escuchar aquí: