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Mientras tantoCosas mías XIII - ¿Deprimida?

Cosas mías XIII – ¿Deprimida?


foca

(Se pueden leer los capítulos anteriores aquí y aquí.)

Rosa está tirada en el sofá abanicándose con la portada que acaba de arrancar de un libro. El resto del libro está sobre la mesa, al lado del móvil, del teléfono fijo, del mando de la televisión y un portátil.

ROSA.- ¿Ser o no ser? ¿Qué nos deparará el invierno aquí? ¡Mi reino por un caballo! Ah, ¿no es cierto, ángel de amor…? ¿Qué es la vida? Una ilusión. Más, ¡ay de ti si te pasas! Si te pasas, es peor. Si nos pinchan, ¿no sangramos? Amor, no te llame amor el que no te corresponde. Hay que trabajar, hay que trabajar, hay que trabajar.

LUIS (entrando en el salón).- Mamá, ¿te pasa algo?

ROSA.- A mí no, ¿y a ti?

JULIÁN (entrando en el salón).- ¿Qué sucede?

ROSA.- Uy, el apestado ese no puede entrar aquí. Hijo, dile que se vaya.

JULIÁN.- No me gusta que me llames así.

ROSA.- ¿Qué dice ese señor tan feo que está en el quicio de la puerta?

LUIS.- Mamá, un respeto, que ese señor tan feo que está en el quicio de la puerta es mi padre.

ROSA.- Bueno, ¿estás seguro de eso, hijo? Soy yo la que tendré que decirlo, ¿no?

JULIÁN.- Oye, pero…

LUIS.- Pero si soy igualito a ese señor tan feo que está en el quicio de la puerta, ¡claro que es mi padre!

JULIÁN.- ¡Pero que yo no soy ningún señor!

ROSA.- ¿Entonces qué eres? ¿Una damisela en apuros?

JULIÁN.- Bueno, a ver, claro que soy un señor… Quiero decir… Me estáis liando… A ver, soy un señor, pero no soy «ese señor tan feo que está en el quicio de la puerta» del que habláis con tanto desprecio… En fin…

ROSA.- Pues yo no veo otro más feo que tú en el quicio de la puerta. Y, ¿con «tanto desprecio»? No, no confundas el desprecio con la objetividad, apestado mío.

JULIÁN.- Muy bien, Rosa… Y, por cierto, poner en duda si Luis es mi hijo o no, como has hecho antes, no habla muy bien de ti.

ROSA.- A mí el cagalino ese que no me insulte, Luis. Llévatelo de aquí, que estoy en cuarentena y me ha dicho la doctora que no escuche tonterías que luego tengo sueños extraños.

JULIÁN.- ¿Pero qué haces ahí tirada abanicándote? Si no hace calor.

ROSA.- Me estoy aplanando la curva yo solita.

JULIÁN.- ¿Qué dices? No hagas bromas con eso, es muy serio.

ROSA.- ¿Has cobrado ya la ayuda de los autónomos?

JULIÁN.- Aún no sé nada.

ROSA.- Hasta para cobrar ayudas eres un inútil.

LUIS.- ¡Bueno, ya está bien, los dos!

ROSA.- Vale, ya está bien, pero que no se me acerque.

LUIS.- Mamá…

ROSA.- ¿Qué pasa? ¿Por qué me miráis así?

LUIS.- ¿Qué libro te has cargado ahora?

ROSA.- ¿Y a ti qué te importa? Era mío.

LUIS (se acerca al libro sin portada que está sobre la mesa).- ¿Qué es?

ROSA (impidiéndoselo).- Eh, ¿qué te crees que haces? ¡Lávate las manos antes de tocar mis cosas!

LUIS (retrocediendo).- ¿Qué libro has roto?

ROSA.- Uno viejo que había en la estantería. He estado haciendo limpieza.

LUIS.- Los libros no se rompen.

ROSA.- Es que tenía una cubierta ideal para abanicarse.

LUIS.- Mamá, ¿quieres que llamemos a un psicólogo y hablas con él?

ROSA.- ¿Qué tengo yo que hablar con un psicólogo?

JULIÁN.- Te está afectando seriamente estar aquí encerrada.

ROSA.- ¿Y a ti no? ¿Tú te has mirado al espejo, Julián? Porque te tendrías que plantear seriamente empezar a aplanarte la curva.

JULIÁN.- Rosa, estás deprimida o algo y Luis y yo creemos que un psicólogo puede ayudarte…

ROSA.- Vete al carajo… ¿Deprimida? ¿Yo? Si me lo paso divinamente. En lo que va de mañana me he visto tres series, he escrito ordinarieces en grupos de WhatsApp, he llamado a tu hermana para decirle que te estás poniendo orondo y he colgado enseguida antes de que me dijera cualquier chorrada de las suyas, he contestado a 137 correos, he leído en Internet unas cuantas obras de teatro y me he aprendido las frases más célebres, he limpiado las estanterías, he meado en la terraza y he mojado con mi pis las plantas del que me tiró el huevo el otro día

JULIÁN.- Ya, claro… Todo muy normal…

ROSA.- Solo he hecho cosas normales de confinada. No tengo nada extraño que contarle a un psicólogo.

JULIÁN.- ¿Y por qué rompes los libros?

ROSA.- Es una mierda de libro… Mira… (Lo coge en la mano y se lo enseña.) Vida sexual de nuestros días. Publicado en 1977. En cinco volúmenes y con fotos. ¿Qué se sabía en 1977 de la vida sexual? ¿Y encima «de nuestros días»?

JULIÁN.- Bueno, Rosa, ¿qué pasa? ¿Que el sexo se inventó cuando tú te inauguraste con tu compañero de facultad en un seiscientos?

ROSA.- ¿Y eso ahora por qué lo sacas a relucir? ¿Quieres que hable yo de cuando dejaste embarazada a…?

LUIS.- ¿Uy, qué vergüenza? No pienso escuchar estas cosas… Me marcho… (Sale.)

ROSA.- ¿A dónde vas? ¿Qué te crees, que naciste de las palomas? Ah, por cierto, Luis que no te he dicho que acaba de pasar una foca por el salón, aplaudiendo con las aletas, para que luego digan que son falsas esas imágenes de animales sueltos por las ciudades… Una foca, que la he visto yo con estos ojitos…

Continuará.

@nico_guau

Chupi Llorente y Santiago Antón han grabado este capítulo de Cosas mías; lo podéis escuchar aquí:

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