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Mientras tantoBandera mohína

Bandera mohína


Caballeros y caballeras, Larras y Laras:

Hay personas que hacen largas colas para hacer grandes compras de ropa (en fase uno) a dos calles de la plaza de Colón de Madrid.

Hay muchas personas que hablarán, escribirán de ellas, diciendo cosas.

Hay personas que hacen muchos trucos de BMX flatland, giros subido en los pegs, el cuadro, el manillar, en un sin fin de combinaciones, procurando no tocar el suelo con los pies, en la plaza de Colón, bajo la bandera.

Hay pocas personas que hablarán o sabrán de ellas, las siglas be, eme y equis.

De los intentos de Ángel de sacarse por fin el Footjam Tailwhip. Ángel, el acróbata de la bici con cuatro palos en las dos ruedas de la plaza de Cristóbal.

Hay también muy pocas personas que escribirán sobre esa gente que va por el mundo buscando surfear olas.

Hay personas que a una calle de la plaza de Colón estudian libros del siglo XVII.

¿Quién sabe qué es Estebanillo González?

¿Quién sabe qué es Amancio Ortega?

¿Quién sabe qué es Laird Hamilton?

¿Quién qué el hydrofoil?

Hay personas que hacen una fotografía (en fase uno, capital, horario no permitido) a una bandera de colores caída y la ven mohína.

Que está triste, melancólica, disgustada.

O según la acepción número cuatro de la RAE: mohína rabilarga: pajarita que abunda en los encinares de España y cuyas costumbres son muy parecidas a las de la urraca.

Al final otras ven que de un cactus de hojas surferas sale una especie de espárrago gigante con palos.


Español del siglo XIX, Larra se dirige siempre a sus compatriotas: la realidad de España no le gusta y la describe crudamente, para transformarla:

que no halló otra escapatoria que la muerte.

El furgón de cola, Juan G.


Al contrario de la política –forzosamente más directa, más de circunstancias– el arte actúa de modo profundo sobre la conciencia del hombre. La obra literaria, por ejemplo, amplía y generaliza nuestra experiencia, enriquece nuestra visión del mundo, ilumina nuestro pasado, o futuro: aceptando la posibilidad del error generoso y la equivocación fructífera.

J. Goytisolo

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