Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿julio? ¿septiembre?… ) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…
¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Bueno, me gustaría empezar reconociendo que no sé si comparto demasiado el concepto de “anterior era teatral”. Creo que podrá cambiar su entorno, el contexto, pero el teatro seguirá siendo teatro, entonces y ahora, siempre que se den las condiciones mínimas para que se produzca el hecho teatral. No es la primera pandemia que soporta, y el teatro siempre ha estado ahí, necesario e imbatible. Creo que una manera de vencer la situación que atravesamos, es no nombrar este impasse como una derrota.
En cuanto a las anécdotas, trabajando con La Estampida, es difícil quedarse con una, vivimos en una anécdota constante… Sí recuerdo con mucho cariño desearle suerte a Alicia y Belén quince minutos antes de que entrara el público al estreno de Las princesas del Pacífico, en la Kubik. Las abracé, nos abrazamos, y bajé las escaleras del camerino como pude. Ellas estaban tan llenas de fe en su trabajo, tan kamikazes, tan auténticas, tan feas… que pensé: “Esto, o encanta o no levantamos cabeza en lo que nos queda de vida. Y ya no hay vuelta atrás”. Fernando Sánchez-Cabezudo me preguntó que cómo estaba. No pude hablar, también nos abrazamos. Me dio un ataque de risa que sólo se aplacó al ver al público a través del cristal de la sala. La suerte estaba echada.
¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
Me quedo, entre muchas otras, con Las canciones de Pablo Messiez y Yerma 2019 dirigida por Juan Pastor.
Las canciones me pareció una auténtica explosión lingüística. Me desarmó la entrega de sus actores y el juego con el tiempo, el arrojo de la dirección en su exploración de los límites y su capacidad de empatía con el público.
Yerma 2019 supuso asistir al reencuentro de compañeros muy queridos sobre las tablas y una luminosa despedida del Teatro Guindalera. Imposible para mí no emocionarme con esta función dirigida por Juan Pastor, al que siempre tengo como referente en mi trabajo.
¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
Lo último que vi esta temporada fue La tuerta, escrita y dirigida por Jorge Usón e interpretada por María Jáimez. Fue a mediados de febrero en el Teatro del Mercado de Zaragoza. Rescato la valentía de su lenguaje a todos los niveles y la creación de un mundo único y particular. Me encanta este tipo de teatro en el que la poesía se apodera de las coordenadas teatrales, poniéndolas y poniéndonos a prueba.
Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…
Esta es la llave del “caramarote” de nuestras queridas princesas. Ahora la tengo yo, pero va rotando por nuestras casas, pasando un tiempo con cada uno de nosotros. Creo que esta llave abrió la puerta de este maravilloso viaje que está siendo La Estampida y que, sin ella y sin ellos, mi relación con el teatro no sería la misma.
(Jose Troncoso, director y actor)