La tienda de Joe el Fumado está justo al borde de Texas Avenue, la carretera principal que une las ciudades tejanas de Bryan y College Station, un área metropolitana de unas 200.000 personas con una cuarta parte de estudiantes universitarios. El llamativo edificio tiene el techo pintado de verde, ventanas moradas y paredes beige con el nombre del establecimiento y las palabras “DON’T BE SCARED”. Como cabía esperar, dentro venden pipas de agua, ceniceros, papel de fumar y diferentes accesorios con la cara de Bob Marley o Jimi Hendrix. Sobre los mostradores hay carteles que advierten “cualquier mención a sustancias ilegales invalidará la transacción”, pero ¿acaso no es la tienda una mención en sí misma?
Una pareja de estudiantes, chico y chica, entran de la mano al establecimiento. Detrás del mostrador, un empleado con un bigote a lo Lee Hazlewood está sacando pipas de cristal de una caja. En el estante superior del mostrador, el más visible por la clientela, hay bolsitas herméticas. La mayoría llevan una etiqueta de Spice o K2. De esta última hay diferentes variedades: Standard, Blonde, Summit o Melon, en su versión original.
—¿Tenéis King Krypto?”, -pregunta el estudiante.
—No lo trabajamos aquí”, -responde el empleado-, y no lo encontrarás en ningún sitio de la ciudad.
La pareja se decide entonces por una bolsa de K2 Summit, precio 40 dólares. El empleado no les pide identificación alguna, lo que resulta impactante por dos motivos. Primero, porque en Texas exigen la identificación hasta a los matrimonios que piden vino en un restaurante para celebrar sus bodas de plata. Y segundo, porque la sustancia que acaban de comprar es ilegal en Kansas, Kentucky, Iowa, Alabama y Missouri, y pronto lo será también en Georgia, Mississippi, Tennessee, Lousiana, Michigan, Minessota e Illinois. Pero en los otros 38 estados aún es legal, o dicho con más precisión, no está regulada. Pregunto a la pareja qué era eso que habían pedido, ya sabéis, eso que os dijeron que no tenían.
—¿King Krypto? Es lo más parecido a la…, -dice el chico dejando la frase sin terminar, probablemente a causa del cartel.
—Lo venden en Florida, -añade la chica.
La etiqueta de la bolsa de K2 Summit dice contener “una mezcla patentada de hierbas y extractos incluyendo: Canavalia roses, Nolumbo nucifera y Ledum paiustre” y luego, en mayúsculas, “NO PARA CONSUMO HUMANO”. Más abajo: “Sólo para uso en aromaterapia” y finalmente, que el producto está manufacturado en Perú. Ni una mención al fabricante ni un código de barras.
Kansas fue el primer estado en prohibir esta droga, el otoño pasado. En ciudades como Lawrence, sede de la Universidad de Kansas, el consumo de K2 o Spice se popularizó entre los estudiantes como sustituto de la marihuana. Al igual que ocurre con Kleenex, Tipp-Ex o Velcro, las marcas más populares, K2 y Spice, se han convertido en el nombre genérico de esta sustancia. Es curioso cómo funciona a veces el capitalismo. Mientras el King Krypto, el K2 y el Spice se asientan en algunos estados, California debatirá en noviembre una iniciativa popular para legalizar el consumo recreativo de cannabis. Me pregunto si, de prosperar la iniciativa, los californianos dejarán de utilizar la palabra marihuana y utilizarán nombres comerciales.
Según Jeremy Morris, científico forense de un laboratorio de criminalística en Kansas, una persona bajo la influencia del K2 “se parece mucho a alguien que haya consumido marihuana, con características como la letargia o los ojos enrojecidos”.
Estudios farmacológicos publicados por la DEA, la Agencia Antidroga de Estados Unidos, mostraban que el K2 reducía la actividad general, producía analgesia, bajaba la temperatura corporal y producía catalepsia en ensayos realizados con ratones. Al contrario de lo que sucede con la marihuana, los efectos y la toxicidad de esta droga sintética no han sido estudiados en humanos.
El principal componente activo del K2 es un cannabinoide de diseño llamado JWH-018. Este componente, cuya única función es incrementar la actividad en los receptores de cannabinoides en el cerebro, se pulveriza sobre la mezcla de hierbas y flores secas. Luego se vende como incienso en estancos y tiendas como la de Joe el Fumado, pero sorpresa: también en sitios de internet como Amazon o eBay.
El empleado de la tienda comenta que la demanda se ha disparado desde finales del año pasado y que la variedad más exitosa en la tienda es precisamente el K2 Summit. “A las chicas también les gusta el de melón”, dice señalando una bolsita. La abre debajo de mi nariz y realmente huele a chicle de melón. Tiene el aspecto de ese musgo artificial que la gente pone en el portal de Belén.
Más potente, menos ilegal
El acrónimo JWH proviene del inventor de la sustancia, John W. Huffman, un químico orgánico que a sus 77 años aún investiga en la Universidad de Clemson, en Carolina del Sur. Huffman lleva en la universidad desde 1960 y trabaja sintetizando análogos del delta-9-tetrahidrocanabinol o THC, principal componente activo de la marihuana. Este estudio, subvencionado con fondos públicos por el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas, (NIDA, en sus siglas en inglés), tiene por objetivo el desarrollo de nuevos fármacos y la exploración de los receptores de cannabinoides en el cerebro y el sistema inmune.
Estos receptores juegan una función importante en nuestro organismo: regulan el apetito, la nausea, el dolor o la inflamación. También están relacionados con el desarrollo de la osteoporosis, enfermedades del hígado y algunos tipos de cáncer. Y por último, son capaces de poner ciegos a los usuarios de la marihuana.
En los últimos años, estos análogos se han convertido, para la industria farmacéutica, en una prometedora alternativa para tratar la nausea, el glaucoma o como estimulantes del apetito. En efecto, son las mismas enfermedades que se tratan con medicamentos derivados del cannabis, pero sin cannabis; esto no sólo conlleva para la industria deshacerse del estigma ético, sino obtener un producto idéntico a precios más competitivos. Sin necesidad de plantarlo, regarlo o fertilizarlo.
Desde 1984, Huffman y su grupo han creado más de 470 análogos, bautizados como JWH-01, JWH-02, JWH-03, etcétera. Los resultados de sus investigaciones han aparecido en publicaciones como Bioorganic & Medical Chemistry, Cancer Research o Nature, lo que da una idea del acervo académico y la reputación de Huffman en este mundillo. También ha recibido distinciones del Instituto Nacional de Salud o la Fundación Nacional para la Ciencia.
“El compuesto que le están añadiendo al incienso fue elaborado en nuestro laboratorio hace 15 años”, declaró Huffman en una entrevista a la cadena ABC. De acuerdo con el químico, el JWH-018 ha triunfado de entre los otros cuatrocientos compuestos por ser a la vez bastante potente y fácil de fabricar.
Mientras el compuesto activo natural de la marihuana incrementa la actividad de los receptores cannabinoides de forma parcial, los JWH sintéticos funcionan como un cigarro encendido sobre un charco de gasolina. Un laboratorio de Frankfurt llamado THC-Pharm realizó los análisis que condujeron a la prohibición del compuesto en Alemania. Christian Steup, uno de los farmacéuticos implicados en el estudio, declaró que el JWH-018 “resultó ser de cuatro a cinco veces más potente que el tetrahydrocannabinol”.
A estas alturas del reportaje, la gran pregunta es cómo llega una fórmula para sintetizar JWH-018 a convertirse en un incienso barra droga accesible para cualquier adolescente. No piensen en conspiraciones, robo de documentos o piratas informáticos. Simplemente, la fórmula siguió el curso natural de cualquier estudio científico.
De la probeta a la pipa de agua
El proyecto de investigación de Huffman estaba financiado con fondos públicos, lo que equivale a que los resultados también han de ser públicos. La chispa que lo desencadenó todo surgió de un artículo de diez páginas, titulado Structure-Activity Relationships of Indole- and Pyrrole-Derived Cannabinoids y enterrado en mitad de un ejemplar de 1998 del Journal of Pharmacology & Experimental Therapeutics.
El artículo no era ni mucho menos una receta de cocina: estructuras moleculares, metiles metilados, cadenas de carbono, ratas y anillos naftalenos. Como buen artículo de ciencia experimental, terminaba advirtiendo que los futuros estudios farmacológicos deberían centrarse en la delimitación de las consecuencias de manipular cannabinoides.
Tras su publicación, la fórmula llegó al dominio público para uso y disfrute de cualquier connaisseur interesado en sintetizar cannabinoides. Siguiendo el recorrido cronológico de la prohibición del K2 y el Spice por parte de las distintas administraciones, ensamblé un esquema mental del itinerario de esta droga.
El análogo número 18 salta primero desde Carolina del Sur a algún punto de Asia y pronto vuela a Europa entrando por Austria, el primer estado miembro en prohibir la sustancia a finales de 2008. Actualmente, Corea del Sur y otros 15 países de la UE han ilegalizado el JWH-018, entre ellos Alemania, Reino Unido, Francia o Italia. ¿Y España? No, España no. De hecho, una empresa llamada DISIAC International, con sede en Pamplona, comercializa esta sustancia a través de internet como químico para investigación. Sea como fuere, tras una desafortunada gira europea, el siguiente paso para el JWH-018 fue regresar a su lugar de nacimiento.
La DEA tiene dos herramientas eficaces en su lucha contra la producción de narcóticos. La primera se llama STRIDE, una base de datos con los análisis realizados en los laboratorios de la DEA a las incautaciones de droga. La segunda es el Sistema Nacional de Laboratorios Forenses o NFLIS, que recoge información de los análisis realizados a nivel local y estatal. Ninguna de estas dos herramientas contiene aún informes del JWH-018. Esto puede significar que la sustancia ha sido sintetizada en un laboratorio de forma ilegal, pero es más plausible que haya sido importada. Manufacturada en Perú, como decía la bolsa que la pareja compró en Joe el Fumado.
La DEA sí ha informado de operaciones recientes en las que se incautaron grandes cantidades de JWH-018, ya procesado en su forma de mezcla herbal o incienso, en Ohio y Florida.
—Lo venden en Florida, -añade la chica.
Pese a la impunidad con que la droga pasa de unas manos a otras, las autoridades sanitarias son conscientes de la existencia del K2 y están preocupadas por el auge de su consumo entre adolescentes. Pese a tener un efecto similar, la mayor potencia del K2 conlleva para el consumidor efectos secundarios no habituales en la marihuana: vómitos, taquicardias y ataques de ansiedad entre ellos. Anthony Scalzo, profesor de toxicología en la Universidad de St. Louis, Missouri y director del centro de envenenamiento del hospital infantil Cardinal Glennon, declaró a la agencia AP haber visto recientemente “más de treinta casos de gente joven, entre 14 y 21 años, entrar en urgencias con frecuencias cardiacas de entre 125 y 140 latidos por minuto y la presión sanguínea a 160 sobre 110 después de fumar dosis altas de K2”.
Los expertos no están seguros a la hora de vaticinar si el K2 puede causar una sobredosis. Para Huffman, esto es improbable dada su similitud con el principio activo de la marihuana. “No se puede tener una sobredosis de THC. Puedes olvidar tu nombre o dónde estás, pero demasiado THC no puede matarte”. En cambio, sí perciben un mayor factor de riesgo en las impurezas que el producto pueda contener, fruto de unos procesos de producción que se antojan semi-clandestinos y tremendamente cutres.
Las discusiones sobre los efectos del K2 se han multiplicado en internet, principalmente en foros sobre química o sobre marihuana. Usuarios sin identificar dicen haber sufrido un mal viaje, otros que el compuesto es carcinógeno y otros que en realidad es anti-carcinógeno. Pero todas estas fuentes tan poco fiables coinciden en una cosa, el K2 no está probado en humanos.
O mejor dicho, no está probado en el sentido científico de realizar ensayos clínicos con análisis de seguimiento, placebos y grupos de control. En el sentido de fumar una pipa de K2 en el pasillo de un colegio mayor y ver qué pasa, esta droga sí parece suficientemente testada.
[TRANSCRIPCIÓN: Fabricar hachís con JWH-018]
12-04-2009, 07:50 h0ppinlowrider dice:
Estoy intentando hacer una versión en hachís de esas mezclas herbales que contienen compuestos de la serie JWH. Tengo dos métodos en mente. Uno es tomar las hierbas del Spice, triturarlas y pulverizar una solución de JWH, luego añadir leche condensada, darle color y hacerlo bloques. Otro método es coger resinas de plantas que ya se venden, disolverlas en un poco de alcohol y luego añadir el JWH, dar color y secar. Quizá usar algo de aceite para aligerarlo y que no esté tan duro.
12-04-2009, 10:11 djsim dice:
Yo tendría cuidado con esos compuestos de investigación. Puedo garantizarte que los empezarán a perseguir bastante pronto.
12-04-2009, 13:48 Coolio dice:
La DEA dice explícitamente en su web que el JWH-018 es una sustancia no controlada. Puedes fumártela delante de un policía y ganar el juicio en el tribunal.
12-04-2009, 13:56 Coolio dice:
Hoppin, estás perdiendo el tiempo intentando usar el JWH-018 en mezclas para fumar, ya sea hachís o falso cannabis. Es un gasto de material increíble en comparación con vaporizarlo en su estado puro. Si no te mola pegarle a esta cosa en una pipa de metanfetamina, la mejor forma de administración es ponerte una pizca debajo de la lengua.
13-04-2009, 18:59 hoppinlowrider dice:
Me parece un método muy fastidioso cuando estás relajándote con tus colegas o de fiesta. Ya tengo mi receta para el producto final bastante avanzada.
14-04-2009, 03:36 Coolio dice:
El JWH-018 nunca va a ser una droga social como lo es el cannabis.
En julio de 2009, la DEA incluyó el JWH-018 en su lista de drogas y químicos preocupantes, lo que equivale a sacarle una tarjeta amarilla. Pese a la amonestación, la agencia antidroga sigue la carrera muy por detrás: “El JWH-018 es un supuesto ingrediente en la mezcla de hierbas ‘Spice’, que puede ser fumada por sus efectos psicoactivos. Ninguna información sobre uso ilícito de JWH-018 en los Estados Unidos ha sido identificada a fecha de hoy”.
También reconocen que la información sobre usuarios dentro del país es también muy limitada: “El consumo de JWH-018 no está monitorizado por ninguna de nuestras encuestas nacionales sobre abuso de drogas”.
La carrera que las autoridades se están perdiendo va, en realidad, en dos direcciones opuestas. Una lleva al medicamento y la otra a la droga. Los buenos y los malos. En la del medicamento, los investigadores siguen encontrando nuevos usos para los análogos. Un estudio de 2007 utilizó algunos de los análogos de Huffman para hallar que la estimulación de los receptores cannabinoides CB2 (localizados en el sistema inmune) mediaba protección contra la isquemia hepática, complicación que puede aparecer tras un transplante de hígado. O al menos, así ocurría en sus ensayos con ratones.
En la dirección de la droga las cosas no van menos rápido. Cuando se derriba la puerta de lo natural para entrar en lo sintético, la estampida es imprevisible. Tras las sucesivas prohibiciones del JWH-018, nuevos análogos han empezado a tomar su lugar, por ejemplo el JWH-073. O el HU-210, un compuesto sintetizado por primera vez en la Universidad de Jerusalén, a finales de los ochenta. Este análogo, cinco veces más potente que la marihuana y con un efecto más duradero, es ilegal en Estados Unidos aunque análisis realizados en 2009 por el Servicio de Protección de Fronteras encontraron HU-210 hasta tres variedades incautadas de Spice.
[TRANSCRIPCIÓN: Fabricar hachís con JHW-018]
19-04-2009, 05:28 h0ppinlowrider dice:
Colega, me he fumado mi Spice casero con unos amigos. También lo hemos usado para cortar la marihuana y hacer los canutos más grandes. Honestamente, preferimos el JWH antes que la hierba. Cogería 20mg de JWH antes que la misma cantidad de la mejor marihuana.
21-04-2009, 18:28 O JMASTA R dice:
Eh h0ppinlowrider, entonces cómo es la receta, qué ingredientes lleva, aparte del 018
12-05-2009, 02:56 Coolio dice:
Vaporizado funciona extremadamente bien. Es como vaporizar metanfetamina.
Un contacto en la universidad de Texas A&M me condujo hasta Linda Wang, una antigua estudiante de su programa de periodismo científico. Linda trabaja ahora para la revista de la American Chemical Society y entrevistó a John W. Huffman a principios de verano.
En la entrevista, Huffman no parecía sorprendido porque alguien esté haciendo negocio con su decimoctavo compuesto. “Siempre va a haber alguien que busque hacer dinero proporcionando placer temporal a la gente”. También era consciente de que estas fórmulas usan probablemente más de un compuesto para dificultar su identificación, aunque “el tándem de la cromatografía de gases y la espectrometría de masas llega bastante lejos” al analizar su composición.
Tras calificar de idiotas a los usuarios de esta sustancia, el químico declaró no tener ningún remordimiento: “Hicimos esto como compuesto de investigación, lo publicamos e hicimos lo que teníamos que hacer […] usar estas sustancias es jugar a la ruleta rusa porque no tenemos datos de toxicidad, no conocemos los metabolitos ni su farmacoquinesis”, es decir, qué sucede desde que el cuerpo absorbe la sustancia hasta que la elimina.
Entonces, señor Huffman, ¿por qué la gente, aún sin datos fiables sobre los posibles daños, compra esta cosa y se la fuma?
Los americanos y las drogas
La experiencia reciente demuestra que una droga inexplorada puede penetrar en una sociedad como la americana, especialmente a partir de dos grupos de jóvenes: universitarios ávidos por experimentar y militares sin nada que perder. Igual que el revival de la marihuana y la aparición del ácido en los años sesenta, una pierna en Woodstock y la otra en Vietnam.
Antes de que la DEA comenzara a controlar el JWH-018 en junio de 2009, a mediados de diciembre de 2008 la U.S. Air Force ya había prohibido a los pilotos de la base aérea de Nellis, en Nevada, el consumo de K2, Spice o compuestos similares.
Los pilotos están obligados a someterse a controles aleatorios de saliva, orina o sangre que detectan la presencia de THC, cocaína, etc. El JWH-018 tiene una estructura molecular diferente que estos controles no detectan. No deja huella. Esto dio un empujoncito más al consumo de la sustancia, no sólo entre militares, sino entre deportistas.
El Centro Nacional para Deportes Libres de Droga, la compañía que realiza los controles antidroga para la NBA, la NFL o la NCAA, anunció en una nota de prensa que los primeros test para detectar JWH-018 estarían disponibles en otoño, coincidiendo con el comienzo de temporada en los campeonatos universitarios.
La razón más obvia para el creciente consumo de esta sustancia es su legalidad. Es especialmente reseñable que la droga haya tenido más prominencia, ergo más casos de intoxicación, en estados del medio-oeste como Kansas o Missouri y en el sureste, en ese grupo de estados conocidos como el Bible Belt: mayoritariamente blancos, conservadores, muy religiosos y bastante punitivos en sus leyes contra la droga. En el aparcamiento de la tienda de Joe el Fumado, justo donde la pareja compró una bolsa de tres gramos de K2, la posesión de la misma cantidad de marihuana está penada con hasta 180 días de cárcel y una multa de hasta 2.000 dólares.
Es paradójico que el consumo de un sustituto de la marihuana se convierta en un problema precisamente donde menos marihuana se fuma.
Estos mismos estados a los que cantaba Woody Guthrie: “Beautiful Texas, Alabama, Kansas, Georgia, Tennessee” ostentan los niveles de consumo de marihuana más bajos del país. Según la última encuesta nacional sobre drogas, mientras en estados del noreste como Massachusetts, Rhode Island o Washington D.C. 16 de cada 100 jóvenes de entre 12 y 17 años han fumado marihuana en el último año, en los estados sureños esta cifra desciende al 9 por ciento.
El consumo de sustitutos sintéticos de marihuana no representa problema alguno en los quince estados donde se permite el consumo de marihuana con receta médica. El uso terapéutico del cannabis está aprobado en 15 estados. De ellos, California, Colorado, Nuevo México, Maine, Rhode Island y Montana son los únicos con establecimientos donde se dispensa medical marijuana.
El ejemplo más representativo es California, con más de 2.000 de estos dispensarios. De acuerdo con el New York Times, la industria de la marihuana medicinal o “cannabusiness” generó en California más de 2.000 millones de dólares y unos cien millones en impuestos para el estado en el año 2008.
Debatir sobre estas las leyes pro-regulación de la soleada California o la ilustrada Costa Este se antoja casi utópico desde Texas o Kansas, con sus vallas publicitarias en las carreteras que dicen “NO COMETAS ADULTERIO” o “CRISTO ES LA RESPUESTA”. Sin embargo, la venta de cannabinoides sintéticos ha encontrado un terreno fértil donde crecer, a la sombra de esas vallas.
El gran interrogante es cuánto dinero está haciendo esta nueva industria con la venta de un compuesto que, según Huffman, no es difícil de fabricar. Y que cuenta además con internet, el gran escaparate para la compra-venta de JWH-018 y productos derivados.
[TRANSCRIPCIÓN: Fabricar hachís con JWH-018]
05-08-2010, 03:55 drws187 dice:
Bueno, he pillado un gramo de JWH-018 puro y encargué en eBay una onza de hierbas para mezclar. Quiero que esta zorra sea bastante potente, ¿puede alguien darme una buena receta? ¿Necesito más o menos hierbas por gramo de JWH? Y también saber cuál es la proporción buena para el JWH con alcohol y acetona al 90%.
12-08-2010, 18:16 Soulfake dice:
Yo pondría 1-2 mg de JWH-018 en 50 mg de hierbas. Voy a intentar hacer hachís herbal con 018, resina de lúpulo y goma arábiga y quizá un poco de glicerina o melaza.
¿Alguien ha probado ese método?
Imaginen que un adolescente un día decide comprar JWH-018 puro a través de internet -como compuesto de investigación o como fertilizante de bonsáis, ejemplos reales- para en realidad mezclarlo con orégano y venderlo a sus compañeros en el instituto. Su plan de negocio magistral comienza con una búsqueda en Google. En la primera página, varios enlaces patrocinados muestran sitios en los que el JWH-018 se vende por entre 8 y 11 dólares el gramo.
Un momento… ¿Enlaces patrocinados?
Tanto Google, como Amazon o eBay se llevan indirectamente una pequeña parte del pastel, unos con los anuncios y otros con cada transacción electrónica relacionada con K2, Spice y productos derivados para su fabricación o consumo.
La red de compra, venta y distribución del K2 a través de internet es compleja. Existe una empresa llamada K2 Incense que presume de haber vendido 40 millones de gramos de K2 desde 2009 y de ser un vendedor de K2 verificado ¿Verificado por quién? La empresa tiene el mismo logo que las bolsas que vendían en Joe el Fumado, e incluye en pequeño las letras TM (marca registrada). La marca K2 está registrada, desde hace años, por K-2 Corporation, una multinacional de esquíes y complementos para esquiar.
Desde K2 Incense advierten que “más del 90 por ciento del K2 que se vende en las tiendas y por internet es una falsificación” de su marca y su producto. Aseguran que, a diferencia de los competidores, su nuevo incienso de segunda generación es legal en todo el mundo, “incluso en Kansas”. Aunque la empresa tiene una sección de prensa en su página web, la única forma de contacto es un formulario electrónico. Ni dirección ni teléfono.
Ante la pregunta de quién es el fabricante del compuesto, la empresa guarda silencio aduciendo una inverosímil cláusula de confidencialidad. “Existe un acuerdo de no divulgación que impide a cualquier Distribuidor Maestro revelar el fabricante del incienso K2”, respondieron en un correo firmado como “el equipo de K2 Incense”. Aunque no formaba parte de mi pregunta, en el correo añadían que “los Distribuidores Maestros se han configurado inicialmente para vender tanto a distribuidores como minoristas, en un esfuerzo por construir un canal de distribución. Hay 12 Distribuidores Maestros en Norte América, Suramérica, Europa, Asia, África y Australia”.
Lo único que parece cierto en toda esta desternillante trama de tintes pseudo-masónicos es que la venta de incienso K2 no está en poder de una o dos compañías, sino en manos de una plétora de minoristas.
Un ejemplo curioso es el de Aus-Tex Auto Parts, un taller de repuestos de automóvil con base en Austin, Texas. La empresa, cien por cien legal, tiene perfiles de compra-venta en eBay y Amazon. En la lista de compras: amplificadores, bloques de distribución para equipos de sonido, juegos de bombillas, ese tipo de cosas. En la de ventas: K2 Blonde y K2 Ultra. En sus anuncios hay una lista de once estados y ocho ciudades de Texas donde no realizan envíos. Según un empleado del taller, identificado como C. Lohman, compran el incienso al por mayor, lo empaquetan ellos mismos en bolsitas de plástico de 3 gramos y las venden por internet a 12,99 dólares.
Aunque éstos abunden, no es un asunto relacionado con la salud lo único preocupante. Está la facilidad para conseguirla. Y está la sensación de que alguien ha encontrado un amplio nicho comercial. Un ejemplo de esto es esa posibilidad, tan amada por los estadounidenses, de poder escoger entre diferentes sabores.
“A las chicas también les gusta el de melón”.
Estos sabores, de acuerdo con Jeremy Morris, el científico forense de Kansas, surgieron para ocultar el “repugnante sabor original” de la mezcla de hierbas, pero ahora se han transformado en tendencia. Mientras la sustancia se escabulle a través del país como un funambulista sobre el cable que separa legalidad y prohibición, se distribuye con sabor a arándano, chicle, cereza, algodón de azúcar, uva, manzana verde, mango, naranja o melocotón.
Lo más inquietante de esta droga es, precisamente, lo cómoda que parece encontrarse fuera de una economía de mercado negro.