Me quedan pocos días para partir. El 31 sale el tren desde Chamartín. Voy a escribir dos textos más, los últimos aquí.
Pero antes quiero lanzar una búsqueda desde este espacio.
Porque donde vivo hay dos grandes misterios.
Este es el primero.
Empiezo.
Todas las calles de este lugar tienen nombre de ciudades o regiones de Europa y España.
Disculpad por la lista extensa, pero es importante ser exhaustivo ahora, al nombrar.
Calles Atenas, Bruselas, Copenhague, Dublín, Estrasburgo, Frankfurt, Glasgow, Haya, Ibiza, Jerez, Kiel, Luxemburgo, Mánchester, Nápoles, Oporto, París …
Q.
… Roma, Saboya y Salamanca, Turín y Tarifa, Úlster y Utretch, Venecia y Versalles, Wimbledon y Westfalia, York (calle más pequeña de todas) y Zamora y Zaragoza.
Sin embargo, la calle de letra q no tiene un nombre que siga la línea establecida por el orden anterior y posterior, por todo el orden general.
Es la calle Quintanar.
El misterio de la Quintanar.
Se podría pensar, en un principio, como excusa fácil, que la letra q es difícil, complicada para nombrar.
Sin embargo, sí hay nombres en Europa con la letra q, como Quedlinburg en Alemania o Quimper en Francia.
Hay, de hecho, buscando bien, bastantes, aunque no sean muy conocidos.
Pero igual que Utretch, Westfalia o Kiel, que tampoco lo son mucho y consiguieron ser nombradas en las placas verdes de mis calles.
De forma que.
Donde vivo hay varias teorías al respecto, azulados debates sobre la cuestión, llevados a cabo siempre al atardecer y caminando por el centro de las calles y avenidas del lugar, bajo los gorriones, mirlos y palomas de farola en farola y cable por cable.
Algunos piensan que el urbanista y nombrador de calles era de algún Quintanar, de Quintanar de la Orden (Toledo), o de la Sierra (Burgos), o del Rey (Cuenca), o de Rioja, e introdujo su patria y lugar aquí, entre nosotros, por donde caminamos o vamos en bici.
Muchos hemos ido a estos pueblos de España en su busca, pero no encontramos respuestas, solo bares abiertos y habitantes que nunca se preguntaron por el nombre de sus calles, algo tan normal y corriente aquí, al volver a casa.
Aquí se organizan excursiones a los pueblos antes mencionados, ida y vuelta con comida y café incluidos.
Expediciones de investigación.
Mañana, por ejemplo, se sale a uno de ellos, se parte para el Quintanar de Cuenca desde el punto de reunión de Glasgow.
Y al cumplir los 31, además, cada uno va al lugar nombrado en su calle, peregrina desde aquí.
El centro está repleto de postales de cartón de decenas de lugares de Europa.
Otros, por su parte, piensan que era su apellido, Quintanar.
Que quiso dejar en el libro escrito de calles de este entramado de líneas rectas, curvas y ondulantes su huella.
Ana Quintanar o Juan Quintanar, por ejemplo.
X Quintanar.
Hemos rastreado el apellido, siempre atentos al escucharlo mencionar después del nombre.
No lo sabemos, tampoco.
Pero lo hemos intentando y lo seguimos intentando, somos miles perseverando.
¿Pueblo o apellido o qué? No ciudad ni región de España o Europa, como parecía ser lo habitual.
Además, lo que intriga todavía más es que la calle Quintanar es el límite, es la frontera que divide este lugar en dos.
Quintanar sirve de línea de separación entre los dos pueblos del este de la provincia de Madrid a los que pertenece el lugar donde vivimos, uno en lo alto y palaciego y el otro en el valle, torero y con arroyo, el Vega.
Porque no, no puede ser casualidad que dejara justo a lo largo de la divisoria un mensaje tan extraño, la calle desubicada.
No.
Justo en esa calle, la Quintanar, entre más de treinta calles.
Sabemos que nos quería decir algo alguien.
Sin duda, desde hace mucho tiempo, algunos pensamos que hubo una intención clara detrás de todo esto.
Así que.
Antes de irme, dejo este texto aquí publicado, quizás alguien que lo lea tenga alguna información al respecto o sepa toda la verdad.
Esperamos.
Seguimos esperando.
El mapa dividido
Trazado urbano del lugar a vista de pájaro (vencejo)
y visto a la vez por mi amigo (Armando)
*