Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoBielorrusia, a estacazo limpio

Bielorrusia, a estacazo limpio


Quién le iba a decir a Lluís Llach que «L’Estaca», la gran canción protesta que es suya y a la vez de todos, derribaría varios regímenes, traspasando fronteras.

Las elecciones de Belarús del pasado 9 de agosto han acabado a tiros. Sin observadores internacionales, con dos candidatos de la oposición entre rejas y un tercero exiliado en Rusia, se aferra salvajemente al poder el presidente Aleksandr Lukashenko.

Es Lukashenko, el ultimo dictador europeo, un gigante en declive. Desde julio, una enardecida oposición entona en olor de multitudes «Mury», la versión bielorrusa de «L’Estaca»:

https://www.youtube.com/watch?v=9Ml-kB3mpNo

Ya en 1968 Lluís Llach auguró el fin del franquismo con este himno intergeneracional. Si bien «L’estaca» fue un éxito fulgurante, nada entonces hacía sospechar su carácter universal. Hasta que diez años después, en casa del traductor y niño de la guerra Carlos Marrodán Casas, la escucha el cantautor polaco Jacek Kaczmarski. Entusiasmado, Kaczmarski lo versiona añadiendo una estrofa sobre la soledad del artista ante las masas enfervorecidas. Así, a finales de 1978 nace «Muros» («Mury»), el grito de protesta del sindicato rebelde Solidaridad:

Como símbolo anticomunista, «L’Estaca» ha funcionado también en Cuba (y en menor medida, en la Venezuela de Maduro). Todo gracias al grupo anticastrista Porno para Ricardo, quienes curiosamente escucharon la versión polaca antes que la original:

En cambio en Rusia se hizo popular con las protestas contra Putin tras el encarcelamiento de las activistas «punk» Pussy Riot, en abril de 2012, por profanar la catedral moscovita del Cristo Salvador. Hablamos de la versión más fiel al texto original, a cargo del grupo Arkadiy Kots:

Finalmente, el espíritu de Llach y la letra algo más oscura de Kaczmarski desembocaron este verano en tierras bielorrusas. En honor a la verdad, se tradujo del polaco ya en 2011 con motivo de otras dudosas elecciones «made in Lukashenko», sin alcanzar la popularidad de ahora. Sirva de ejemplo este vídeo del pasado 27 de julio, miles de personas llaman a liberarse de las cadenas y derribar el muro en la ciudad bielorrusa de Gómiel:

Con todo, a pesar de la indignación popular, el último dictador europeo ha revalidado su sexto mandato con un supuesto 80% de los votos. Pero el mismo domingo la oposición tomó las calles de la capital Minsk, en protesta por unos resultados impuestos a estacazo limpio por las fuerzas del orden.

La líder de la oposición, Svetlana Tikhanovskaya, una profesora de inglés que tomó el relevo de su marido Sergéi cuando el bloguero fue encarcelado, escapó anteayer 10 de agosto a la vecina Lituania. Según la prensa independiente, esta madre coraje de 37 años habría conseguido el rotundo porcentaje de votos que dice haber obtenido el dictador. Así las cosas, la situación probablemente desembocará en un nuevo bloqueo económico para la patria chica de Marc Chagall. Recordemos que en 2004 empezaron las sanciones de la Unión Europea por la desaparición de opositores, reforzadas en 2011 ante otro gran pucherazo electoral.

Si Lukashenko se mantiene es gracias a sus relaciones económicas con China y su papel de mediador interesado en el conflicto entre Ucrania y Rusia. Ahora el tablero de ajedrez entre la UE y Putin se ha teñido de blanco y rojo, los colores de la bandera bielorrusa.

Más del autor

-publicidad-spot_img