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Mientras tantoentrebista con E. Vila-Matas

entrebista con E. Vila-Matas


*

casi nadie piensa que se pueda vivir aquí


tuvo lugar¹ esta entrevista² en una isla de París, Île Saint-Luois, Square Barye, punta opuesta a la Place Louis Aragon

–Buenas noches, Bila-Matas³.

–Vuenas.

–Considera o considere que estamos en la última playa alcanzada por el nihilismo de Occidente, según indica en la obra Doctor Pasavento.

–Eso es.

–Pero que deberíamos intentar ir más allá: poder hacernos de nuevo a la mar: buscar nuevos caminos, ser optimistas: continuar.

–Y quizás también al revés, desde el otro lado.

–¿Al revés?

–Eso es.

–¿Algo más?

–De momento, no.

–Entonces, empecemos.

–¿Por dónde?

–¿Qué le parece si tratamos de recorrer una de las calles de esta isla rodeada?

–La que se encuentra entre las dos eles de la elle.

–Eso es.

–Sin duda, deberíamos caminar entre los últimos pasos en la nieve que dejó Walser, impresos, marcados.

–Sin duda.

–Aquellas líneas son nuestro inicio y un sombrero.

–Aquella nieve.

–Mucha nieve sobre la última playa.

–Me recuerda eso a la imagen de Unamuno, cito.

–¿Qué Unamuno?

–El mártir.

–Sí. El del lago bajo la nieve sobre Manhattan.

–¡Oh, Manhattan! ¡Oh, NY! ¡Oh, esa libertad!

–¡La gran manzana!

–¿Esta?

frente a mí Bila-Matas se come la manzana que llevaba y ya no lleva en el bolsillo. seguimos todavía en un banco de la isla frente al Sena, uno de sus ríos favoritos en este mundo

–Ahora lanzo los troncos y las pipas a los ríos: quisiera ver manzanos, perales, naranjos plantados en las arenas de las playas: dentro de poco alcanzaré esas costas: sigo aguardando.

–Melonares, sandiares, mecolotonares, chirimoyales en la última playa de Occidente.

–Donde lleguen.

–¿Se podría decir que eres tú un lanzador de pipos?

–Pipos, o pipas.

–¿Qué ríos usted emplea?

–¿Me podría tratar, entrebistar de tú?

–¿Qué es eso?

–Eso de lo del usté, el tú, todo eso.

–Sí, recuerdo.

–Tú.

–¿Yo?

–¿Yo?

–Espera.

–Pero…

–Mejor.

–¿Dónde estábamos?

–Estábamos juntos donde los ríos.

–El empleo y uso de los ríos.

–Pues empleo mucho el Sena, por el cariño, la juventud. También, desde hace meses, el Ljubljanica. A veces el Ebro de Cataluña, por lo de los inicios y todo eso, los padres, los antepasados.

–¿Y qué le parece el Po?

–El Po…

–Po…

–Es breve, a diferencia del largo nombre del pueblo de Pavese.

–Santo Stefano Belbo.

–Sasbo, entre nosotros, similar al bisbiseo.

–Lo apunto.

–Tome nota.

–Pero estábamos más al oeste: el Po, hermano del Eo.

–El Eo…

–¿Lo conoces?

–¿Lo conoce?

–Claro, porque el Eo lleva las ciruelas de Galicia de forma excelente hasta las rías, tengo comprobado.

–Lo que me recuerda… (espera, sí, la tengo)… a una cita del triestino Magris sobre el Danubio.

–Lanza.

–Aunque una persona de Rumanía no pueda ver a una persona de Alemania de lejos, el Danubio les centra hacia el final.

–Bien entrecomillada.

–Una frase extraña.

–Sin duda.

–Podría hacer referencia al término mania, final de ambos países.

–Podría ser, por lo tanto, que la respuesta estuviera en la tilde de la i: sí.

–Sí.

–El gran salto.

–¿El gran salto irlandés?

–Salto dublinés.

–Salto portugués.

–Salto francés.

–¿Salto suizo?

–Salto suízo.

–Salto dé Parma.

–Tilde saltadora y voladora.

–¿Salvadora?

–El salto tíldico.

–Saltemos.

–Hemos.

–¿Lo dejamos aquí al final?

–¿Ya nos vamos?

–¿No podemos quedarnos más en la isla?

–¿Es que van a desmontar el banco donde estamos?

–¿No irán a cerrar el Sena, no?

–¿Y si nos desplazamos de un salto al otro lado, a la Plaza de Aragón?

–¿Y si seguimos?


1

Esta entrevista no tuvo lugar. Enrique Bila-Matas no existe. Cualquier parecido con la realidad es puro litoral.

2

La alteración de la ortografía produciría efectos de ficción. Entrevistar no es igual que entrebistar. Esto fue algo que aprendí en la Universidad. Un profesor de Semiótica nos explicó que la película de Tarantino, Inglourious Basterds, al estar mal escrita podría cambiar el rumbo pasado de la Historia, hacer que Hitler fuera asesinado en un cine viendo una película, a la vez que el público. Este procedimiento lo repetiría el autor en Érase una vez…, cambiando de nuevo la Historia con la historia.

3

Para la entrevista anterior seguí la cita e indicación que recoge el autor Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) en su obra Dietario voluble (Anagrama, 2008): «Uno no empieza por tener algo de lo que escribir y entonces escribe sobre ello. Es el proceso de escribir propiamente dicho el que permite al autor descubrir lo que quiere decir. En ocasiones lo que quiere decir es que el silencio que viene del techo es un silencio diferente, no un silencio ahogado, no el silencio de lo vacío, sino el silencio de lo que está lleno, por no decir repleto.»


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