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Identidad


La identificación más extendida actualmente es nuestro nombre, todos debemos tener uno listo. Millones de millones hay y somos. No podemos (no se puede) cambiarlo cada día, dependiendo de nuestra identidad, querencia.

—Buenas tardes.

—Buenas, agente.

—Su DN identidad, por favor.

—Sepa que hoy yo me llamo Cucharo cuando veo nubes con forma de cuenco de sopa.

Nuestro nombre es, en general, incorregible. Aunque se pueda cambiar a lo largo de una vida (entrando en papeleos, subir escaleras, bajar, etc.), no es posible variarlo cada día, cada hora…

—Hola, Julián.

—Hola, Juan (gesticulando tras la mascarilla).

Considero esta lucha por la identidad un esfuerzo que todavía debe llevarse a cabo (quizás pueda surgir exitosamente el 31 de diciembre del año 2099).

Una reivindicación legítima por el núcleo más importante (creo, quiero creer, parece, puede parecer) de nuestra identidad, el nombre.

Porque sin cesar millones de personas vienen a este mundo y se van sin haberse elegido.

Son nuestros antepasados quienes lo hacen.

* Si la redacción de este manifiesto identitario futuro ha quedado algo confusa me gustaría establecer un símil con el objetivo de dejarlo todo más claro: es como si las matrículas de los coches tuvieran que ser siempre iguales, de principio a fin.


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