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Frontera DigitalSabiduría de un sabio médico en Lamberené

Sabiduría de un sabio médico en Lamberené

Remembranzas

Frases de Albert Schweitzer, desde su hospital en Lamberené:

Debemos luchar contra el espíritu inconsciente de crueldad con que tratamos a los animales.
Los animales sufren tanto como nosotros.
La verdadera humanidad no nos permite imponer tal sufrimiento en ellos.
Es nuestro deber hacer que el mundo entero lo reconozca. Hasta que extendamos nuestro círculo de compasión a todos los seres vivos, la humanidad no hallará la paz.
Mientras el círculo de su compasión no abarque a todos los seres vivos, el hombre no hallará la paz por sí mismo.
Teniendo respeto y reverencia por la vida, entramos en una relación espiritual con el mundo.
Ninguna religión o filosofía que no se base en el respeto por la vida no es una religión o una filosofía verdadera.
Desde una ingenua simplicidad se llega a la más profunda sencillez.
El miedo reina sobre la vida.
La bondad puede hacer mucho. Como el sol que derrite el hielo, la bondad evapora los malos entendidos, la desconfianza y la hostilidad.
La ética no es otra cosa que la reverencia por la vida.
Cualquiera que ha sido acostumbrado a cuidar de la vida de cualquier criatura viviente tiene una chance insignificante de arribar a la idea de que la vida humana es despreciable.
La tragedia de la vida es lo que muere dentro de un hombre mientras vive.
El verdadero valor de un hombre no se encuentra en el hombre mismo, sino en los colores y texturas que cobran vida en otros.
Hay dos medios para refugiarse de la miseria de la vida: la música y los gatos.
No hay mayor religión que la ayuda humanitaria. Trabajar por el bien común es el mayor credo.
Afirmar la vida es para mí profundizar y exaltar la voluntad de vivir.
Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen.

Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas.
La tragedia de la vida es lo que muere dentro de un hombre mientras vive.
El verdadero valor de un hombre no se encuentra en el hombre mismo, sino en los colores y texturas que cobran vida en otros.
Hay dos medios para refugiarse de la miseria de la vida: la música y los gatos.
No hay mayor religión que la ayuda humanitaria. Trabajar por el bien común es el mayor credo.

Afirmar la vida es para mí profundizar y exaltar la voluntad de vivir.
Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen.
Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas.

Creo recordar que estas frases del médico suizo las publiqué en «Encenderé un fuego para ti. Viaje al corazón de los pueblos de África», Libros de la Revista Anthropos, 1999 /las quiero compartir con vosotros)

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