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A mi antojo: agosto 2017

 

Martes, 1 de agosto

 

«Tengo días apacibles, demasiado —me escribe A.—. Ayer di un bonito paseo por los acantilados y una señora a lo lejos se asustó y se quedó mirando largo rato. Creo que pensaba que iba a tirarme».

 

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Y secuestras cada intento amable

de llegar hasta tu hueso,

hasta tu sangre.

 

Si supieras cuánto cuesta encontrarte,

no te irías y sería formidable.

 

Egon Soda.

 

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Jenn Díaz sobre Marguerite Duras:

 

«Todas esas carencias —afectivas, económicas, de seguridad— la acabarán convirtiendo en una mujer dual: por una parte, segura de sí misma, capaz de exigir a sus editores y destacar en sus relaciones sociales; por la otra, problemática hasta el punto de agotar a los hombres con los que convivía».

 

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Miércoles, 2 de agosto

 

Lo canta Tulsa en su oda al amor efímero:

 

«Podría pasarme la vida lamiéndome las heridas y aún no cicatrizarían. Mejor me levanto y salgo de este estéril letargo. Y vuelvo a empezar a empezar a creer que hay alguna opción de ganar».

 

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«Viendo cómo remueven la cucharilla del café el azúcar en la taza, podría descubrir el carácter de las personas».

 

‘Diarios 2011-2015’ —Ignacio Carrión.

 

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—He leído tu blog de fronterad —me dice T.—. Eres un posturitas…

 

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—¡Hay lentejas para comer! —le digo a D., uno de mis chicos que tenemos este verano en la sección.

—Es que lentejas en verano…

—A ver, es que yo solo como lentejas si las ponen aquí.

—Pues aprende a cocinar —me dice, el listo.

—Aprende tú.

 

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Jueves, 3 de agosto

 

Interesante esto sobre las distancias que escribe Pilar Jericó en ‘El País’:

 

«Edward T. Hall publicó en 1959 un libro muy inspirador, ‘El lenguaje silencioso’, en el que analiza la relación que vivimos con el espacio. “Todo ser vivo tiene unos límites que lo separan de su entorno exterior”, escribía, y cuando dichos límites se alteran es cuando se nos despiertan emociones incómodas. Si alguien nos habla demasiado cerca, tendemos a dar un paso atrás para mantener el límite que necesitamos. Si una persona se aleja demasiado cuando le contamos algo importante, nos acercamos inconscientemente. Hall midió las diferentes distancias. Entramos en la “distancia mínima” cuando hablamos con familiares o amigos, y esta oscila de 15 a 45 centímetros; la “distancia social”, la que se utiliza para los negocios o reuniones sociales, es de 1,21 a 2,13 metros en la fase cercana, o de 2,13 a 3,65 metros, en la lejana».

 

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—Aún no tienes motes —le digo a L.—. Por mucho que digas que eres de Vallecas, no eres nadie si no tienes mote.

—Yo me integro poco a poco, dame tiempo —me responde—. Mi barrio, mi bar… No me creo un personaje como tú en Instagram.

 

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La actriz Sofía Vergara se desnuda a los 45 años para reivindicar a la «mujer imperfecta», dice el título de la información. Reivindicativa, la actriz colombiana ha posado desnuda para la revista ‘Women’s Health’. «Aquí tenéis a una mujer de 45 años que no tiene reparo alguno en enseñar su cuerpo. Afortunadamente las cosas están cambiando y ya no son solo las chicas jóvenes las que protagonizan las portadas de las revistas», afirma ella, que hace caerse de culo a cualquiera. «Me gustaría ser algo más atlética, pero por desgracia estos pechos tan grandes no me permiten hacer ciertas cosas, y las tengo así de grandes desde los 13». La cosa tiene gracia.

 

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Por fin es agosto en el periódico. Por fin un verano sin elecciones, ni rescates, ni reformas de la Constitución. Este agosto, por fin es agosto en el periódico, nos molesta el exceso de turismo y las mujeres han vuelto al bañador. Se lo ponen en Instagram y se lo quitan en la playa.

 

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Viernes, 4 de agosto

 

—Hola Jaime. ¿Qué tal? Soy periodista. Te quería hacer una consulta. ¿Cuándo te viene bien para hablar? […] He estado en algunas radios en Valencia. Este curso próximo acabo la carrera de periodismo en Madrid. Era ver si me podrías ayudar a encontrar algo de trabajo como redactor o sino de becario para durante el curso. Es que es mi tercera carrera y tengo ya 38 años. Busco meter algo la cabeza aunque sea con pocas horas. […] ¿Podrías? […] Dime […] Ah ya. Pues como tardabas en contestar y eso es de mala educación. Nos borramos la conversación. Adiós.

 

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Buenísimo reportaje de Álex Vicente sobre Annie Leibovitz:

 

«Leibovitz también acompañó en sus reportajes a algunas de las grandes firmas de ‘Rolling Stone’, como Hunter S. Thompson o Tom Wolfe. ‘El primero preparaba sus artículos bebiendo en los bares. La gente creía que era solo un tipo simpático, pero en realidad estaba trabajando’, recuerda la fotógrafa. Sobre Wolfe, dice que ‘siempre iba de traje, pero nunca sudaba'».

 

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Lunes, 7 de agosto

 

La diferencia entre un periódico impreso y su edición digital, en esta información sobre Usain Bolt. En papel se titula: «¿Nos vas a dejar con esta cara?». En web: «La nueva vida de Usain Bolt: bailes en el Fiction, comilonas en su restaurante y, en dos años, ¿regreso o barriga?».

 

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Alberto Salcedo Ramos explica en un taller de crónica cómo crear escenas, y a le dice a un alumno algo que muchos olvidan a menudo: «Olvidaste los datos. Muy bonito ese párrafo, ¿pero por qué es importante ese personaje?».

 

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La Barcelona de Carmen Laforet, reportaje de Jorge Carrión en ‘Mujer Hoy’:

 

¿Por qué titulaste la biografía «una mujer en fuga»?, le pregunto a Caballé antes de despedirnos. «Porque así era ella -me responde- una persona que en lugar de enfrentar sus problemas, salía de los conflictos siempre huyendo».

 

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Javier del Pino: «A las españolas las reconoces por las mechas, las mechas son absolutamente españolas, y la rebeca por si hace mal tiempo».

 

Otra característica por la que se reconoce a una española en un bar: te mirará, pero no te dirá nada.

 

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«Enid sonrió — escribe Salter en ‘Todo lo que hay’—. Bowman no podía apartar los ojos de ella, de la forma en que movía la boca al hablar, del leve gesto descuidado que hacía con la mano, del perfume que llevaba. Aquella mujer era como un idioma extranjero, muy distinto del suyo».

 

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Martes, 8 de agosto

 

Veo que te gustan en especial las cosas… ¿tristes? ¿con un halo de tristeza?, me dice R., y encuentro en mi archivo la solución a esta apreciación. Está en ‘Rojo y Negro’: «Un aspecto triste no resulta de buen tono, lo que hay que tener es aspecto de aburrido. Si está triste es que algo le falta, que algo no le ha salido bien. Es como mostrarse inferior. Si usted está aburrido, al contrario, lo que es inferior es precisamente aquello que ha tratado de distraerlo a usted en vano».

 

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Hoy he escuchado a Loquillo cantando en ‘A Alicia, disfrazada de leia organa’ este poema de Luis Alberto de Cuenca:

 

Si solo fuera porque a todas horas

tu cerebro se funde con el mío;

si solo fuera porque mi vacío

lo llenas con tus naves invasoras.

 

Si solo fuera porque me enamoras

a golpe de sonámbulo extravío;

si solo fuera porque en ti confío,

princesa de galácticas auroras.

 

Si solo fuera porque tú me quieres

y yo te quiero a ti, y en nada creo

que no sea el amor con que me hieres…

 

Pero es que hay, además, esa mirada

con que premian tus ojos mi deseo,

y tu cuerpo de reina esclavizada.

 

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Íñigo Domínguez ha publicado en ‘Jot Down’ una buena lista de apuntes sobre Italia. Me quedo con este:

 

—El italiano no se toma en serio, al contrario que el español, pero sí cree mucho más en su personaje. La máscara es lo importante. En ese sentido es realista. El español, idealista. El italiano es muy autocrítico, no se engaña.

 

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Miércoles, 9 de agosto

 

En las páginas de familia Carlota Fominaya cuenta que los adolescentes, la generación ‘selfie’, están obsesionados por su imagen propia en las redes sociales. «Todos los días buscan la postura, el encuadre y el filtro perfecto antes de la publicación definitiva de su autofoto en las redes sociales. El problema surge cuando cada vez se dedica más tiempo a esta interacción a la espera de un «Like» o un «Me gusta». Tienen entre 15 y 30 años, y están preocupados de forma constante por la imagen que proyectan, y por lo que los demás opinen de esta», dice la información. «El problema llega, explica Jesús Matos, autor de ‘Buenos días, alegría’, y psicólogo especialista en la gestión de la tristeza y desarrollo de la persona, cuando estos ‘chicos y chicas están enfocados en la percepción que tiene el resto de personas sobre ellos. Su autoestima depende de acontecimientos externos’, asegura Matos, quien habla de una generación que prioriza dar a los de su alrededor una imagen de felicidad, en lugar de sentirla realmente».

 

Sigo leyendo el periódico y me encuentro con un tema de Nacho Serrano titulado ‘La verbena del instagramer’. Un hotel de Madrid ofrece a sus huéspedes un fotógrafo personal para retratar los mejores momentos de las fiestas. Han creado la figura del ‘Urban Photographer’, «un fotógrafo personal a disposición de los huéspedes que les hará vivir las fiestas al más puro estilo ‘instagramer’, guiándoles por los rincones más emblemáticos y bellos del barrio, mientras su cámara profesional recoge las instantáneas que quiera el cliente, que luego las recibe por correo electrónico». Porque «Madrid en agosto es una verbena y quienes se apunten a marcarse un chotis o beber limonada, sabrán lo bien que quedará colgada en sus redes sociales una foto disfrutando del verano en la capital, comentan desde la posada».

 

Haciendo de la gilipollez virtud.

 

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Leo en ‘El Mundo’:

 

«Van Niekerk vence en los 400 metros sin exigencia y con tiempo discreto / Mañana intentará en los 200 el doblete que multiplique su fama / Le falta el carisma de Bolt, rivales o patentar un estilo».

 

Vale más parecer bueno que ser el mejor.

 

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Sé que ya no importan las preguntas

que fallé y cuando intente corregirme

no estarás.

 

Lo canta Morgan.

 

Ya no dices nada, tengo ganas de gritar.

Sin querer estoy dejándote volar.

 

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—¿Qué película toca hoy?

—Estados Unidos del Amor. Vamos a por otro drama.

 

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Jueves, 10 de agosto

 

Hoy hace frío en el periódico, y estoy cansado, después de diez días seguidos trabajando. Me aburro como un burro. No hay noticias. Lo escribió Camba:

 

Los periódicos de Madrid se quejan, simultáneamente, del exceso de calor y la falta de asuntos. «Ha llegado el verano. No pasa nada». En el invierno tampoco pasa nada; pero hay la política. Los periódicos españoles viven de la política, como la mayoría de los ciudadanos. Ahí los periódicos no hablan más que de política, y las gentes tampoco. En cuanto dos españoles se reúnen ya están hablando de política. Todos los españoles son políticas, y esta es, probablemente, la causa de que España esté tan mal gobernada. En el verano se acaba la política, y es como si se acabara el mundo.

 

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—No hay nada, ¿verdad?

 

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—Jaime, ¿a que tú no dejabas los apuntes? —me preguntan a gritos en el periódico.

—Pues claro que los dejaba. No todo el mundo es tan rancio como tú —respondo.

—Hay que dejarlos —tercia V.—. Con el número de teléfono en un post-it. Aquí tienes mi número. Para lo que quieras.

 

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Viernes, 11 de agosto

 

Yo solo quería comprarme unos vaqueros normales, de pierna ancha, que no estuvieran rotos y que no me costaran un 10 por ciento de sueldo. Que vuelva el siglo XX.

 

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Estas líneas de Salter en uno de los cuentos de ‘La última noche’:

 

Ninguno de ellos podía saber, ninguno podía visualizar Ciudad de México y aquel primer año increíble, conduciendo hasta la costa para pasar el fin de semana, cruzando Cuernavaca, ella con las piernas desnudas al sol, y los brazos, la sensación de mareo y sumisión que experimentaba con ella, como ante una foto prohibida, ante una subyugante obra de arte. Dos años en México ajenos al naufragio, él fortalecido por la devoción que ella le inspiraba. Aún podía ver su cuello inclinado hacia delante y la curva de su nuca. Aún podía ver las finas trazas de hueso que recorrían su tersa espalda como perlas. Aún podía verse a sí mismo, el que era antes.

 

[…]

 

—Hay mujeres que tienen mentalidad de poli —dijo Phil a nadie en particular—. Esto está bien, esto otro no. En fin… —Se puso en pie. Lo había hecho todo mal, se daba cuenta, mal y a destiempo. Había echado a pique su vida—. Pero hay algo que puedo decir con el corazón en la mano: si se presentara la oportunidad, volvería a hacerlo.

 

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Sábado, 12 de agosto

 

Cuando he despertado, el sol calentaba demasiado para salir a correr, y he echado la mañana leyendo a Salter.

 

—Nunca me habría cansado de ti. Podría haberme deleitado contigo eternamente. Tú eras la elegida.

 

Dice un personaje de uno de los cuentos.

 

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Domingo, 13 de agosto

 

Hoy escribe Leslie Jamison sobre Amy Winehouse en ‘El País Semanal’:

 

«Cuando, de forma inconsciente, empecé a notar el deseo de tener ese pedacito de Amy, póstumamente, yo ya llevaba años sin beber alcohol. Pero aún recordaba lo que era la embriaguez, una embriaguez gloriosa y carente de remordimientos, cuando tomaba whisky junto a una hoguera y notaba cómo el chorro de calor me bajaba por la garganta, tan caliente como las llamas que casi rozaba con los dedos. Recuerdo que me daba la impresión de que beber era una disculpa constante, que una pérdida de conocimiento podía introducirse en tu vida como si fuera un territorio hostil, como si estuvieras detrás de las líneas enemigas; y que emborracharme también me parecía algo absolutamente necesario, la única perspectiva de alivio, como el punto de fuga de un cuadro, el núcleo esencial en torno al cual giraba todo lo demás. También recuerdo que la idea de la sobriedad me presentaba una grisura implacable, después de haber vivido noches luminosas y disruptivas: un horizonte sombrío, una prenda lavada tantas veces que había perdido el color. ¿Podía la línea recta de la rehabilitación ofrecer algo equiparable al oscuro y centelleante torrente de la destrucción?»

 

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Pissing in the wind

Lying on my back

Loosening my grip

Wading in the water

Just trying not to crack

Under the pressure

Yeah, it’s where we are, babe

Under the pressure

 

Lo cantan The War on Drugs en ‘Under the Pressure’.

 

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Cuarto día que voy a la verbena, por las fiestas de la Paloma. Hoy con C., que me propone ir sin móviles.

 

—Salimos sin móviles. Bueno, no creo que aceptes…

—Vale.

—¿Aceptas?

—Sí.

 

Al final hemos salido los dos con móvil.

 

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Martes, 15 de agosto

 

Los segundos también ganan, me dice mi sobrino. No, le respondo. Que sí, que los segundos también ganan. Ahora no sé quién de los dos tiene razón.

 

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Miércoles, 16 de agosto

 

«Dudar de la experiencia o carecer de ella, eso es ser joven. Esta segunda forma es la más frecuente».

 

Lo leo en un libro de escritos de Eduardo Chillida.

 

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En ‘Aunque por supuesto terminas siendo tú mismo’, David Foster Wallace le cuenta a David Lipsky sus fantasías sobre el erotismo del escritor:

 

«No he mojado en esta gira. Lo de la fama es interesante, aunque me habría gustado mojar mientras iba de promoción y no ha sido así. […] No quiero tener que decir ‘¿Te apetece venir al hotel?’. Yo quiero que me digan ‘Te acompaño. ¿En qué hotel estás?’. Y nadie hace eso. […] No soporto dar la impresión de que me aprovecho activamente de esto en un sentido sexual. Aunque por supuesto eso es lo que me encantaría hacer».

 

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Jueves, 17 de agosto

 

Milena Busquets: «Cada vez que me he puesto a escribir es porque he tocado fondo».

 

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Si no fuera escritor, ¿qué le gustaría ser?, le preguntan en ‘Babelia’ a David Llorente. «Es que no solamente soy escritor. A lo mejor alguien, mientras lee este cuestionario, ha llegado a la descacharrante conclusión de que yo vivo de escribir. Yo soy profesor de lengua y literatura españolas, traductor del checo al español, director de teatro, he hecho montaje de vídeo, he sido baloncestista, he bailado durante muchos años… Si no fuera escritor, sería el resto de cosas que soy, pero mucho más triste».

 

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—Jaime, pero si tú tienes 30 años desde que tienes 20.

—¿Solo 30?

 

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David Foster Wallace y el alcohol: «Aquello fue más como que cada ver era más infeliz. Y cuanto más infeliz era, más cuenta me daba de estar bebiendo mucho más. Y en la bebida no había ningún placer. Era más… era literalmente un analgésico. O sea, tan sólo quería estar amuermado y embrutecido a todas horas. Pero los motivos de esa infelicidad no tenían demasiado que ver con las drogas ni con el alcohol”.

 

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David Foster Wallace y la depresión: «No estoy bioquímicamente deprimido. Pero tras haber metido el dedo del pie en aquel estanque, no volver a hacerlo es para mí más importante que cualquier cosa. Aquello es como peor que cualquier cosa, no sé si tú has tenido alguna experiencia en este sentido. Es peor que cualquier daño físico, o que cualquier clase de… tal vez sea lo que en el pasado se autodenominaba una crisis espiritual o lo que fuera. Es como si sintieses que la totalidad, cada axioma de tu vida resultara ser falso, y que en realidad no hubiese nada, y que tú no fueses nada y todo fuera una ilusión. Y que fueras mejor que nadie por haber visto que es una ilusión, y sin embargo fueras peor porque eres incapaz de funcionar”.

 

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Viernes, 18 de agosto

 

Los nuevos defensores del lector (los tuiteros) piden llenar internet de fotos de gatitos para que no se vean los muertos en el atentado de Barcelona. El ‘New York Times’ eliminó la figura del defensor del lector porque en este nuevo ecosistema informativo hay nuevas formas de control tanto o más efectivas. Y aludían a las redes sociales. Compruebo que en efecto la portada del ‘New York Times’ de hoy ilustra la información con una fotografía de personas ensangrentadas tendidas en el suelo, no se sabe si heridas o muertas, en lugar de con un gatito.

 

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Sábado, 19 de agosto

 

Qué obsesión con informar tenemos algunos periodistas, con lo fácil que es opinar.

 

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Domingo, 20 de agosto

 

Hoy he colgado una foto saliendo del agua de la isla de Arousa. Me he bañado en el Atlántico y el mundo necesitaba saberlo. Yo me veo maneras de it boy, por qué no. También me han comparado con Mitch Buchannon y Halle Berry.

 

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Lunes, 21 de agosto

 

Sentado en un alto, al fondo de la playa de las dunas de Corrubedo, el sol me enfoca por encima de mi cabeza. El aire del Atlántico me golpea de frente: entra por los ojos y se abre por mi cara, mi cuello y mis brazos. Si cierro los ojos y pongo la espalda recta noto una sensación de equilibro única, gracias al sonido de las olas, incansables, que se estrellan una y otra vez contra la arena fina. Leo a Foster Wallace sobre sus adicciones: «Yo era una especie de bebedor sin alegría. Es decir, creo que bebía para anestesiarme». Sobre su depresión: «Es peor que cualquier clase de daño físico, o que cualquier clase de… tal vez sea lo que en el pasado se denominaba una crisis espiritual o lo que fuera. Es como si sintieses que la totalidad, cada axioma de tu vida, resultara ser falso, y que en realidad no hubiese nada, y que tú no fueses nada y todo fuera una ilusión». Levanto los ojos del libro. Los niños se bañan en un lago dunar que se extiende como si fuera una gran pista atlética hasta la franja donde mueren las olas.

 

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Lo canta Second en ‘Primera vez’:

 

Hace algunos años que no digo la verdad

Para qué si el mundo no la necesita

Nadaré salvajemente solo en la profundidad

De una escena que la luz no ilumina

 

Porque tú ya me conoces bien

Porque tú ya me conoces bien

Tú ya sabes cómo funciono por dentro

 

Porque ya no me conozco bien

Porque ya no me conozco bien

Tanto tiempo he tropezado con lo mismo

 

Cuando me preguntan solamente hay que actuar

Miro al frente y devuelvo la sonrisa

 

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Martes, 22 de agosto

 

Desde la Garita de Herbeira, en Cedeira, se extienden los acantilados más altos de Europa. Aunque algunos fiordos noruegos tienen desniveles de 1.000 metros, los de Herbeira son a mar abierto. Después de unos días de sol, hoy ha amanecido nublado. Las nubes se confunden con el horizonte del mar, y el agua llega despacio, inofensiva. Desde aquí arriba no se oye más que el sonido de los molinos de viento, apilados en hileras a mi espalda. Uno de ellos, perezoso, sigue durmiendo. Cuando el sol esquiva las nubes ilumina la mitad inferior del muro, todo verde. Lo ven mejor que yo los barcos que navegan frente a la costa. Quizá me vean también a mí, un pequeño punto que se pasea por el borde, donde ha acabado la barrera de seguridad. Mi sombra anticipa el camino que seguiría mi caída. Llega un autobús y vuelvo al coche. Así se agotan las últimas horas de mi veintena.

 

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Miércoles, 23 de agosto

 

Este año he activado en Facebook la notificación de mi cumpleaños. En lo que he tardado de venir de Santiago a Asturias he recibido tantas felicitaciones como en los últimos cinco años juntos.

 

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De viejo quiero tener la cara llena de arrugas, como esos viejos que vivieron en la mar, y que en cada arruga se adivine una herida.

 

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Sábado, 26 de agosto

 

Gustave Flaubert a Louise Colet. Me lo envía L.:

 

Hace falta quererte para escribirte esta noche, pues estoy agotado. Tengo un casco de hierro en el cráneo. Desde las dos de la tarde (salvo unos veinticinco minutos para cenar) escribo Bovary, estoy en su polvo, de lleno, inmerso; sudamos y tenemos un nudo en la garganta. Éste es uno de los raros días de mi vida que he pasado en la ilusión, completamente, de cabo a rabo. Esta tarde, a las seis, en el momento en que escribía «ataque de nervios», estaba tan excitado, gritaba tan fuerte y sentía tan hondamente lo que experimentaba mi mujercita, que he temido sufrir uno yo mismo. Me he levantado de la mesa y he abierto la ventana para calmarme. La cabeza me daba vueltas.

 

Ahora tengo grandes dolores en la espalda, en las rodillas y en la cabeza. Estoy como un hombre que ha jodido demasiado (perdón por la expresión), es decir, en una especie de agotamiento lleno de embriaguez. Y ya que estoy en el amor, es justo que no me duerma sin enviarte una caricia, un beso y todos los pensamientos que me quedan. ¿Saldrá bien? No lo sé (me estoy dando algo de prisa, para mostrar a Bouilhet un conjunto, cuando venga). Lo que es seguro es que desde hace ocho días esto avanza rápido. Que siga así, pues estoy cansado de mis lentitudes. ¡Pero temo el despertar, las desilusiones de las páginas copiadas de nuevo! No importa; bien o mal, es algo delicioso el escribir, el no ser ya uno mismo, sino el circular en medio de toda la creación de la que uno habla.

 

Hoy por ejemplo, hombre y mujer simultáneamente, amante y querida a la vez, me he paseado a caballo por un bosque en una tarde de otoño, bajo hojas amarillas, y yo era los caballos, las hojas, el viento, las palabras que se decían y el sol rojo que hacía entrecerrarse sus párpados anegados de amor. ¿Es orgullo o piedad, es el necio desbordamiento de una satisfacción exagerada de sí mismo, o bien un instinto religioso vago y noble? Pero cuando rumio estos goces, después de haberlos experimentado, me sentiría tentado de elevar una plegaria de agradecimiento a Dios, si supiera que puede oírme. ¡Bendito sea por no haberme hecho nacer vendedor de algodón, autor de vodeviles, hombre ingenioso, etc.!

 

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Lunes, 28 de agosto

 

La cita a ciegas de ayer en ‘Papel’ funcionó. A Julio (22 años, estudiante de Comunicación Audiovisual), le gustó que su cita fuera hipster, a la par que desaliñado. Jorge (23 años, estudiante de Periodismo), no sabía si tenía más ganas de comerse la comida o comerse a Julio. Leyéndolo me acordé del First Dates de hace unos días. Estaba puesto en casa de C., de fondo, y entonces una chica dijo algo maravilloso: «Lo que no entra por aquí —y se señaló los ojos—, no entra por aquí». Por su entrepierna.

 

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Por mi poco compromiso político, mucha gente se piensa que voto a Ciudadanos. Es divertido, y revelador.

 

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¿Quién dice que en vacaciones se lee más? Hoy por fin he terminado el libro de la entrevista de Lipsky a Foster Wallace. Esta respuesta es fabulosa:

 

«Pues para mí, en tanto varón americano, la cara que le pondría al terror es cuando comienzas a darte cuenta de que nada es suficiente, ¿entiendes? Que ningún placer es suficiente, que ningún logro es suficiente. Que hay una especie de rara insatisfacción o vacío en el núcleo del ser que no hay manera de mitigar mediante cosas exteriores. Y supongo que eso es lo que lleva pasando desde que nos atizábamos unos a otros con porras. Pese a que quepa describirlo con una serie de términos diferentes y argots culturales. Y que nuestro desafío particular está en que nunca ha habido más ni mejores cosas provenientes del exterior, con la aparente capacidad de llenar o colmar el hueco temporalmente».

 

También esta:

 

«Muchas mujeres de las revistas son guapas de un modo que no resulta erótico porque no, no se parecen a nadie que conozcas. No te las imaginas metiendo una moneda en un parquímetro o comiéndose un bocadillo de mortadela”.

 

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Martes, 29 de agosto

 

Lo escribe Antonio J. Rodríguez en ‘Vidas perfectas’:

 

«¿Os han hablado alguna vez de lo que es un Hombre-Mierda? Más o menos, Hombre-Mierda es el varón en la edad adulta y de clase media con inclinación a sentirse oprimido ante las exigencias de sus superiores, las solicitudes de sus familiares y amigos y también las quejas de la gente que está por debajo de él.

 

Hombre-Mierda es quien mantiene la compostura en su ejercicio laboral pero que, de regreso a casa, en el coche, en el metro o en el autobús, verás que farfulla decenas de expresiones malsonantes, palabras y fonemas llenos de violencia y desagrado con las que da salida a toda la ira, frustraciones y deseos quebrados que engrudan su corazón.

 

El Hombre-Mierda habitualmente es visto como una persona de éxito, o por lo menos un hombre de bien, sin muchos problemas ni inquietudes.

 

Él no se ve así”.

 

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En el noveno capítulo de la quinta temporada de ‘House of Cards’: «You know, they say the most vulnerable part of the human body is the throat. And that you never really know how to feel about somebody until their hands around your throat”.

 

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Miércoles, 30 de agosto

 

Camino de Murcia he escuchado una canción de Love of Lesbian en la que recitan estos versos:

 

Acojo en mi hogar

Palabras que he encontrado abandonadas en mi palabrera

Examino cada jaula y allí, narrando vocales y consonantes

Encuentro a sucios verbos que lloran después de ser abandonados por un

Sujeto que un día fue su amo

Y de tan creído que era prescindió del predicado

 

Esta misma semana han encontrado a un par de adjetivos trastornados,

A tres adverbios muertos de frío

Y a otros tanto de la raza pronombre

Que sueñan en sus jaulas con ser la sombra de un niño

 

Se llama entonces a las palabras que llevan más días abandonadas

Y me las llevo a casa

Las vacuno de la rabia

Y las peino a mi manera

Como si fueran hijas únicas

Porque en verdad todas son únicas

 

Acto seguido y antes de integrarlas en un parvulario de relatos o canciones

Les doy un beso de tinta

Y les digo que si quieres ganarte el respeto nunca hay que olvidarse los

Acentos en el patio

 

A veces les pongo a mis palabras diéresis de colores imitando diademas

Y yo solo observo cómo juegan en el patio de un poema

 

Casi siempre te abandonan demasiado pronto

Y las escuchas en bocas ajenas

Y te alegras

Y te enojas contigo mismo como con todo lo que amamos con cierto egoísmo

 

Y uno se queda en casa, inerte y algo vacío

Acariciando aquel vocablo mudo llamado silencio

Siempre fiel, siempre contigo

 

Pero todo es ley de vida

 

Como un día me dijo el poeta Halley,

Si las palabras se atraen, que se unan entre ellas

Y a brillar, que son dos sílabas

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