Jueves, 13 de septiembre
En la vuelta a casa tras las vacaciones hay varias lavadoras, y varias horas con la plancha, además de tener que llenar de nuevo la nevera y convertir la casa en habitable. Ese es el verdadero estrés postvacacional. Detrás quedan cientos de kilómetros cruzando un país, Portugal, que tiene playas inolvidables, pueblos encantadores y comida buena, bonita y barata. Detrás quedan también lecciones que escuchamos en los Documentos de RNE. El dedicado a Carlos Barral comienza con esta reflexión del poeta y editor:
“He conseguido escribir y publicar algunos libros, digamos que la mitad de lo que me había propuesto inventar hasta lo que se llama la madurez. He editado y he hecho publicar con responsabilidad personal seguramente varios millares de títulos, mucho más del doble de lo que hubiera sido razonable. He leído otros tantos de la fuerza, o por fuerza del oficio, y he leído por gusto y con placer, que es la lectura que cuenta, menos de los que hubiera podido y debido. Ahora, en la madurez, releo más que leo, quizá por fatiga de la novedad o también por fuerza del oficio. Releo y escribo, pero los libros siguen acotando mi universo”.
El Documentos de Azorín finaliza con esta reflexión del periodista, tres años antes de morir:
“90 años son una vida muy larga. Hay que resumir en una sola frase. Si no se olvida el agravio, no se puede hacer nada. En literatura y en política. Olvidar es lo más delicado que puede hacer un hombre”.
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«Uno se da cuenta de que es alcohólico cuando necesita beber por la mañana».
En ‘Big Time: la gran vida de Perico Vidal’.
En el libro de Marcos Ordóñez también sale esto de David Lean:
«¿Sabes lo peor? Ya puedes haber ganado mucho dinero y recibido el apoyo del público, pero cuando cuarenta tipos escriben que lo que has hecho es una porquería acabas por creerles a ellos, porque te lo dijeron los primeros, cuando estabas más vulnerable, cuando la película acaba de estrenarse. Y también porque la letra impresa tiene para mí un poder enorme. Los críticos fueron feroces conmigo porque me estaban esperando después de los éxitos de ‘Lawrence’ y ‘Zhivago’. Me estaban esperando, Pedro, como buitres, y yo no lo vi venir».
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Sábado, 15 de septiembre
En el octavo capítulo de la primera temporada de ‘The Good Fight’:
«No se trata de lo que yo creo, se trata de lo que podemos probar. […] Reverendo, he estado por aquí lo suficiente para saber que no debo esperar nada más de mis héroes que tenga los pies de barro. No me importa si es verdad o no.”
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En el artículo de Muñoz Molina en agradecimiento a Jesús Torbado: «Lo más raro de escribir un libro es el lugar que uno puede ocupar sin saberlo en la vida de un desconocido”.
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Domingo, 16 de septiembre
En el último capítulo de la primera temporada de ‘The Good Fight’:
—Hay un montón de gente que quiere ver fracasar a este país, Diane.
—¿Hablas de nuestros clientes?
—No solo ellos. Son tiempos sombríos y extraños. Es como si algo se hubiera soltado. Como una máquina que no suena bien.
—¿Y qué hacemos?
—Lo que estamos haciendo. La única constante es la ley. Todo el mundo por ahí haciendo dios sabe qué. La única constante que tenemos es la ley.
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Escribe Álvaro Vargas Llosa en ‘ABC’ sobre el feminismo de Serena Williams:
«A diferencia de tantas feministas contemporáneas, que buscan víctimas donde no las hay en lugar de buscarlas donde siguen existiendo, aquellas luchaban para abandonar la condición de víctimas cuanto antes”.
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«La literatura no es un concurso de belleza moral». Philip Roth.
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«La prensa existe para difundir información […]. Y la noticia se sustenta en la anomalía, la irregularidad, el fenómeno excepcional. La prensa, por tanto, ofrece un retrato deformado de la sociedad: la pinta peor de lo que es». Enric González.
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— Jaime G. Mora (@JaimeGMora) 17 de septiembre de 2018
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Lunes, 17 de septiembre
—El periodismo es así por definición: good news, no news. Creo que es un dilema que está en la esencia del periodismo. Como dice Pinker, el día que sólo haya un conflicto en la humanidad en un pueblo perdido de Oceanía, todas las cadenas de información y diarios estarán ahí contándolo. Siempre ha sido así la prensa, cuenta el conflicto, no la normalidad. La normalidad no es noticia. Contar que hoy en los Mozambiques no hay guerra, la gente ha ido a trabajar, el gobierno funciona más o menos, no es noticia. Y en el 95% del globo es así. Pinker, que ha teorizado todo esto, debería ser lectura obligatoria para periodistas. Como mínimo para atenuar tendencia al catastrofismo. Pinker demuestra que el mundo va infinitamente mejor y que progresa. (Pero cada generación queremos creer que estamos en un momento decisivo y crítico).
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«No tenía planeado casarme con apenas veinticinco años, y no estoy seguro de cómo sucedió: ninguno de los dos le pidió oficialmente matrimonio al otro, ni hubo ningún gesto teatral. Empezó com una broma, una fantasía de la que hablábamos a veces. Entonces la fantasía se convirtió en un plan, como suele pasar con las fantasías, y ese plan se convirtió en el futuro. No lo consideramos el clímax de nada, solo la celebración de algo que ya nos había sucedido.»
Rob Sheffield en ‘Vives en las cintas que me grabaste’.
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Martes, 18 de septiembre
Ramón González Férriz escribe sobre ‘Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato’, el libro de Jaron Lanier:
«Las redes nos han hecho adictos a la atención; lo que más deseamos es que nos hagan caso. Una vez más, esto no es nuevo, pero su escala ha adoptado proporciones peligrosas: ‘Sin otra cosa a la que aspirar más que a la atención de los demás, las personas normales suelen transformarse en idiotas, porque los más idiotas reciben la máxima atención. Este sesgo intrínseco favorable a la idiotez marca el funcionamiento de todas las demás partes’ de las redes sociales. Cualquiera que dedique algo de su tiempo, aunque sea una pequeña parte, a las redes sociales lo ha experimentado.”
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Viernes, 21 de septiembre
Armada en su revista de prensa en ‘Hoy por hoy’: «¿Qué pretende una revista de prensa: animar a leer o evitar la fatiga de leer?”.
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Buñuel sobre Lorca:
«De todos los seres vivos que he conocido, Federico es el primero. No hablo ni de su teatro ni de su poesía, hablo de él. La obra maestra era él. Me parece, incluso, difícil encontrar a alguien semejante. Ya se pusiera al piano a interpretar a Chopin, ya improvisara una pantomima o una breve escena teatral, era irresistible. Podía leer cualquier cosa, y la belleza brotaba siempre de sus labios. Tenía pasión, alegría, juventud. Era como una llama.”
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Emilia Pardo Bazán, tras separarse de su marido:
«Necesito un poco de serenidad para trabajar sin desaliento. Me he propuesto vivir exclusivamente del trabajo literario, sin recibir nada de mis padres, puesto que si me emancipo en cierto modo de la tutela paterna, debo justificar mi emancipación no siendo en nada dependiente; y este propósito, del todo varonil, reclama en mí fuerza y tranquilidad. Si pensase en este dualismo mío interior, no cumpliría mis compromisos editoriales, porque dormiría mal, estaría rendida al día siguiente, y adiós producción y adiós 15 cuartillas diarias. Lo dicho; esta especie de trasposición del estado de mujer al de hombre es cada día más acentuada en mí, y por eso no tengo tanta zozobra de moral como en otro caso tendría.”
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Lo que dijeron de Emilia Pardo Bazán sus contemporáneos:
Emile Zola: «‘La cuestión palpitante’ es un libro muy bien hecho, de fogosa polémica: no parece libro de señora: aquellas páginas no han podido escribirse en el tocador».
Juan Valera: «El diablo de la mujer, tiene singular y muy raro talento […] Cuando se muera, habrá fiesta nacional».
Pérez de Ayala: «Doña Emilia fue un prodigio. Y todo lo que escribió pone de manifiesto su maestría como señora de verbo…, fue un Lope con faldas».
Leopoldo Alas, ‘Clarín’: «Se trata, en fin […] de una mujer que quiere verlo todo en la ciencia como otras quieren verlo todo… en un almacén de ropa blanca…».
Baroja: «No me interesó nunca como mujer ni como escritora. Como mujer, es de una obesidad desagradable; en su conversación, es un poco ansiosa y trepadora».
Josep Pla: «Una señora de gran vitalidad, de espléndida verbosidad, amplia, monumental, ligeramente estrábica, masculina».
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Domingo, 23 de septiembre
A veces se aprenden cosas de los crucigramas, le dice David Barsamian a Noam Chomsky en una de las entrevistas recopiladas por Sexto Piso en ‘Malestar global’: «Recientemente, me encontré con la siguiente definición en un crucigrama, a ver si la acierta: ‘Filósofo que escribió: Es difícil liberar a los tontos de las cadenas que veneran’. […] Fue Voltaire”.
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Arcadi Espada en el prólogo de ‘Última carta. Un suicidio en mi familia’, de Sergio González Ausina: «Discrepo de Albert Camus. No creo que el suicidio sea el principal problema filosófico. Creo que el principal problema filosófico es la verdad”.
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Jueves, 27 de septiembre
Gonzalo Eltesch en ‘Colección particular’:
* Hace poco vi ‘Amour’, de Michael Haneke. A la protagonista le ocurre casi lo mismo que a mi abuela. Un derrame cerebral le paraliza una parte del cuerpo y con el tiempo se va deteriorando, perdiendo el habla y el control del esfínter. Lo curioso es que la película, la descomposición de esa mujer en esa película, me dio más pena que ver a mi abuela sin habla, sin poder caminar.
* Los turistas no le servían: aparecían solo de vez en cuando y no eran más que unos mochileros miserables.
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Cosas que se oyen en la redacción:
* Dice mi hermano: «Con los ministros se cumple la máxima de que cualquier persona bien investigada tiene cinco años de cárcel».
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Viernes, 28 de septiembre
En el cuestionario de ‘El Cultural’ a Lluís Homar:
—Denos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
—Sensibilidad. Creo que solo con mirar a Francia tenemos un ejemplo maravilloso de lo que es el valor de la cultura. La cultura no es negociable. Es un servicio de primer orden.
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Helen Garner: «La curiosidad es un músculo».
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—Vengo de comerme un pincho de tortilla de cabrales…
—Pues yo me voy a comer un plátano.
—Oye, cada uno lo que le gusta.
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Sábado, 29 de septiembre
Sara Mesa en ‘El Cultural’:
«La brevedad es una cortesía con el lector. Usar elipsis no es complicar la cosa porque sí. Al revés, es hacer el texto más ágil, más sugerente, más vivo y más auténtico, porque la vida también está llena de elipsis. Y, como pasa con la vida, nos enteramos solo de la mitad, o malinterpretamos partes, o entendemos lo que queremos o necesitamos entender. Leemos del mismo modo que vivimos: dando bandazos.”
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En ‘Diario de un librero’, Shaun Bythell identifica a varios tipos de clientes que detesta, según leo en la reseña de Elena Costa. Unos son los ‘letraheridos’, «que suelen llevar camisetas con caricaturas literarias, bolsas con guiños culturetas, pero jamás (y subraya la palabra ‘jamás’) compran nada”.
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Antonio Muñoz Molina en ‘Babelia’:
«La memoria es mucho más frágil de lo que parece. No hay un archivo mental al que recurrimos cada vez que recordamos algo, como si consultáramos un documento más o menos bien preservado; cada vez que se invoca un recuerdo se lo está construyendo en el presente; y cada invocación lo modifica y lo deforma, tiñéndolo con el estado emocional de este momento, más que del pasado. La memoria consciente es frágil, muy inexacta, engañosa porque concede una certeza que no se corresponde con la realidad. Y los relatos de los testigos, por muy fieles que sean, están hechos al fin y al cabo con palabras, y las palabras, hasta las más precisas, son demasiado abstractas. Es el problema de las descripciones en la literatura: una gran parte de ellas son inútiles, porque el lector se aturde y pierde muy rápido la atención.”
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Domingo, 30 de septiembre
Ken Follet en ‘El País’:
«Hace 25 años fui a una asesora de imagen. Me dijo que me sentaba bien el azul oscuro, el gris y el negro. Y que ni se me ocurriera ponerme algo marrón ni amarillo. Quería saber porque hacía muchas entrevistas y deseaba ser profesional. Aprender me dio muchísima confianza.”
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Carta de Victoria González San Martín a la directora de ‘El País’:
«Parece que a los periodistas se les ha olvidado su tremenda responsabilidad con los ciudadanos, la de custodiar sus libertades fundamentales de expresión e información atendiendo a normas éticas y deontológicas. […] Quizás la solución esté en poner en práctica lo escrito por Karl Popper en ‘El conocimiento de la ignorancia’: ‘Es parte de la tarea del periodista el tener y ejercer una actitud autocrítica, franca y honesta hacia sí mismo'».