En el aire conmovido… son cuatro versos del ‘Romance de la luna, luna’, que forma parte del Romancero gitano, de Federico García Lorca, y que al filósofo francés de la imagen Georges Didi-Huberman (Saint-Étienne, 1953) para titular la exposición que acaba de inaugurar en el Centro de Arte Reina Sofía. Así lo explican en la web de la institución: “Articula una antropología política de la emoción en clave poética, esbozando vías de respiración y resistencia que confrontan la persuasiva cultura del capitalismo que ha permeado en todo. Su título apela a la emoción desbordada y no constreñida a un único sujeto, donde entra en juego la idea lorquiana del ‘duende’. De esta forma, la emoción se entiende aquí como un movimiento que se transmite a la colectividad a través de un cuerpo singular y que es susceptible de derivar en una ‘conmoción’, es decir, en una concatenación de emociones que afecta a un conjunto, a un entorno, a una relación”. En una entrevista con Álex Vicente, publicada el pasado domingo en El País, a la pregunta de por qué sus proyectos siempre comienzan con Goya, el propio comisario dice: “Goya es el máximo exponente de la unión entre luz y sombra. Es el pintor del claroscuro, también en el sentido moral. Siendo un hombre de la Ilustración, afirmó que sus imágenes tenían una función crítica, la de arrojar luz, pero después introdujo la sombra en cada rincón. Reflejó la razón y los monstruos de la razón. Su grandeza filosófica es capital”. El museo, cuenta así su exposición: “Se divide en varias secciones que indagan en la dimensión potencialmente transformadora de la emoción y en su capacidad para alterar y buscar la alteridad. El capítulo Pensamientos da cuenta de cómo a la hora de abordar la experiencia de la conmoción se pueden aplicar dos enfoques: generar sistemas taxonómicos que nos permitan clasificar las emociones y controlarlas; o intentar comprender como pasan de un sujeto a otro haciendo del aire ambiental un espacio que tiembla, un ‘aire conmovido’. En Caras y Gestos donde se incluyen obras de Auguste Rodin, Alberto Giacometti, Salvador Dalí o Unica Zürn, entre otros, desempeña un papel central la noción psicoanalítica de ‘síntoma’, ese acontecimiento que expresa un dolor proveniente de alguna profundidad, ya sea psíquica o corporal, que al desencadenarse trastorna la realidad en su totalidad. En Sitios se ponen de manifiesto las limitaciones de la concepción cartesiana de espacio y la irrupción de la emoción en este con obras de James Ensor, Tatiana Trouvé o Joan Miró o Lucio Fontana. La potencia de la emoción de encarnarse en lo social, de convertirse en acción de masas y poder, cuyo efecto transformador puede generar nuevos agenciamientos [¡sic!] sociales pero también utilizarse para legitimar y vehicular nuevas y viejas formas de violencia, represión y dominio, se examina en Políticas a través de los trabajos de Pier Paolo Pasolini, Käthe Kollwitz, Bertolt Brecht, Goya o supervivientes del bombardeo de Hiroshima. Como prólogo y epílogo de la muestra, la sección Infancias reivindica la fuerza poética y política de la inocencia asumiendo su naturaleza contradictoria y poliédrica. Porque el niño, con su caos y sus miedos ve a menudo el mundo mejor que el adulto, traspasando la superficie de las cosas y enfrentándose a la realidad desde una ética insumisa”. Vicente tituló así su entrevista con el autor de Imágenes pese a todo con esta frase: “No tengo Netflix, prefiero mirar a un niño dibujar”.
Dónde: Reina Sofía, Madrid
Cuándo: Hasta el 17 de marzo