À table!

 

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE SITGES. OCTAVO DÍA.

 

Sacude el mar el barco (un  barco decisivo hay en ‘Når Dyrene Drømmer’: ‘When Animals Dream’, de Rasmus Birch)…

 

 

Sacude el mar el barco y la tormenta nos pone en nuestro sitio. Y ya no hay sitio. Algunos tenemos la impresión de que cuando venimos al mundo nadie contaba con nosotros y nuestro asiento en la mesa está ocupado. Así que nos sentamos en un rincón discreto, ponemos cara de mobiliario y conseguimos pasar desapercibidos. Nos molesta. La persona que se obstina en nacer: ese espermatozoide, furioso delincuente juvenil, célula descarriada que le debe todo a su velocidad y calvo como Vin Diesel; ese espermatozoide, alcanzada la meta, quiere subir al podio. Sale después el individuo, la mujer, el hombre –generalmente empezamos de niños-; sale la criatura tímida, apocada, y frustra esa carrera cuyo premio, la existencia en un nivel superior, se entiende que debe llevar aparejada la ‘visibilidad’ –‘L’altra frontera’-. Por eso, para ser visto, nace el individuo de la especie. Y se encuentra con que somos demasiados. Hasta cuando la cueva la habitaban doscientos cromañones, sólo media docena entre ellos eran populares. Sólo unos pocos copan el Antiguo Testamento. Sólo unos pocos salen en La Ilíada. Un  solo Aquiles. Un solo Rey David. Un Pericles. Un Alejandro Magno. Sólo una se llama para siempre Cleopatra. Todos los demás, ellos y ellas, se matan, pero no lo consiguen. ¿Qué pasa con la que, pudiendo, dice: “No me intereso Cleopatra”, al tiempo que el rubor le cubre las mejillas? “¿Cómo que no te interesas Cleopatra’?” Miente. El tímido, la tímida, además de ser unos pesados, frustran el plan universal y el Creador está que trina: hecho a Su imagen y semejanza, el hombre tiene que figurar.

 

Jean-Luc Godard, por poner un ejemplo, entra en el plan divino y lleva sin bajarse desde ‘À bout de souffle’, ‘Vivre sa vie’, ‘Banda aparte’, ‘El desprecio’, ‘Alphaville’: se sabe Dios y Dios se lo agradece, que demuestre la existencia de Dios.

 

Y, luego, los ateos. Como decimos, tímidos insufribles que hemos venido a este valle de lágrimas por equivocación .

 

 

Con ‘The Rover’, David Michâud -de lo lejos que puede llevarte un coche. Y peor si lo conduce un perro-, ‘climática’ y diría yo que muy curiosa (¿qué es eso de ‘climática’: algo que a nada compromete. Determinado crítico farfullaba: “¡Qué daño ha hecho ‘Mad Max’!”); con ‘The Rover’,  ‘Cuando los animales sueñan’ –‘Déjame entrar’ licántropa-, ‘It Follows’ y ‘The Signal, se va Sitges.

 

Hecho para la fama, el Festival de Sitges, en hoy, su último día, que el sábado será la película de clausura y alguna que otra recuperación: remasterizada, ‘Sorcerer’,  de William Friedkin, con la música de Tangerine Dream.

 

 

Sitges termina.  A sangre. Tomamos y bebemos.

 

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