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Mientras tantoA trompicones

A trompicones


                             Suena Thunder road, de Bruce Springsteen

Según cuenta el propio Jim Cummings, director, guionista y actor, decidió rodar su primer cortometraje, Thunder road (2016), como quien rueda un vídeo, sobre un policía que baila en un funeral, con aspiraciones a convertirse en viral. La cosa se fue de las manos y se convirtió en un problema porque el título que inspira el cortometraje se basa en la canción homónima, y una de las más célebres, de Bruce Springsteen. Y claro, Cummings había incluido el tema musical como quien lo usa para un vídeo que sube a Facebook o Instagram. La concesión del Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance al mejor cortometraje supuso un verdadero aprieto, con posibles consecuencias judiciales. El cineasta se pasó infructuosamente más de tres meses intentando contactar con The Boss, pero no fue hasta el momento en que publicó una carta abierta que los abogados de Springsteen quisieron llegar a un acuerdo por un módico precio y el ruego a Cummings de que no escribiera más cartas públicas.

Unos años después, Cummings decidió rodar un largometraje titulado igualmente Thunder road (2019) que toma como punto de partida todo lo que acontecía en el cortometraje para desarrollar la historia de Jim Arnaud, interpretado de nuevo por el cineasta, ese policía que realiza una extravagante performance en el oficio fúnebre por su madre. De nuevo, por supuesto, ahí está la referencia a la canción de Springsteen, adorada por la madre fallecida y que esta le cantaba, como una especie de nana, al protagonista, y que ahora, trata de él reproducir en vano en un excéntrico reproductor de Hello Kitty. Sin embargo, Cummings decidió que la canción no sonara.

Sin duda, si los grandes cineastas son aquellos que entienden que el cine es un arte de la renuncia, Cummings, en su corta trayectoria, con apenas dos cortometrajes, un film colectivo y episódico y esta Thunder road en formato largo, va camino de demostrarlo. Porque en el gesto de renunciar a que la canción no se escuche, ni en ese instante determinado ni a lo largo del film, está la convicción de un cineasta que entiende que a la hora de desarrollar la historia de su protagonista, aquel contratiempo, una especie de humillación inicial, lo define en ese periplo errático, lleno de tropiezos, que se supone que es su vida; una vida de mierda.

Se dice que Cummings es de lo mejor que le ha pasado al cine indie en los últimos años. De acuerdo. Pero es que se puede afirmar que Cummings es de lo mejor que le ha pasado al cine, en general, en los últimos años. Tan solo es suficiente con contemplar ese plano secuencia que abre la película, que nos aproxima, con su lento travelling frontal a Jim para que presenciemos ese pretendido homenaje, honesto y torpe, insólito, hacia su fallecida madre. Basta que el encuadre se vaya cerrando en torno al protagonista mientras suelta su discurso, disperso, confuso, lleno de remordimiento hacia uno mismo y arrepentimiento por lo que no fue como debería haber sido, para que los espectadores permanezcamos atónitos y en poco minutos nos familiaricemos con un desconocido, de comportamiento desconcertante, pero que nos cautiva, nos emociona por ser inconscientemente inoportuno… Ahí le tenemos con su torpe coreografía y las letra de Bruce Springsteen como homenaje a la madre pero, sobre todo, como reverso inalcanzable de su propia vida.

Cummings evidencia un ejercicio de desdoblamiento director-actor admirable por su capacidad para observar, desde la distancia precisa, su propia composición como intérprete –amateur y debutante-, por su equilibrio en el tono, capaz de mezclar la burla, la incomodidad y la empatía, y por su aplicada puesta en escena, centrada en desarrollar largas secuencias, sin imponer ni subrayar nada, simplemente ofreciéndonos, de forma fluida y certera, la posibilidad de ser testimonios de una vida que es un continuo conato de risa y de llanto simultáneamente. Thunder road es lo que se denomina una dramedy pero en la que en este caso resultan absolutamente imprevisibles nuestras propias reacciones, en la que no se nos ofrecen pistas para ajustar nuestra mirada. Al ver la película, nosotros mismos en tanto que espectadores podemos vernos reflejados en el protagonista y su peculiar forma de reír llorando o de llorar riendo. El desconcierto y la admiración son absolutos hacia el tierno retrato de este noble perdedor al que, como a cualquiera, el día preciso en el instante necesario algo no funciona… Y todo se desmorona, y el camino de la vida se tuerce.

Thunder Road from Jim Cummings on Vimeo.

 

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