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Mientras tantoAbrir el año cerrando bares. Crónica de un estreno

Abrir el año cerrando bares. Crónica de un estreno


 

 

El otro día, algunas de las gallinas de este blog nos encontramos en el estreno de Árbol Adentro en la Cuarta Pared, una de las primeras citas del año para ponerse a tono y verse las plumas tras el parón navideño… Fue una noche de buenos presagios y de muchas caras conocidas.

 

Ya al doblar hacia la calle Ercilla, esta gallina que escribe se encontró con un ferviente admirador del Gallinero, el señor Armada, también camino del teatro. Dijo que estaba encantado con las nuevas incorporaciones al blog, y que siguiéramos poniendo huevos fecundos en las redes. Como el señor Armada es también benefactor de estas gallinas (qué fortuna encontrármelo antes del teatro, así es el primero en salir en esta entrada…), un gramito de sana alegría se me subió a la cresta.

 

Al entrar en el hall de la Cuarta, se veía que la noche prometía: aquello estaba de bote en bote, y había ganas de teatro en el ambiente. Perdí de vista al señor Armada y adiviné a lo lejos al señor Gómez Castro (con su grupo de compañeros teatreros), a la señora Gandía, o a la señorita Montenegro, que esperaba paciente la apertura de puertas. En medio del revuelo, me abordaron las señoritas Hernández y Baldeón, alegres pero indignadas con algunas experiencias de ‘teatro supermercado’ (dixit) que habían tenido últimamente, y asustadas con nuevos centros comerciales teatrales que parece que van a abrir en este 2015…

 

Por fin apareció la señorita Turuleta (a la que pronto conocerán los lectores en este blog), con quien entramos a la sala, divisando desde nuestras butacas a la gallina Folguera, a la señorita Velasco o incluso al señor Vallejo. Como era un poco tarde, la función empezó enseguida, y no pudimos seguir comentando lo que nos iba a deparar este nuevo año teatral. En el espectáculo había luces de colores, bastantes reflexiones y un personaje que decía que olía a pedo. Pero aquí no estamos para hablar de la obra…

 

A la salida nos sorprendió que no hubiera piscolabis, como otras veces. Pero enseguida lo entendimos: ese día no había podido venir el señor Henríquez, verdadero rey de los estrenos madrileños, por lo que el refrigerio no habría tenido sentido sin él. En su lugar, hincamos el codo (del ala) en la barra del bar del teatro, pedimos unas cervezas y vimos desfilar a los muchos teatreros que iban saliendo de la sala y comentando.

 

 

Nosotras también comentamos, las señoritas Hernández y Baldeón, la Turuleta, yo, y también la señorita Rubio y el señor Amor, con quienes unimos fuerzas. El último en salir de la sala fue el señor Lidón, que se apuntó a la barra con su afilado criterio, y al que perdimos de vista cuando fue hablar con el señor Romero, autor de la obra. Entre tanto, la gallina Folguera nos dijo que no se quedaba a las cañas, que sufría de tisis teatral (que es cuando ves tanto teatro en una semana que te da la tos; por su última entrada, creemos que ya debe de estar recuperada), y se fueron despidiendo de nosotros teatreros de todo tipo, incluidas la señorita Piña y la señora de Paz (que nos conocen de facebook, pero no de plumas).

 

Tanto dieron de sí las cervezas y los planes teatreros de nuevo año, que la conversación de alargó, y de repente, nos dimos cuenta de que nos habíamos quedado solas. De que somos las cierra-bares de los teatros, y de que el hall que hacía un par de horas había estado repleto ahora presentaba este aspecto:

 

 

Momento de replegarse a los gallineros caseros, y coger fuerzas para todos los próximos estrenos que nos deparará 2015.

 

Vera Yobardé

@verayobarde

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