1
el confinamiento, la falta de libertad, la incertidumbre, las restricciones…
la ansiedad…
…ataques por la noche, sentir que moría ahogado…
no amanece nunca.
2
-Me ocurre esto, señor doctor, siento que no puedo respirar bien, no respiro bien desde que empezó el confinamiento en España, marzo.
-Usted tiene el aparato respiratorio perfectamente. ¿Dice que sube cuatro pisos? Lo que padece es ansiedad. Debe dejar de tomar cualquier cosa que le altere. ¿Toma usted café?
-Sí, me encanta.
-¿Cuántos toma?
-Solo uno al día, siempre después de comer.
-Tendrá que dejarlo, y pida esto en la farmacia más cercana, media por la mañana y media por la noche.
3
Al día siguiente fui al supermercado y compré achicoria, escarola tostada.
Uno echa una cucharada de achicoria en la taza y agua hirviendo, cuela todo en otra taza.
La achicoria solo recuerda al café por el color y el vapor que sale de la taza.
El color.
La achicoria sabe a escarola tostada y la escarola tostada sabe a achicoria.
Gusto.
Llevo cientos de meses tomando achicoria después de comer.
Las pastillas que me recetó, tranquimazin, alprazolam, pfizer, todavía siguen sin abrir.
A veces leo que la pandemia ha hecho que aumente mucho la ansiedad en las personas.
Soy uno más.
Ya no me muero a veces por la noche, después de cenar, levantado de la cama.
Ventana al suelo.
4
Entraba a veces en una cafetería y pedía una achicoria sola. No tenían, tampoco. Nunca tuvieron. ¿Qué? Pedía un té verde. Eso sí. Observaba a los demás y sus cafés. Me gustaba estar dentro y recordar el sabor a través del olor, el ímpetu sosegado y controlado que sentía en el interior gracias a la cafeína. A veces pedía un café solo y no lo tocaba, solo lo olía, lo dejaba intacto y frío. La máquina. Bebía el vaso de agua y salía al aire libre.
5
Una vez.
Y aquí es donde la historia pasa de tener un personaje a tener más.
Una vez la vi.
Me observaba desde su mesa a lo lejos. Tomaba el café poco a poco. Tenía los ojos bonitos y miraban.
Volví y ella estaba.
¿Cómo continuar? Una pregunta que ella, tarde o temprano, hacía una vez al día.
Me observaba desde una mesa. Le dije al camarero si me podría traer un té verde y agua junto a un café solo en un vaso. Quería volver a ver el color del café completo. Cogí el vaso y miré, a lo lejos seguía estando ella.
Creo que cada vez estaba más cerca.
Aquí.
6
-Creo que no puedes tomar café.
-No puedo, cuando la noche está cerrada y no hay luz, todo es oscuro, voy a morir en nada y no quiero, quiero continuar, y quiero tener hijos, hacer equilibrios con ellos, amanecer todos, estar, que pase la noche, que amanezca todavía vivo, futuro, dentro.
-¿Y ahora?
-Ahora estamos bien.
-¿Recuerdas el sabor del café?
-Apenas.
*
el café que les habían servido, el Blue Mountain de Jamaica, estaba demasiado tostado y por eso tenía un gusto tan amargo y común, en lugar de tener el característico del café.
Peter Handke