“como río es la lluvia y se hace mar”
Ángel Guinda
El mensaje me llegó el pasado sábado. Me había escrito hacía poco tiempo con su hija Montserrat. Quería darle las últimas noticias sobre el libro que preparábamos, una extensa antología de algunos de los más brillantes escritos de Ricardo Bada, que él mismo nos había propuesto hacía ya demasiado tiempo. Nuestra intención era terminarlo lo antes posible para viajar a Colonia y entregárselo en mano, y al mismo tiempo intentar que algún Instituto Cervantes de Alemania acogiera su presentación a modo de homenaje a un periodista, a un incombustible plumilla, empedernido vividor, que desde su micrófono en la Deutsche Welle había hecho tanto por la literatura y la cultura en español, sobre todo por lo que se cocía, se pensaba, se decía, se escribía en la América que hablaba la lengua de Cervantes, que era la de este onubense llamado Ricardo Bada.
“Queridos amigos de Ricardo,
Con gran pesar les comunicamos el fallecimiento de nuestro querido padre Ricardo Bada Díaz.
Falleció el sábado 8 de febrero de 2025 en las primeras horas de la mañana.
Para muchos de ustedes esta muerte será un shock, ya que fue repentina. Y ahora, mirando hacia atrás, también llegó demasiado rápido para nosotros. Pero Ricardo se había rendido. Deseaba su fin. Su valor para afrontar la vida se había agotado. La soledad había sustituido a la paz que anhelaba tras los dos últimos años. Una soledad difícil de soportar.
Aunque nosotros, sus hijos y nietos, intentábamos hacerle compañía y apoyarle en su vida cotidiana, seguía habiendo un silencio a su alrededor que nadie podía llenar.
Todo lo que siempre le había dado placer, donde iba su energía, empezó a agotarle. Todo empezó a costarle esfuerzo. Su cuerpo también empezó a ceder al dolor por el final forzoso de su vida familiar y querida en Pflasterhofweg, en Colonia-Weiß, así como por el amargo final de su matrimonio. En enero decidió por su cuenta dejar de tomar la medicación. Esto marcó el comienzo de una dramática espiral descendente.
Desarrolló una infección en un dedo del pie y se vio obligado a permanecer tumbado. Sus visitas favoritas al restaurante sólo eran posibles en silla de ruedas. La cantidad de comida que ingería no era digna de mención. Hace unos quince días dejó de comer. Como consecuencia, fue perdiendo cada vez más fuerzas y ganas de vivir, y nos dimos cuenta de que había llegado el momento de despedirnos activamente.
Y así lo hicimos. Pudimos decirle lo que era importante para nosotros. Él todavía podía decirnos lo que era importante para él. Pero, por desgracia, no del todo, claro. Sus fuerzas menguaban demasiado deprisa.
El jueves 7 de febrero, Ricardo Jr, Vincent (su nieto) y yo (Montserrat), pasamos el día en su habitación. Ricardo dormía, a veces respiraba aliviado. Nos despedimos de él a última hora de la tarde. Suponíamos que volveríamos al día siguiente y lo encontraríamos vivo. Por desgracia, no fue así.
En la madrugada del 8 de febrero, Rebeca, nuestra hermana, fue informada de que Ricardo había sido encontrado en su habitación sin signos vitales. Nos avisó y nos desplazamos inmediatamente al domicilio.
Hemos estado sentados aquí desde entonces. Atrapados en una pena abrumadora. Sin saber realmente quién era importante para él. La semana pasada aún era capaz de decir sus nombres. Pero vemos su libreta de direcciones y nos sentimos abrumados porque tememos no ser capaces de llegar e informar a tantos. Espero que puedan apoyarnos en esto.
Por último, una palabra de consuelo para todos aquellos que ya no hablaban con él. Al final, Ricardo sólo tenía amor para todos los que estaban cerca de su corazón. Sin duda, también por ti.
Había llegado al final de su largo y satisfactorio viaje. Cuando ya no quiso más, fue liberado.
Y si se pregunta cómo será enterrado, él lo dijo muy claro: ‘Me gustaría que me enterraran en silencio y en el más pequeño de los círculos’.
Lo organizaremos para él durante la próxima semana.
Comprendemos que ahora tengas que asumir esta triste noticia.
Con los más cordiales saludos,
los hermanos Bada Hansen».
A vuelta de correo (aunque sea digital, la extraña casa que Bada habitó con tanta curiosidad, libertad, furia, humor y talento) le escribí:
“Querida Montserrat:
De parte de todos los que hacemos fronterad y sentíamos una inmensa admiración por tu padre, te hacemos llegar todo nuestro amor y gratitud. Te abrazamos a ti y a toda tu familia y nos gustaría compartir vuestra tristeza”.
Y le pedí permiso para recoger las palabras que me había hecho llegar con la triste noticia.
Mientras tratamos de hacernos a la idea de que la voz de Ricardo, de don Ricardo, como muchos que le querían le trataban, se ha apagado para siempre, seguimos trabajando en el libro que queremos publicar cuanto antes. Esta es una de las portadas que estamos barajando:
Y este es el texto que, con algunas variaciones, figurará en la contraportada:
“Este libro reúne una amplia antología de los artículos periodísticos de Ricardo Bada (1939-2025), confeccionada a partir de la selección de textos del propio autor.
Como escribe en el prólogo, todos los textos han sido publicados antes en distintos medios internacionales. Se encontraban dispersos: en estas páginas se les confiere una unidad y alcanzan así una mayor rotundidad. Los artículos se publican sin fechar, dando la idea de un continuo, de una tonalidad de conjunto. Siguen el orden argumental propuesto por el autor, y no el cronológico. En esta edición hemos querido respetar la libre relación con la lengua como un rasgo del periodismo de Ricardo Bada, y hemos mantenido extranjerismos, la introducción ocasional de carteles con mayúsculas, o los ricos dejes orales. Entendemos que son fruto de una carrera periodística que ha desdeñado las fronteras. Mientras culminábamos la edición de este libro nos llegó la triste noticia del fallecimiento de Bada en Colonia: vayan estas páginas en memoria y reconocimiento de un periodista y escritor incansable que atendió, con enorme pericia y constancia, a los grandes hitos culturales que le tocó vivir”.
La solapa biográfica debería contar algo así:
“Ricardo Bada nació en el crítico año de 1939 en la ciudad de Huelva. Se trasladó a Colonia en 1963. Ese movimiento geográfico dota a su trayectoria vital y profesional de un carácter singular. Su trabajo en la Deutsche Welle alemana, y su propia viveza intelectual, convierten al periodista en una especie de puente personificado entre su Alemania de residencia, los países de su entorno y, muy singularmente, América Latina. Es autor de numerosos trabajos de divulgación literarias, traducciones, y de la antología de literatura española posterior a 1960 Ein Schiff aus Wasser, junto a Felipe Boso. En 1981 fue nombrado, junto con Boso, Caballero de la Orden de Isabel la Católica. Incansable columnista, mantuvo colaboraciones habituales en medios de varios países de América Latina y Estados Unidos. Entre otros, publicó libros de relatos: La generación del 39 (Nueva York, 1972) Amos y perros (Huelva, 1997) y La bufanda de Cambridge (Bogotá 2018), la novela breve El Canto XXV (Copenhague, 2018), así como ensayos: Me queda la palabra (Huelva, 1998), Los mejores fandangos de la lengua castellana (Madrid 2000), y poesía: Basura cuidadosamente seleccionada (Huelva, 1994) y Límeri de Bueno Saire (Río de Janeiro, 2011)».
Además de su febril bitácora, fronterad fue campo creativo y experimental para otros textos suyos, como viajes pormenorizados hasta la extenuación, como este Valija diplomática. Apuntes de un viaje a Bogotá y Medellín, donde se puede ver una hermosa imagen suya que nos gustaría mantener en la memoria.
fronterad subió a internet el 27 de noviembre de 2009, y Ricardo Bada publicó su primer texto el 28 de noviembre de ese año, primera entrega de Urbi et interneti, la bitácora más constante, más longeva, más nutrida de todas las que han pasado por fronterad o siguen vivas. Como siguen vivas sus palabras en nuestra web. Fueron 776 publicaciones (no creo que haya ningún autor tan prolífico en la historia de la revista), y cosechó 450 comentarios. Hay que decir que los comentarios fueron constante motivo para que Ricardo, casi siempre cargado de razón, sacara a relucir su genio, aunque cuajado de humor y retruécanos. Porque la sección de comentarios de la revista siempre fue un verdadero quebradero de cabeza, que desanimaba al más pintado. Diversos ataques (la revista dejó de poder leerse en Rusia y China tras publicar ensayos o reportajes críticos sobre esos dos imperios) y grietas de seguridad nos decidieron a cerrar finalmente los comentarios, para su gran desazón.
Recordamos aquí su primera entrega, el primer post de tu bitácora, aquel 28 de noviembre de 2009: De mi diario: Semana 48 / 2009, empezaba así:
«Weiß/Colonia, 27.11. (2)
Rolando me envía desde Austin esta cita sofisticada, aunque algo arbitraria, de John Berger: «Cada ciudad tiene su sexo y su edad. Roma es femenina. Odessa también. Londres es un chico de 13 a 19, un pilluelo, y en eso no ha cambiado desde los tiempos de Dickens. Y París, a mi parecer, es un hombre a sus veintes, enamorado de una mujer mayor que él». Le contesto: «Y Barcelona es un travesti viejo que se creía europeo porque le obligaban a hablar en castellano»».
El post incluía el poema de Pablo Neruda ‘Quiero aprender’, que arrancaba así:
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos.
Más abajo menciona la salida al ruedo de la revista en la que se pregunta por las posibles reacciones del público internauta a su diario:
«Weiß/Colonia, 27.11. (2)
FronteraD en pantalla, por fin. Pienso, un poco preocupado, un poco curioso, cómo reaccionará un público internauta frente a las anotaciones de este mi dietario, más que diario. En cualquier caso tengo la firme resolución de seguir escribiéndolo exactamente igual que hasta ahora, para los amigos que lo leen desde hace meses (en algún caso años), para mis afinidades selectivas, como no dijo Goethe. Pero ahora adiós a la pantalla del ordenata, en la del televisor me espera The Naked Spur, una de las mejores pelis del binomio James Stewart/Anthony Mann. Agur».
Y lo cerraba así:
«Weiß/Colonia, 28.11. (3)
Anoche me acosté a eso de las tres de la madrugada, y hoy a las 8.30 a.m. sonó el teléfono y era Oskar, preguntando si podía pasar el fin de semana con nosotros. Ni quise decirle que no, ni tuve corazón para hacerlo, porque ya le dije que no el sábado pasado, por estar invitados esa noche a la fiesta del 75º cumpleaños de Leonardo, y se quedó muy triste. También es verdad que Oskar quizás sea el único consuelo real que tengo en la vida. Lo adoro y él a mí, no somos abuelo y nieto, sino compinches, cómplices. Y no pienso privarle de un solo minuto que quiera pasar conmigo. Con el escaso tiempo que me debe de quedar, sería de lo más irresponsable.
[Escribo esto ya entrada la noche mientras estoy haciendo tiempo para ver mi primer post en el blog Urbi et interneti de FronteraD. Parezco una primípara]».
Su último post lo publicó el 16 de junio de 2024, la entrada final de su nada papal Urbi et interneti, De mi diario: Semana 24 / 2024. Se refería en él a la pesadumbre que le suscitaba su 85º cumpleaños, e incluía, como solía, referencias a una película vuelta a ver, en este caso Las nieves del Kilimanjaro. Pero creo que es de justicia, como muestra de gratitud, reproducirla entera, pese a las penas que cuenta, porque fueron señales de un desaliento que se lo acabó llevando, cuando perdió el deseo de ver, el deseo de leer, el deseo de escribir. El deseo de vivir, del que este Diario fue prueba admirable, una auténtica fe de vida, durante 15 años:
«Rodenkirchen, 9.6.
Con Chico y Vincent en el Steep‘s, adelantándonos al 21.º cumple de Vincent el martes, que ya estoy citado con Ovidio, al cabo de yo creía que casi 25 años, pero él me dice que no, que él recién se jubiló en el 2016, y desde el cierre de la redacción el 31.12.1999 tendremos que habernos visto alguna vez, aunque haya sido un encuentro casual. La verdad es que no recuerdo ninguno.
Luego de despedirnos tras el almuerzo, Vincent acude a votar en Zollstock, en su vieja escuela. Ese es un recuerdo escolar que no tiene ni un solo niño de mi generación, y hasta puede que de la siguiente. ¿Cómo explicarle el franquismo a alguien que nació 28 años después de la muerte del inferiocre?
Rodenkirchen, 10.6., mi 85.º cumpleaños
Conversación con Herr Langenhof, del Finanzamt [=Hacienda], para que ponga una nota en mi expediente, que el adelanto trimestral sobre mis impuestos, que debería hacer hoy, ya lo intenté el viernes pero no pudo ser porque en el Banco están de obras y cerrado hasta el jueves 13, de modo que sólo el 14 podré hacer la transferencia. Herr Langenhof dice que lo hará constar pero no me promete que no me llegue un recargo por el retraso de una semana, que eso depende de la Caja de la delegación y no de él. El Padre Estado es el mayor hijueputa de que se tiene noticia.
Vamos a almorzar con Rebeca en el BV para celebrar mi 85.º cumpleaños, sin pena ni gloria. Esos 85 años transcurridos, en especial los tres últimos, me pesan como fierro sobre los hombros. Y si intento sacudirme el peso mentalmente pues me pesan doble. Recuerdo el epigrama de Felipe: «Los años pasan / Los años pesan / Los años pisan / Los años posan / ¿Por qué no pusan los años?».
Le cuento a Rebeca lo de la transferencia a Hacienda y me pide que se la pase, porque tiene que ir al centro y de seguro encontrará una sucursal abierta de mi Banco y la podrá depositar todavía hoy, en fecha. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.
Rodenkirchen, 11.5., Vincent cumple 21 años
Estuve viendo anoche al cabo de muchos años Las nieves del Kilimanjaro y me volvió a encantar el duelo que mantienen Susan Hayworth y Gregory Peck, ¡qué pareja tan pareja, en todo y por todo! Y además pude ver las escenas de la guerra civil que fueron víctimas de la torpe tijera de la censura franquista. También me volvió a convencer Ava Gardner como actriz, que lo era, además de una de las más bellas mujeres que Hollywood nos hizo conocer. Lo que pasa es que solían darle papeles de portada de revista chismográfica. Y por cierto, no escribía mal, sus memorias no las dictó sino que las escribió ella misma, una vez retirada de la vida tan azacaneada que tuvo. ¡Qué mujer!
Hoy cumple Vincent 21 años, y yo 18 sin fumar, de lo que me gustaría poder enorgullecerme y no puedo, porque no me costó ningún esfuerzo.
Con Ovidio, en el Steep’s, cuatro horas de diálogo al cabo de los años mil. Los dos hemos almorzado espárragos a palo seco y el tiempo se nos fue escurriendo entre las palabras. Rememoraciones de aquellos cinco años que trabajamos codo a codo, él como jefe de la redacción, y yo su vicario. Creo que pocas veces se ha dado en la historia de la Deutsche Welle una dupla tan consagrada a sus tareas respectivas –y no a ponernos zancadillas mutuamente– como lo fue la nuestra, con un respeto que nunca sentí antes por ninguno de los jefes que me tocaron en suerte, ni tan siquiera con el cura Roldán, por mucha mano libre que me dejase. Pero era muy taimado. Cuando estuve en Huelva con licencia militar, en julio del 61, y conociéndome como entretanto ya me conocía, me pidió que dedicase mucho tiempo a oír nuestra emisora y anotar los fallos que descubriese, para no reincidir en ellos. Así lo hice, y la reacción a mi relación objetiva y certera, documentada con días y horas de emisión, fue colectiva, de toda la redacción en pleno (¡hasta W.!), acusándome de mal compañero y quererme hacer con la jefatura de la Cope14. El resultado es que rompí con la emisora y eso, unido a la prohibición a que ya me tenía sometido la censura, fue lo que hizo que me decidiera a irme de España. Nunca me arrepentí.
Rodenkirchen, 12.6.
Anoche otro reencuentro con el pasado: The Barefoot Contessa [La condesa descalza], esta vez la pareja de una Ava Gardner esplendorosa fue nada menos que Humphrey Bogart, y ella, a pesar del maltrato a que la sometió Bogey, dio la talla. Me encantó volverla a ver (6,9 según la clasificación de imdb.com) aunque tenía el vago recuerdo de haber visto antes a Ava en una peli bailando flamenco, pero desde luego no es esta.
Almorzamos con Sirio en el BV. Ha tenido que acortar a cuatro sus planeadas siete semanas en el Brasil y no debiera decir que me alegro, pero sí lo hago. Le pegamos un repaso a su estadía en Brasil (en el Nordeste y la Amazonía), y a lo que le espera a partir de octubre, cuando reanude su actividad laboral cerquita de Colonia, en Frechen. Le cité los dos versos que recuerdo de Eloy Vaquero, con la mención expresa de que lo hacía en su honor; son los que dicen que «Cuando se encuentra un amigo, / es que Dios hace un regalo».
Por la noche cené uno de los panqueques con dulce de leche que me dejó Bärbel a mediodía del lunes en “nuestra” mesa del BV como regalo de cumpleaños. Qué exquisito… ¡y cuántos recuerdos de Baires y de nuestras largas meriendas con Malala después de la siesta! Salíamos a un promedio de un frasco por tarde.
Rodenkirchen, 15.6.
No he escrito nada desde el miércoles 12, sólo he hecho anotaciones para luego ampliarlas si fuera el caso, lo que no ha sido. Por ejemplo para el miércoles me anoté que la noche anterior vi de nuevo una de mis pelis favoritas, Chacal, de Fred Zinnemann, y que a mediodía almorzamos en el Steep’s. El jueves 14, que iba a ir a almorzar al Bistro Verde con Angie, Vincent y los Scholz, quienes ya habían oído tanto ese nombre que tenían curiosidad por conocer el lugar, pasó que hubo un malentendido y Angie no iba a ir. Yo tampoco pude, estaba en la cama con un feroz ataque combinado de abulia y meteorismo, ni modo de salir de casa: Vincent vino a buscar a la abuela, y después del almuerzo, cocina que les gustó mucho, pasaron a saludarme. Admiraron el tan extenso jardín del Maternus desde nuestro balcón, me desearon una pronta mejoría, y se fueron de vuelta a Franconia, de donde sólo vinieron para la mayoría de edad de Vincent. Y hoy me sentía ya tan repuesto de los criminales ataques de mi cuerpo, ayer, que acudí al tradicional almuerzo de los sábados en el BV, esta vez con Rebeca y Montse, además de Paul. Rebeca vuela el martes de vacaciones a Grecia, a una isla chiquita del Adriático donde vive una gran amiga suya casada con un griego. Y Antonia y Paul vuelan el jueves a Málaga, alquilarán un auto en el aeropuerto y se irán a Cádiz, van a pasar unas tres semanas en un pueblito serrano donde alquilaron una casa al borde de un bosque.
Como Paul siempre tiene un huequito en su estómago le regalé uno de mis tres Rösti («Son una de las creaciones más perfectas de la cocina europea», me dijo) y a continuación le recomendé mucho que no dejase de ver El tercer hombre y le cité la frase de Harry Lime [Orson Welles] a Holly Martins [Joseph Cotten] en la rueda gigante de Viena: «No seas tan pesimista. Después de todo, no es tan horrible. Como dice el chico, en Italia hubo guerra, terror, derramamiento de sangre y asesinatos durante 30 años bajo los Borgia, pero produjeron a Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor fraternal, 500 años de democracia y paz, ¿y qué produjeron? El reloj de cuco». Le comenté a Paul que cuando ya vivía en Alemania y vi la peli por primera vez en alemán, añadí para mi coleto «…y los Rösti». Se rio mucho Paul.
Y sí, no he escrito nada desde el miércoles 12 porque estoy seco. Estoy como un vaso recién lavado boca abajo en el fregadero de la cocina. Estoy al borde del colapso físico y hasta puede que mental. No sé si voy a seguir escribiendo este Diario. No tengo fuerzas para nada ni deseos de hacer nada que no sea tenderme en la cama y tratar de olvidar que la vida sigue. No le veo futuro alguno a mi vida que no sea otra cosa sino vegetar hasta que me llegue la hora. Ni siquiera sé si voy a seguir cumpliendo con mis compromisos de columnas y entrega de crónicas, etc. Jamás llegué a pensar que la vida me tenía destinado un final como este, que ni siquiera lo es, porque ojalá lo fuese. Ojalá lo fuese».
Sus palabras. Su despedida. Tan temprano. Te vamos a añorar siempre, querido Ricardo, porque, como dice Emilio López-Galiacho, nuestro director de arte, “era un cromosoma de la revista”. Recuerdo una cordial y divertidísima comida en un restaurante especializado en cocido madrileño en la calle de la Boda, donde fronterad tuvo su primera (y única: fue una ruina) redacción física. Allí no solo diste buena cuenta de las viandas y del vino, sino que lo salpimentaste con tus dichos, bromas, certeras lanzas, lecturas, tu falta de miedo a pensar, hablar y obrar en consecuencia. Buen viaje, querido Ricardo.