Para quien no lo recuerde, o no lo quiera recordar, Agapito es un murciélago que nadie sabe de dónde ha salido, pero que se ha puesto a copiar todo lo que le ha visto hacer al resto de murciélagos de mi supermercado preferido. Que si Tiago, Finea, o Marcelo se meten en un camerino, pues él también. Y el miércoles había decidido meterse en un camerino. De hecho, ahí estaba, colgando bocabajo temerariamente de un cable pelado en el camerino de la sala pequeña del Teatro Español, esperando que Alberto Cortés entrara.
Alberto Cortés, creador malagueño que ha visitado ya muchos teatros de España, iba a estrenar en la sala pequeña del Español la pieza El ardor, dentro de un ciclo del Teatro Español llamado Plataforma, que llega a su cuarta edición, y que tiene como objetivo dar impulso y difusión a la creación emergente. Ya habían estado programados en esta temporada Los chicos de Baker Miller de Mudanzas López, Rei Édipo de SillySeason de Portugal y Te estábamos esperando de Viviseccionados y Antonio L. Pedraza.
En ese momento alguien intentó entrar al camerino. Se oía cómo intentaban abrir la puerta con la llave, pero no lo conseguían. “Esta llave no es.” Se oía al otro lado de la puerta. “No se abre. ¡No se abre!”
En El ardor, según la web del Teatro Español, “Alberto Cortés propone un delirio romántico: jugar con la idea de un ardor entendido como deseo eterno, como una llama que no se apaga y que va más allá del consumo de cuerpos en el entramado afectivo capitalista. Influenciado por las teorías malditistas y postanarquistas, lo que parece un discurso vampírico sobre cómo congregar bandas callejeras de cuerpos al margen y hacerlos inmortales, termina siendo un canto de amor a la poesía que hay en habitar la identidad desde el incendio.”
Poco después se volvió a escuchar a alguien intentando abrir, y esta vez sí que lo consiguió. Un señor hablo desde fuera, y entró un artista al camerino, que resultó ser Alberto Cortés, el creador malagueño a quien Agapito estaba esperando.
SEÑOR.- Sin darme cuenta te había dado la de un camerino de la sala grande…
ALBERTO.- A lo mejor es porque tenía que estar programado en la sala grande, que creo que muy emergente ya no soy.
SEÑOR.- Uy, a mí de eso no me hables, que yo, de emergencias, sólo sé por qué puerta hay que salir en caso de…
ALBERTO.- Nada, si era una broma…
El señor se fue. Alberto cerró la puerta de su camerino. Agapito miró a Alberto. Alberto miró alrededor, contemplando su camerino. Después se miró al espejo y se dirigió a sí mismo unas palabras.
ALBERTO.- No sé cuánto tiempo más vas a seguir arrastrando la palabra “emergente”.
Alberto, como cualquier otro artista que se cree solo en camerinos, hablaba sin saber que en cada camerino siempre puede haber un murciélago oculto.
ALBERTO.- Es muy significativo lo de estar en un ciclo de creación para impulsar a artistas emergentes. Ya les dije “creo que no soy emergente”. Y contestaron “bueno, es también para piezas que están en un lugar distinto con respecto a nuestro público habitual…”
“¿En un lugar distinto?”, pensó Agapito. En un lugar distinto también estaba él, que en vez de estar en el supermercado donde vive, estaba en un camerino observando y escuchando a Alberto Cortés.
Alberto abrió su mochila y sacó el teléfono móvil. Le grabó un audio a alguien…
ALBERTO.- Nunca había estado aquí. La primera impresión que he tenido es que el teatro es muy antiguo por dentro, y que la sala es pequeña, más de lo que pensaba. Imagino que este teatro tiene muchos años.
Pue claro que tiene muchos años, en ese sitio se hace teatro desde hace muchos años, ya se lo contaré a Agapito. Pero el edificio actual, no sé cuántos años tiene. Debería investigar, o decirle a Agapito que lo haga…
ALBERTO.- Me habían dicho que había una estatua de Lorca en la puerta, pero no le he reconocido, porque veía la escultura, pero no se me parecía a Lorca… Y Lorca tampoco me reconocía a mí.
Agapito no sabía bien si era un audio a una persona o es que Alberto grababa un diario en que se contaba a sí mismo sus impresiones…
ALBERTO.- Aquí me hallo y te mando esto desde este camerino pequeñito. Hoy miércoles es el estreno, y está todo vendido, mañana jueves también está casi todo vendido y va a haber público estos días. Estaremos hasta el domingo 2 de junio. Además, creo que es un poco la despedida de esta pieza, el cierre de El ardor, después de varios años. Creo que la pieza me está abandonando un poco y que llega a su final… al menos dentro de España, no sé lo que puede pasar fuera… Pero, aquí, creo que ha cumplido su cometido y me parecía que era un buen cierre, un buen lugar de despedida, ¡el Teatro Español! Esto te digo, un besito, ciao…
En ese momento llamaron con los nudillos a la puerta del camerino. Agapito se asustó y se ocultó bajo sus alas de murciélago.
Os preguntaréis por qué estoy yo contando lo que pasada en ese camerino en el que se supone que solo estaban Alberto y Agapito. Lo mismo me estoy preguntando yo.
@nico_guau
El ardor
Concepto, dramaturgia e interpretación: Alberto Cortés
Del 29 de mayo al 2 de junio de 2024 en la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español