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Alfa y omega

 

Cuando escribí sobre el caso del piloto Lubitz lo hice en un estado de ignorancia superior. Lo he corregido este verano leyendo The Perversion of Virtue, lo último de Thomas Joiner, una vigorosa actualización de todo lo que se sabe, incluso se intuye, sobre el morir matando. En Estados Unidos se calcula que un 2% de todos los suicidios ocurren dentro de ese dramático contexto. Que ese porcentaje mínimo cope portadas de periódicos, minutos de radio y televisión y que el 98% restante pase prácticamente inadvertido, dice algunas cosas de interés sobre el profundo desequilibrio con el que los medios reflejan el mundo. Y quizá otras sobre el estigma de la enfermedad mental, aunque en este caso los reproches, en mi opinión, deban ser más tenues. El psicólogo Joiner, que perdió a su padre por suicidio, es uno de los mayores especialistas del mundo en la materia, y la noticia que trae encuentra el benéfico acomodo de la actualidad: es el suicidio y no el asesinato el que dicta los pasos a seguir. Para demostrarlo se apoya en diversas similitudes y no es la menor que mientras el número de asesinatos desciende en todo el mundo, el de suicidios y asesinatos suicidios se mantenga estable. Otras son la premeditación, tan común a los suicidas como a los asesinos suicidas; el trastorno mental (la mayoría de asesinos a secas no lo presentan); el uso de antidepresivos o las tentativas previas. Que los asesinos suicidas se parezcan más a los suicidas que a los asesinos, sin embargo, no los convierte en suicidas. Sólo significa que una vez tomada la decisión de suicidarse pueden dedicarse más concienzudamente a la matanza. Los periódicos se escriben desde el lugar de las víctimas entre otras cosas porque es imposible adentrarse en ninguna cabeza. Aunque también desde Joiner porque esas cabezas están manejadas por la Virtud. Una pareja que acuerda suicidarse y examina la difícil situación en la que quedaran sus retoños y decide darles muerte antes de quitarse la vida es una pareja con una visión defectuosa de la realidad. Y los periodistas no debemos exagerar. Un hombre al que se le había denegado el asilo se suicida en Alemania dejando 15 heridos. La exageración.

 

Joiner trata de manera muy oblicua el terrorismo yihadista. Y creo que hace bien. No sólo porque Dios esté detrás, sino por el carácter grupal y su absoluto desdén por la identidad de sus víctimas. El terrorismo yihadista, al contrario del asesinato con suicidio, no es una cuestión personal. El libro se publicó en Estados Unidos en 2014, antes de la tragedia de los Alpes. Salvo con la tripulación, no parece que el narcisista guardara relación alguna con sus víctimas. Un caso excepcional, desde luego. Aunque yo diría (“Algún día haré algo que cambiará el sistema”) que sabía perfectamente a quién pertenecía el avión.

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