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Algo es algo



Como las cosas están como están y el tono quejumbroso se ha instalado desde hace mucho tiempo en los trending topics del comportamiento y el sentir generales, no está de más hacer referencia a una pequeña concordancia de brotes verdes en lo que respecta a la presencia del teatro en los medios de comunicación. El pasado miércoles, día 14 de diciembre, La 2 de RTVE recuperó la legendaria vitola de “Estudio 1” para programar en alta definición Urtain, un gran y multipremiado montaje de la compañía Animalario dirigido en su momento por Andrés Lima, protagonizado por Roberto Álamo, y adaptado ahora al medio televisivo por Andrés Luque. Además, todas las emisoras de Radio Nacional de España (Radio 1, Radio Clásica, Radio 3, Radio 5 y Radio Exterior) se han confabulado para emitir diversas piezas teatrales de dramaturgos españoles contemporáneos en una suerte de ciclo de lo que denominan ficción sonora para diferenciarla del teatro meramente leído con un narrador que detalla la acción.

Algo es algo en estas horas de incertidumbres y crujir de dientes. Esperemos que, mientras celebramos este presente, la iniciativa tenga continuidad en el futuro, pues es de las que justifican el ser y el estar de los medios públicos. Urtain es una gran obra concebida como una cuenta atrás, la que va desde el duodécimo y último asalto de la vida de boxeador José Manuel Ibar –que decidió saltar al vacío desde su piso en el madrileño barrio del Pilar el 25 de julio de 1992, cuatro días antes del comienzo de los Juegos Olímpicos de Barcelona– al primero, cuando vino al mundo en Cestona (Guipúzcoa) el 14 de mayo de 1943. Con motivo del estreno del montaje en el Teatro Valle-Inclán, a finales de septiembre de 2008, escribí en ABC que esos 49 años se concentraban en una neblina iluminada por los focos del cuadrilátero, de tal manera que las figuras parecían envueltas en un estupor de sueño. “La escenografía concebida como un ring encierra entre sus cuerdas el ocaso de un hombre inventado como boxeador por unos especuladores y convertido finalmente en reclamo de un mesón que exhibe como máximo trofeo la foto que se hizo con Franco; una pugna contra la propia sombra en la que se agitan la huella de sus mujeres, el fragor de los golpes, los engaños de los que fue víctima, sus excesos, sus comienzos como levantador de piedras y la figura terrible del padre. En el mosaico se mezclan canciones de Raphael, el relato del asesinato de los abogados laboralistas de Atocha como si fuera un chiste de Eugenio, eslóganes comerciales y personajes de la época, una España que quiso inventarse una leyenda destruyendo al hombre”. Toda esta atmósfera de época, la memoria brumosa y el latido esencial de la obra han sido asumidos brillante e inteligentemente por la adaptación de Luque, también realizador de este proyecto ejemplar.

En el ámbito radiofónico, la selección de los autores ya emitidos es atinada, aunque lógicamente incompleta; habrá que esperar a oír lo que nos depara el ciclo completo, que, con la colaboración de Fundación Autor, comenzó el pasado día 12 con Método Le Brun para la felicidad, de Juan Mayorga, y concluirá el próximo 5 de febrero. Sucesivamente, se han emitido esta semana –siempre por Radio 3, dentro del programa cultural “En la nube” y a las 22 horas– La foto del aviador, de Alfredo Sanzol (martes 13); Mal dormir, de José Sanchis Sinisterra (miércoles 14), y La cortesía de los ciegos, de Vanessa Montfort (jueves 15). Todas la piezas duran entre quince y veinticinco minutos, y algunas han sido escritas ex profeso para la radio, y otras, no, como la de Sanzol, que es una de las partes de su obra Delicadas.  Una iniciativa muy interesante que explora las posibilidades radiofónicas del teatro,  que hay que apludir. Lo ha concebido y dirigido Nicholas Jackson. Felicidades.

ADENDA: Joseph K. hace teatro. Un embrollo burocrático digno del calificativo de kafkiano. Lo resumo. La Comunidad de Madrid otorga anualmente unas ayudas a la producción teatral. Parece ser que las elecciones de mayo han trastocado el proceso y, llegados a estas alturas del año, los posibles recipendarios han debido aportar ya los justificantes de los pagos realizados a cuenta de esas ayudas aún no recibidas, sin saber a cuánto ascenderán las mismas y, lo que tiene más gracia, si las van a percibir o no. Como las normas exigen que los espectáculos que aspiran a la subvención han de haberse estrenado como muy tarde el 23 de noviembre, todo los proyectos aspirantes han debido realizarse sin saber si iban a ser agraciados o no con dicha lotería. Habitualmente, la cantidad percibida suele ajustarse al diez por ciento del presupuesto de cada proyecto, algo que, lógicamente, por si solo no permite sacar adelante los montajes, pero sí influye en la predisposición de las entidades financieras a la hora de conceder créditos para esta incierta actividad, siempre tan en precario. Joseph K. espera el maná de Godot en medio del escenario, con el telón ya bajado.

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