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Mientras tantoAlicia en las ciudades. Adiós a Alicia Gómez Montano

Alicia en las ciudades. Adiós a Alicia Gómez Montano


 

 

No se rendía porque tenía todavía muchas cosas que hacer. En el periodismo y en la vida. Llevaba más de dos años luchando contra un cáncer insidioso, y sometiéndose con estoicismo y su proverbial ironía a tratamientos experimentales, como una conejilla de Indias que quería vivir porque no estamos aquí para andarnos con tonterías. Pero tampoco para darse importancia.

Alicia Gómez Montano (Madrid, 1955-2020) murió esta mañana en un hospital de Madrid y en Reporteros Sin Fronteras estamos tristes por haber perdido a una compañera y a una vicepresidenta que tenía la inteligencia para sortear todos los obstáculos en defensa de la libertad de prensa y de la dignidad de la profesión, y la mano izquierda y el buen humor para quitarle espinas a lo estéril, para dejar de lado lo banal.

La muerte nos desampara y nos hace caer en lugares comunes que le harían a Alicia utilizar uno de sus incomparables y agudos sarcasmos, sin maldad, pero podemos reconocer mucha verdad en la riada de comentarios de duelo y cariño que ayer atravesó la ciudad bajo la lluvia: Una tremenda pasión por su trabajo de periodista, con una ética a prueba de bombas, y de injerencias políticas. Respetaba a sus compañeros y se lo hacía saber, generosa, combativa, incansable, no improvisaba. Era única a la hora de emplear el humor como arma de educación masiva. Todos los que la conocieron rieron a mandíbula batiente y aprendieron con ella.

Amante del cine y de todos los placeres del alma y de la carne, lo que más indignaba a Alicia estas últimas jornadas de lucha contra un mal que ya se nos llevó por delante hace más de dos años a Malén Aznárez, la presidenta de RSF, era precisamente que le habían dicho que tenía que parar, que no podía seguir en la brecha… en Televisión Española, en Radio Nacional de España, en Reporteros Sin Fronteras… y en la vida de cada día, de Juan, de su línea Maginot de amigos, de su insaciable lora Rosa, de los que vamos a tener que consolarnos tratando de imitar sus virtudes y su falta de paciencia con la estupidez y, sobre todo, con la maldad.

Defensora de la igualdad en RTVE, me aprovecho de la generosidad de tantos amigos de la televisión pública para este pequeño apunte biográfico que, como siempre, no agota su biografía. Con una trayectoria de 40 años en RTVE, fue directora de Informe Semanal de 2004 a 2012. Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de periodismo televisivo en diversos másteres, entre ellos el de ABC/UCM, donde la invité a enseñar ética periodística práctica, ayer algunos alumnos me recordaban emocionados clases que no olvidarán. En octubre de 2018 fue nombrada editora de Igualdad de Televisión Española, un cargo de nueva creación que asumió con el objetivo de garantizar la igualdad entre hombres y mujeres, tanto en contenidos como en presencia activa en el servicio público de radiotelevisión. Algunas de sus iniciativas han recibido reconocimientos, como el Premio Nacional de la Fundación Alares o el premio del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad para el proyecto interactivo 1.000 mujeres asesinadas, del Laboratorio de Innovación de RTVE. En 2018 obtuvo la más alta puntuación de los 20 finalistas elegidos entre 95 en el concurso público para presidir la Corporación RTVE, un cargo todavía pendiente de cubrir. Precisamente, según repetía Alicia, todos los gobiernos de la democracia dejaron y aun tienen esa asignatura pendiente, la defensa y puesta al día del papel esencial de los medios públicos.

Alicia G. Montano inició su carrera profesional en la radio a finales de los años 70. Después de aprobar la oposición de ingreso en RTVE se trasladó al Centro Territorial de TVE en Navarra donde llegó a ocupar la dirección de Informativos. En 1988 regresó a Madrid y asumió hasta 1996 la jefatura del área de Nacional de los Telediarios. Ese año fue nombrada subdirectora de Informe Semanal y en 2004 asumió la dirección del emblemático programa informativo de la televisión pública en el que tantos aprendimos periodismo y de qué va la vaina en muchas esquinas ignoradas del mundo. También fue nombrada subdirectora de Informativos y directora de Informativos no diarios hasta el año 2012. Después se incorporó a la redacción de En Portada, donde demostró que tenía pasta de reportera.

Por eso tenía toda la lógica que desembocara en Reporteros Sin Fronteras, donde desde 2017 ejercía como vicepresidenta y donde la noticia su muerte, como en tantos otros ámbitos que la trataron de cerca, supone un mazazo. Porque aunque sabíamos que estaba enferma ella se las arreglaba para que lo olvidáramos, acudía a todas las reuniones bromeando sobre los pinchazos y los avatares que le hacían pasar a su enjuta anatomía, para enseguida ponerse manos a la obra con un entusiasmo contagioso.

Por eso me gustaría transcribir lo que hoy compartió con la directiva de RSF la que fuera vicepresidenta con ella, Macu de la Cruz: “Es tan doloroso que me deja sin palabras. Yo fui quien propuse a Malén Aznárez que la invitáramos a unirse a RSF y enseguida aceptó, incluso el marrón de ser vicepresidenta. Fue maravilloso cómo encajó y cómo amplificó nuestras perspectivas, su energía, su empuje, su sentido del humor, sus brillantes análisis… Añadió tanta calidad que enseguida nos hizo mejores. Fue una suerte para RSF”. Ella fue una de las impulsoras de uno de los últimos grandes proyectos de RSF, el Informe sobre el Sáhara Occidental, un desierto para el periodismo, que elaboró la corresponsal de RSF en España, Edith Rodríguez Cachera, otra de sus grandes admiradoras y sin embargo amigas.

Alicia Gómez Montano siempre mostró preocupación por la independencia informativa y escribió varias tesis sobre el tema. Publicó los libros La manipulación en televisión y Por una mirada éticaConversaciones con Alicia Gómez Montano. El cine (no solía faltar a la cita en el Festival de San Sebastián), la literatura y, por supuesto, el periodismo eran sus grandes pasiones. Fue colaboradora de las revistas Fotogramas Qué Leer. A lo largo de su carrera recibió reconocimientos como la Medalla de Plata del Festival de Cine y Televisión de Nueva York, o el Primer Premio de investigación del Consell de l’Audiovisual de Catalunya. Tanta calidad humana y profesional, tantos premios. El mejor premio para RSF fue el privilegio de tenerla entre nosotros.

Fue todo un detalle que en el Telediario de las 3 de TVE, su casa, este sábado lluvioso en Madrid, que a ella le gustaría para su funeral, terminaran su homenaje a Alicia con una de las más hermosas canciones de Jaume Sisa, Qualsevol nit pot sortir el sol, es decir, cualquier noche puede salir el sol, que escuchaba sus últimos días en la tierra. Anoche, tras asistir al estreno de Prostitutas, una obra de teatro que nos daría para hablar y debatir largo y tendido sobre el fondo y la forma, como tantas veces hicimos, decidí ir al hospital a despedirme de ella. Sabía que la habían sedado hacía varias horas, pero también que no tendría otra oportunidad de decirle adiós. Tres días antes, molesta ante los avances de la enfermedad, aprovechaba cada frase para meter un chascarrillo, para, como siempre, bromear sobre las fatigas y alegrías de la existencia.

El viaje en metro desde Sol hasta Sanchinarro era largo. Me crucé con los que seguían el curso de su vida, como todos los viernes del mundo. El hospital parecía un hotel en medio de la montaña, con sus luces de posición, y en silencio. Pero un hotel del que no siempre se sale. El portero de noche no me hizo ni caso. Los pasillos desiertos parecían localizaciones para una película negra y melancólica. En su habitación, la 351, había un cartelito como el de los hoteles, para que nadie entrara a perturbar el sueño… O el amor. Llamé quedamente con los nudillos. Me salió a recibir su sobrina, Alicia como ella. Y luego, su hermana. “Alicia está dormida”. Le di recuerdos llenos de cariño de parte de todo el equipo de Reporteros Sin Fronteras, de todos los que la queremos. Entreabrió los ojos, una ranura para ver quién era el impresentable que venía a importunarla esa última noche. Y quiero pensar que se sonrió. Y volvió a cerrarlos. Quiero pensar que mi voz llegó hasta algún rincón recóndito del maravilloso y feraz cerebro de Alicia Gómez Montano, que aunque se apagó esta mañana de enero en Madrid, y que (no será un lugar común, querida Alicia, te lo prometo), seguirá acompañándonos en la noche de las ciudades, en la noche del periodismo, de las palabras y las imágenes que nos iluminan en tiempos de penumbra.

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