Hoy hace 3 años, 1 mes y 26 días que vivo en Burkina Faso.
No parece una efemérides del otro mundo pero hace justo un año que vivo con mi mujer, Asséto Ouedraogo. Ya sé que estas cuestiones se celebran en la intimidad, pero escribir blogs (escribir en general) no es precisamente el paradigma de la discreción. Así que si os cuento mis gracias y desgracias en Burkina Faso no creo que esté de más que celebre este primer aniversario compartiéndolo con vosotros.
Mi mujer no es perfecta, puede que yo tampoco dado que es la opinión unánime de todos mis hijos, excuso deciros del resto de la familia, y la mayoría de mis amigos. Al que opina lo contrario a veces suelo ir a visitarle a la residencia donde le tienen recluido por su bien, pero sobre todo por el nuestro.
Las relaciones de pareja son difíciles, ¡qué os voy a contar que no sepáis! El que no se haya separado alguna vez que tire la primera piedra…, o el que no haya fantaseado con la violenta desaparición de su pareja después de alguna bronca. Ya fuera por motivos naturales, caída de rayo, brutal choque frontal contra un trailer de 10 ejes, etcétera, o simplemente estrangulándola. Pero si sigues adelante con tu pareja porque eres un buen contable y el balance de momentos buenos es superior al de los malos, eso es que la quieres. O eres muy práctico. Y ahí estoy yo.
Pasados los momentos de enamoramiento han llegado los otros. Y sigo muy contento. No os voy a detallar las cosas malas, que es algo más que difícil esto de la multiculturalidad. Yo hago esfuerzos por aceptar su cultura, la cultura africana en general, pero no es fácil ni llevando tres años por estos lares. Y ella hace lo que puede por aceptar la mía, o la cultura europea, que tampoco le resulta nada fácil, porque también tenemos lo nuestro.
Sigue habiendo cosas en lo que no nos ponemos de acuerdo y que evitamos los dos por la buena marcha de nuestra relación: la magia, la religión, el racionalismo a ultranza. Pero es como si fuera del Real Madrid, que no podríamos ver los partidos juntos (enhorabuena a mis amigos del Real Mandril por la Liga). Así que ella reza y hace sus magias a escondidas y yo me cago en Dios siempre que puedo para escandalizarla. No acabo de tener claro si mi estrategia es correcta, porque no acaba de dar sus frutos.
Por lo demás mi querida mujer es mi muy querida compañera. Me acompaña todos los días y me ayuda a poder seguir adelante en este duro camino burkinés. Hay tantos días que habría tirado la toalla y abandonado todo aquí que si no fuera por ella ya lo habría hecho, seguro. Cada vez que hay un problema gordo y eso pasa una vez a la semana, como mínimo, le grito al chico de los recados que se vaya a comprar un bidón de gasolina, que vamos a hacer una bibliobarbacoa…, ella me abraza, me da besos y me acaricia, y me dice que me vaya a casa y que me meta en la cama. Y eso hago, y al despertarme ya se me han enfriado los ánimos incendiarios.
Es un encanto, simpática, siempre está sonriendo y es muy sociable. Y creo que me quiere. Y se ocupa de mí prácticamente todos los días. Más no puedo.
Yo también la quiero.