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Antes de Cristiano fue Eusebio. Adiós a la Pantera negra

 

La mañana del domingo 5 de enero amaneció con una noticia triste, aunque anunciada: el fallecimiento de uno de los grandes embajadores del fútbol, Eusebio.

Ídolo de más de una generación, Eusebio era un chico de un barrio humilde de la ciudad de Maputo (en aquella época llamada Lourenço Marques) en Mozambique, donde se ausentaba de clases en el colegio para practicar el fútbol. Allí se presentó a varios clubes, de los cuales el único en ofrecerle una oportunidad fue la filial del Sporting en Lourenço Marques. Con 15 años comenzaba la carrera de quien aún no era apodado «la perla negra».

 

Eusebio despertó el interés de varios clubes mientras militó en las filas juveniles del Sporting Lourenço Marques. Contaba el propio jugador que fue requerido por un scout de la Juve, pero que su madre no quiso saber nada al respecto. También es conocida la historia de José Bauer, jugador de la nacional brasilera en los mundiales del ’50 y del ’54, quien aún estaba vinculado con el Sao Paulo y quien recomendó la incorporación del chaval a las filas del club paulista en 1960, tras una temporada en la que Eusebio había marcado 36 goles en 20 partidos. La jerarquía del equipo se opuso, y Bauer le comentó la situación a su amigo Béla Guttmann, a quien había conocido como entrenador del Sao Paulo en los años 50. Guttmann ahora estaba al mando del Benfica, y tres días más tarde el club capitalino portugués se hacía de los servicios de aquella promesa.

 

Aunque aquel asunto tampoco fue tan claro. El Sporting de Lisboa, al tanto de la situación, buscó interferir, y la polémica en los diarios lisboetas duró varias semanas pero en definitiva Eusebio (y su familia) optó por incorporarse a las filas de un Benfica que le ofrecía un contrato de 250.000 escudos (aproximadamente 9.000 dólares), una cifra importante para la época, una cifra astronómica para la familia de Eusebio. El Benfica, temiendo un intento de secuestro por parte del Sporting, envió a Eusebio con un nombre falso a un pequeño pueblo en el Algarve, y no presentó al jugador hasta cinco meses más tarde. Fue la primera vez que el atacante se convirtió en noticia nacional. No sería la última.

 

Junto con Colona y Costa Pereira, Eusebio formaría la columna vertebral de un Benfica firmemente anclado en sus fichajes africanos que por años sería el equipo a vencer en Europa. La primera temporada de Eusebio como titular en el Benfica fue 1961-62. Guttmann ya había conseguido la Copa de Europa con el club el año anterior y con la ayuda del atacante mozambiqueño de 19 años el Benfica retendría el título en 1962 ante el Real Madrid. Dos años más tarde, la reputación de la «pantera negra» era tal, que la Juve volvió a la carga en sus esfuerzos por ficharlo, ofreciendo hasta 16 millones de escudos (aproximadamente 550.000 dólares) por su traspaso. Habría sido imposible para el Benfica rechazar tales riquezas, así que el gobierno de Salazar intervino y declaró al futbolista tesoro del estado: Eusebio quedaba sentenciado a jugar en Portugal de por vida, en un vuelco que resultó ser innecesario, pues la federación italiana de fútbol decidió esa misma temporada prohibir a sus clubes la incorporación de jugadores internacionales.

 

En las seis temporadas entre 1962 y 1968 Eusebio marcaría 29, 32, 37, 32, 35 y 49 goles respectivamente con el Benfica, llevando al club a conseguir 5 campeonatos de liga (solo en 1965-66 saldría airoso el Sporting), la Copa de Portugal de 1963-64, a disputar (y perder) tres finales de la Copa de Europa, además de alzarse con el galardón al máximo goleador de la liga portuguesa en cinco ocasiones consecutivas (solo en 1962-63 pudo el altísimo Torres, compañero del Benfica, marcar más goles que él), máximo goleador del Mundial de Inglaterra 1966, hacerse con la Bota de Oro al máximo goleador en Europa en 1968, y, por supuesto, con el Balón de Oro al Mejor Jugador de Europa en 1965, tras quedar entre los tres finalistas en 1962 y de nuevo en 1966. En otras palabras, Eusebio entró al panorama del fútbol mundial a los 19 años, y lo trastocó de manera inmediata, rotunda y contundente. Las cosas, después de él, no volverían a ser igual.

 

Las fortunas del Benfica en Europa sufrieron un vuelco a partir de ese momento, pero en el frente doméstico el equipo mantendría su supremacía, y Eusebio, ahora con la fuerza y la corpulencia de un deportista de 25 años, se convertiría en la piedra angular de un equipo que se vio en la necesidad de rejuvenecerse. Tras un mal año en la temporada 1968-69, en la que sin embargo el Benfica logró conseguir el doblete de liga y copa, Eusebio volvió a su forma habitual y registró 25, 26 y 20 goles en las próximas tres campañas, antes de marcar 42 en la temporada 1972-73, lo cual le merecería por segunda vez la Bota de Oro al mejor goleador de Europa. Durante ese período el Benfica ganaría las últimas dos Copas de Portugal que Eusebio habría de conseguir, y tres ligas consecutivas entre 1970 y 1973.

 

Un jugador de otra época, de zancada espeluznante, de potencia incalculable, de control inverosímil con el balón y con una gallardía nata, Eusebio no solo fue una auténtica estrella en los primeros días del fútbol televisado, sino que además siempre demostró un respeto entrañable por el contrincante —de hecho, un respeto por el ser humano— y un amor por el deporte que, eventualmente le pasó factura. Una lesión en la rodilla izquierda lo obligó a retirarse del Benfica a las 32 años en 1975, tras conseguir su última, décima, liga. Pero 15 años de carrera no habían sido suficiente para Eusebio, quien partió al otro lado del Atlántico en busca de nuevas aventuras. Allí jugó en la NASL en 1975, y con el Monterrey en la liga mexicana en el 1975-76, antes de unirse a los Toronto Metros, con quienes conquistaría la NASL en 1976, el último triunfo de su carrera. En adelante, su trayectoria sería una letanía de equipos pequeños —el Beira-Mar en Portugal, donde sufriría una nueva lesión, el New Jersey Americans, entre otros— donde no lograría otra cosa que dilatar el sueño de un chico de arrabal mozambiqueño. Bien mirado, eso no es tan poco.

 

Incontenible en el terreno de juego, humilde en su trato personal, perdidamente enamorado del deporte al que le dedicó toda su vida, inclusive tras su retiro final en 1980, desempeñándose por 30 años más como embajador del Benfica y de la selección portuguesa, Eusebio se desprendió finalmente en la mañana del 5 de enero de 2014 de su dimensión corpórea. Su paso por el terreno de juego que fue su vida perdurará por siempre, inolvidable.

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