Home Mientras tanto Aquí los malos se quitan la careta

Aquí los malos se quitan la careta

 

Hace poco, y en protesta desatada por el ataque israelí a Gaza, unos famosos dijeron que aquello era una pasada, pero tardaron sólo unos minutos en “matizar”; o sea, que lo que entendieron los censores no era lo que quisieron decir. ¿Pero quiénes eran los censores de la libertad que obligaron a las celebridades a corregirse? Pues los judíos que se enriquecieron haciendo a saber qué. Porque, en serio ahora, ¿de dónde viene el dinero que tienen los judíos, de los que parece que es mundialmente sabido que están podridos de dinero? Esto sería muy interesante de saberlo. A lo que íbamos: dices que no, que dejar caer bombas sobre una ciudad es una barbaridad y salen treinta mil poderosos de debajo de la piedra y te ponen a parir. A Penélope, por ejemplo, la llamaron tonta. Pero lo peor no es la posibilidad incluso de que el padre de otra celebridad ponga su grito en el cielo porque una “tonta” se ha descuidado y se ha dolido por la barbaridad, sino que cientos de personas célebres, pero no por haber hecho nada importante, se callan y no salen en defensa de sus compañeros.

 

Es decir, perdemos nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestras hijas salen de casa a desmayarse por “estrellas” de cualquier catadura moral, nos desvivimos alabando sus creaciones, ya sean películas, actuaciones, jugadas, fintas y driblings, y resulta que pasa algo grave y deben ser mudos porque los que controlan todo lo que hay detrás de todo esto son judíos y porque si los criticas, que es decir que cada ciudad del mundo se merece recibir bombas o que se pare ya, te llaman antisemita. O sea, tú, que te quejas de animaladas variadas y aplaudidas, odias al resto de los judíos, y, además, puede que te alegres por lo que sufrieron cuando Adolf Hitler quiso poner en práctica las ideas recogidas en Mein Kampf. Pues muy bien. Los tontos hemos sido nosotros, que hemos estado venerando, adorando, llorando, aplaudiendo y gastando nuestro dinero por unos mudos que no valen para nada, que se deben callar aunque la bomba caiga sobre la casa de sus madres, y solo porque no deben herir a los judíos, que sufrieron mucho, muchísimo, en Dachau. Ya ni sufrieron, sino que directamente fueron aniquilados. (¿Han visto hasta qué grado de animalidad hemos llegado que condenar una mala acción ya es merecedora de un descrédito? ¿Entonces deberían haber beatificado a los que no se merecen ser citados aquí por lo que hicieron?).

 

Si esto que cuento está pasando y está bien, y las mentes bienpensantes se quedan en silencio, ¿entonces por qué razón no nos permiten que compremos armas para pulverizar a nuestros enemigos, que también tenemos? Porque la civilización de hoy, que está más vacía que la de hace mil años, esta pidiendo a gritos que ante los destrozos morales de la humanidad salgan a protestar las trabajadoras domésticas, las mucamas del hotel, los lijadores de Alcarria, y los vendimiadores de Lorena. Sí, estos tienen tanto predicamento que se allegarían a los medios judíos de comunicación para quejarse de los abusos de los que tienen capacidad para vender y comprar misiles y lanzarlos a los niños.

 

¿Pues saben qué? En Guinea manda un analfabeto que en su juventud fue llevado a Zaragoza para aprender a reprimir a los negros. Ahora es general-dictador, y hace poco fue llamado a la Casa Blanca para ser entretenido por el inquilino de la misma y porque el mundo que está detrás de los ricos ve muy bien que un analfabeto sea el socio en el negocio con los Estados Unidos. Estos son los negros que son queridos en Occidente. De libertad no dijeron nada, y de ello se quejaron muchos negros en la capital, y del ébola, del que se sabe mucho en los Estado Unidos, tampoco gran cosa. Lo importante era que si se dejaban engañar, seguirían en el poder, machacarían mejor a los negros, sus ciudadanos, y que de ello se beneficien los mismos que lo tienen todo, o sea, los mismos, que ya da miedo citarlos. De hecho, tres de los presidentes africanos presentes suman 95 años en el poder, en países que ellos mismos llaman república. Pues cuando algún grupo de guineanos se canse, y porque no pueda más, se levantará y hará grandes esfuerzos para mandar a la mierda a este general de pacotilla. Esperamos que sea la hora de todos los negros del mundo, que nos levantemos a decir que ya no aceptamos ninguna incriminación, no debemos nada a nadie, incluso que los que nos han robado devuelvan lo que nos han robado. Porque, que conste, y pese a lo que han querido vender de que África es una zona violenta, nunca ha llevado la guerra a otros continentes, algo que sí ocurrió con los otros.  Sabemos que hemos tocado muchos asuntos, pero ya está bien. Está siendo evidente el macabro plan que traman contra los negros para que sigamos callados, esperando recibir la conmiseración de los demás. Que lo cuenten todo ahora para que cuando iniciemos el intento de mandar al resto del mundo a la mierda, sepan definitivamente que se lo han buscado.

 

Barcelona, 19 de agosto de 2014

Salir de la versión móvil