– Sección E.
– ¿D?
– No, “E”, “E” de “Elefante”.
– Estamos en la “E”.
– Vale, ahora hay que buscar la zona 2 dentro de la “E”.
– Pues no es complicado esto ni nada.
– “E-2”, “E-2”… Ahí está la uno, ahí está la tres…
– Debemos estar donde los impares.
– ¿No hay un acomodador aquí?
– Ponte a buscar un acomodador.
– Ya, pero vendedores de cerveza, sí hay.
– El negocio es el negocio.
– Anda, vamos para allá, que creo que es por ahí.
Encuentran sus sitios.
– Por fin.
– Uuuuy, mi espalda.
– No son los mejores asientos, precisamente.
– ¿Sabes lo que costaban los de delante?
– Ya. Pero bueno, para una vez que ocurre algo por aquí…
– Yo no pienso pagar un dineral por esto, que no deja de ser un capricho.
– Vale, vale.
Se levantan para dejar pasar. Se vuelven a sentar. Una voz anuncia que quedan cinco minutos para que empiece el espectáculo.
– ¿Y se sabe cómo piensa hacerlo?
– ¿Él?
– Claro.
– Hay rumores, pero nada confirmado. La mayoría cree que va a ser un meteorito.
– ¿Otra vez?
– Ya, supongo que no porque no le gusta repetirse. Las apuestas dicen que si una inundación, un terremoto, un virus… o todo junto. ¿Sabías que una llamarada solar podía haber alcanzado la Tierra en cualquier momento?
– No sabía.
– Pues mira.
– Acojonante.
Silencio.
– Yo creo que será con dos meteoritos.
– ¿Dos?
– El doble de espectáculo.
– Puede ser. Lo que sí tiene mérito es haber guardado el secreto hasta el final.
– Hombre, hasta el final, hasta el final…
– Qué.
– Que los mayas ya soplaron la fecha.
– Ya. Pero aún así no se sabe la hora exacta, no se sabe cómo… y eso que hoy día acaba todo en internet.
– Por eso Él va a hacer borrón y cuenta nueva.
– ¿Por qué?, ¿por internet?
– Entre otras cosas. Dice que la gente pasa más tiempo jugando a las cartas que en Misa y que se acabó.
– Un poco drástico.
– Ya sabes como es. De todas maneras, yo creo que está cabreado porque no sabe cómo configurar el router.
– Jeje, como te oiga…
– ¿Cómo me va a oír, con todo este follón?
Piden dos cervezas a un vendedor.
– Lo que sí es verdad es que cuando termine el show no vamos a caber todos.
– Pues no hay más remedio.
– ¿Cuánta gente hay ahí abajo?, ¿cinco mil?, ¿seis mil millones?
– Justo acababa de nacer el número siete mil.
– ¿SIETE MIL MILLONES?
– Y pico.
– Ahora sí que no vamos a caber todos.
– San Pedro anda estresado perdido.
– No me extraña.
– Pero no van a subir los siete mil millones, todos al completo. Hay que descontar a los no arrepentidos, los que no están bautizados, los que no creen en Él…
– Ya, pero aún así… de golpe…
– Me parece que van a estar más ocupados los del sótano que nosotros, mira lo que te digo.
– Eso sí.
– De todas maneras el atasco para volver a casa va a ser importante. Con todos los que estamos y los que van a venir, mentalízate que no llegamos hasta las mil.
– Picamos algo por aquí y esperamos a que se despeje.
– Podemos tardar horas.
– ¿Tienes algo que hacer luego?
– No.
– Pues entonces.
Silencio. Pasa otro vendedor.
– Y ese, ¿qué vende?
– Como una especie de gafas.
– No me jodas que esto es en 3D.
– Igual tiene partes en 3D.
– Yo creía que iba a ser en vivo.
El espectador de la fila de delante se gira:
– Son gafas protectoras, para no dañar la vista. Se supone que va a haber explosiones y fuego y por si acaso…
– Ah, muchas gracias.
El espectador vuelve a su sitio.
– ¿Qué hacemos?
– ¿De qué?
– ¿Pillamos unas gafas?
– Yo es que me he traído prismáticos y puede ser un jaleo.
– Pues yo voy a pillar unas.
– Venga, va. Pide dos. No me vaya a quedar ciego. Desde luego… barata me está saliendo la tarde.
– No protestes tanto, que esto sólo pasa una vez cada tres mil millones de años.
– Ya, ya, menos mal.
Cuando se ponen las gafas, se apagan las luces. El público grita de emoción.
– ¡Justo!
– ¿Ves algo?
– No… parece que sale alguien al escenario.
– ¿Hay teloneros de esto?
– No sé.
– ¿Por qué no te pones los prismáticos?
– Sí, mejor.
Una voz resuena por todo el estadio.
– Señoras y señores…
Risas.
– Jajaja, sólo bromeaba: Serafines, Querubines, Tronos, Dominios, Potestades, Virtudes, Principados, Ángeles y Arcángeles. No me dejo a nadie, ¿verdad?
El público enloquece. El que mira a través de los prismáticos le dice a su compañero.
– ¡Son los cuatro al completo!
– ¿Los cuatro jinetes?
– ¿Qué jinetes, ni qué…? ¡Mateo, Marcos, Lucas y Juan!
– ¿No estaban enfadados?
– ¡Pues ya ves tú!
San Lucas continúa:
– ¿Estáis preparados para ver el Fin del Mundo?
Gritan: “¡Sí!”.
– ¡No os oigo!, ¡he dicho: ¿estáis preparados para ver el Fin del Mundo?!
Gritan con más fuerza: “¡¡¡¡SÍIIIIII!!!!”.
– ¡¡Esto es increíble!!
– ¡¡Ya te digo!!
– ¡Como si los Beatles se reunieran!
– ¡¡Que si lo piensas eso también va a ocurrir luego!!
– ¡¡Increíble!!
– Y tú querías quedarte viendo “Cuéntame”…
– ¡Calla y dame un abrazo!
Los dos amigos se abrazan y saltan de la emoción. La velada acaba de comenzar.