Hola.
Ya sé que hace mucho que no te escribo. Que hace mucho que no hablamos. No sé muy bien por qué. La única razón que se me ocurre es un poco peregrina, incluso un poco egoísta. Pero es la única que realmente me convence. Supongo que si no encuentro tiempo para escribirte es porque me paso el poco tiempo libre en el teatro. Y tú, en lugar de ir al teatro, te quedas leyendo estas cosas, esperando a que te escriba.
“Nada nuevo bajo el sol”, así somos. “Nada nuevo bajo el sol”, eso dice el subtítulo de Encrucijada, la obra con la que te voy a sacar de casa. Por fin. Aunque te parezca raro que lo haga. Porque “el teatro, como la vida, puede ser algo inesperado, confuso, contradictorio, ilógico… una sucesión de maravillosos momentos inconexos. Un cruce extraño de caminos”, una encrucijada inesperada, como dice Borja Roces (el autor y director de la obra que te voy a llevar a ver).
Encrucijada nació a partir de impulsos: impulsos físicos y emocionales, que Roces provoca y canaliza dentro de su poética personal, arriesgada y muy muy cercana, verás. Una obra sin miedo a lo íntimo y a lo violento. Sin miedo tampoco al estereotipo. Supongo que ya empiezas a entender. Es la segunda parte de una trilogía de este autor, la Trilogía del Desencanto, y ya ha presentado la primera parte estas últimas semanas.
Ya sé que quieres saber más. Bien: hay un poeta, un poeta que se enfrenta al buenismo general, desde su escepticismo, desde las armas del alcohol y la palabra. Y más: hay una mujer (la actriz Alicia Rodríguez), que se expresa con la copla, que llora y se reivindica a través de la copla, con su voz y con su cuerpo. ¿Me sigues ahora? Seguro que sí, te conozco bien.
Te voy a llevar a un camino de encrucijada donde todos los ingredientes –espacio, actores, vestuario, iluminación- te absorben en un pequeño torbellino momentáneo. Sólo un rato, un bocado intenso en la tarde del domingo, para no necesitar decirte nada. Creo que es el impulso que nos merecemos.
Nos vamos a quedar un rato quietos, en la Encrucijada, sin movernos. Vamos a dejarnos llevar. Este domingo. Nos hace falta.
Eso sí, ya sabes: no pienso pasar a recogerte. Te espero en la puerta de la sala. De ti depende.
Un beso,
Vera.
Vera Yobardé