
Nos seguimos preguntando si verdaderamente Izquierda Unida será capaz de sobrevivir. La decisión de no confluir, no terminamos de saber si de IU o de Podemos, por lo que hablaremos de desencuentro entre esas dos fuerzas, es una oportunidad para IU de mantenerse a flote. Algunos (pocos) celebran que no haya habido confluencia porque garantiza la existencia de una fuerza netamente de izquierdas y sin complejos. Aunque sea sólo para unos pocos meses, hasta el 20 de diciembre cuando tengan lugar las elecciones. Aclararemos que, desde nuestro punto de vista, Ahora en Común es la marca blanca con la que IU pelea por seguir con vida, sobre todo en su lista #AhoraconGarzón, que compite estos días en primarias abiertas. IU, entendemos, echa la culpa a Podemos de que no haya sido posible la confluencia y se convierte ella misma en la madre de la convergencia con otras fuerzas a través de la marca Ahora en Común.
Alberto Garzón, a quien se ha acusado desde sus propias filas de trabajar por la liquidación de IU, es quien la está manteniendo con vida un poco más. Junto a mucha gente más, aunque sea mucho menos visible que él. Pero es muy probable que ya nada o muy poco dependa de él (o de todos los demás). La supervivencia de Izquierda Unida, quizás, más que depender de sí misma, depende de lo que suceda con los demás. Y cuando hablamos de los demás, lo hacemos, sobre todo, de Podemos. El escenario más favorable para la formación que encabeza Alberto Garzón sería que finalmente los de Pablo Iglesias lograran pactar y gobernar con el PSOE o con Ciudadanos. Entonces sería cuando afloraría la verdadera naturaleza de Podemos, porque la esencia de un partido político siempre se hace visible en el ejercicio del poder (véase el ejemplo de Syriza en Grecia, recientemente, por ejemplo).
En ese escenario Izquierda Unida podría resurgir como la verdadera cara de la izquierda real en España. IU se haría fuerte frente a un Podemos gestionando una salida de la crisis económica que no se adivina de ningún modo rupturista, sobre todo si es con la compañía de Ciudadanos o del PSOE, sobre todo si es con la calle desmovilizada y sin haber tomado conciencia de transformación radical de la realidad.
Igual que el PCE se refundó con (o en) las siglas de IU coincidiendo con los primeros años de para muchos decepcionantes gobiernos socialistas, en que los de Felipe González mostraron cuál era su rostro real, IU podría recuperar terreno perdido con un Podemos más o menos adaptado al sistema ocupando puestos de un Gobierno en coalición.
Pero, ¿qué pasa si Podemos se queda en la oposición con unas buenas decenas de diputados en el Congreso?, ¿qué pasa si IU sólo sobrevive con uno, dos, tres o cuatro escaños?, ¿hasta qué punto se oiría la voz de los de IU ensombrecida por el mayor brillo (por volumen) de Podemos? Poco, se oiría muy poco y se escucharía menos. Las palabras de Garzón podrían quedar anuladas por las de Iglesias, Errejón y Bescansa.
En este último caso que es el que las encuestas muestran como más probable, es posible que el desencuentro entre Podemos e Izquierda Unida haya sólo retrasado en el tiempo la desaparición de la última. IU, por tanto, debería celebrar que gane Podemos siempre y cuando ello no implique que ella misma se quedara fuera del Parlamento.
IU desaparecerá, o no, pero sus modos están empezando a parecerse a los de sus más íntimos rivales electorales. Usos como el personalismo, con la lista #AhoraconAlberto que es, a su vez, la que parte con una indiscutible ventaja para vencer en las primarias de Ahora en Común (como la de Pablo Iglesias en las primarias de Podemos o como la de Manuela Carmena en las de Ahora Madrid), lo que hace temer un sesgo, y el sesgo está reñido con la democracia. ¿Por qué IU no ha mantenido sus usos de antaño en la elección de líderes?, ¿por qué la confluencia no se ha realizado como antiguamente, como cuando nació IU, o como cuando nació la más reciente Izquierda Plural?
El pluralismo de esa lista, que es de agradecer, también está pensada para pescar en todos los caladeros (lo que nos recuerda, precisamente, a la lista de Carmena), incluido el voto desencantado del Partido Socialista, dado que en un puesto destacado se encuentra Alberto Sotillos, que intentó presentar su candidatura a la secretaría general del PSOE en competencia con el luego venceder Pedro Sánchez. Con esta incorporación, IU (o la lista previsiblemente ganadora de Ahora en Común) querría competir con Podemos en la captación del votante tradicional, pero descontento con el PSOE. De ahí el mensaje de Alberto Sotillos esta mañana en la presentación de la lista #AhoraconAlberto en el Auditorio Marcelino Camacho en Madrid: «No queremos matizar a la derecha, buscamos la transformación social, somos socialistas, somos de izquierda». Y también dijo: «No somos partidos Volkswagen, no somos partidos transversales, no vendemos humo».
IU (o el nombre con el que finalmente acabe presentándose a las elecciones) puede aspirar a captar el voto descontento del PSOE más ideologizado que no se fía de Podemos porque no sabe muy bien lo que son ni lo que buscan. Por ahí hay una vía de crecimiento para Garzón. Pero también puede intentar recuperar sus votos que se fueron a Podemos. La campaña electoral va a ser fundamental para conseguirlo. El diseño de un programa rupturista es lo que puede hacerlo posible, aunque Podemos está, en estos últimos tiempos, volviendo a sus inicios más transformadores para no sufrir una huida por la izquierda, dado que comienza a caer en la cuenta de que el centro, por un lado, está saturado y, por otro, no hay quien gane a Ciudadanos en su disputa. Pero a veces huele mucho a postureo.
La ventaja de IU es que no necesita hacer ningún viraje porque en ningún momento nadie ha sospechado que en sus filas se cueza ninguna impostura, aunque haya habido tentaciones. Sólo ha de seguir siendo como es y como siempre ha sido. Enrique Santiago, secretario de refundación y movimientos sociales de IU, además de abogado principal en la causa contra Bárcenas y miembro de la candidatura que encabeza Alberto Garzón, aseguró esta mañana en el Auditorio Marcelino Camacho que ellos no participan «de las modas y de las técnicas de márketing electoral», porque están «muy politizados en la izquierda» y son «herederos de una tradición de resistencia ante las injusticias» que va «desde Espartaco hasta hoy», una herencia que no cabe en ninguna mochila, por muy grande que sea.
El mismo Alberto Garzón insistió después en la misma idea: «No renunciamos a nuestro programa de máximos porque es el que soluciona la vida de la gente». Para después repetir lo que lleva diciendo en las últimas semanas en todas las entrevistas que concede y que es su máxima para diferenciarse de Podemos: «Nosotros convenceremos, no nos vamos a disfrazar para lograr el voto». Sí, Garzón ha venido insistiendo en esta idea que creemos cierta: mientras Podemos basa su estrategia en una adaptación de dicurso a los deseos del electorado, IU quiere convencer de que sus planteamientos son los buenos. (Cómo no recordar el tono siempre didáctico de Julio Anguita).
Y recordamos también inevitablemente a Anguita cuando Garzón habla de que quiere devolver al programa el lugar que le corresponde: el centro de la política. Y uno de los puntos del texto en el que se detuvo esta mañana fue la recuperación para el Estado de las empresas estratégicas, «una cuestión en la que nadie quiere entrar, en la que las gentes que se dicen del cambio ya no quieren entrar». Éste es uno de los mensajes fuertes del programa que esta mañana ha apuntado Garzón. El otro, el empleo garantizado, con el que Garzón propone convertir al Estado en el garante del derecho al trabajo de último recurso. De acuerdo con sus cálculos, con una inversión de 9.400 millones de euros en un año, se lograría crear un millón de empleos.
El mismo Garzón sabe que la cosa está muy difícil. Y por eso acabó con una metáfora bonita y dura: hay que sembrar en el desierto, porque cuando llueva, las semillas darán fruto y emergerá la vida. Ahora mismo, puede parecer que Garzón y los suyos están sembrando en el desierto. Veremos el 20 de diciembre. Veremos más allá de esa fecha. Veremos si al final IU es liquidada. Veremos si al final algunas de sus más conocidas personalidades acaban en Podemos. La historia aún está por escribir.
Sígueme en twitter: @acvallejo