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Mientras tantoAustinites: Looking for a paradise...

Austinites: Looking for a paradise…


 

Guapos, musculosos, inteligentes, adinerados. ¿Es real el estereotipo del estadounidense medio? La capital de Texas ofrece un panorama interesante. Los universitarios tejanos son jóvenes atractivos, amantes del esfuerzo, competitivos, sentimentales a pesar de su apariencia fría, especialistas en categorizar la realidad, y con una ambición intrínseca en el ADN: triunfar making money. Propio de la juventud, pero propio también de un imperio capitalista. Está presente en el cine, en los anuncios publicitarios, en la imagen emitida en muchas noticias. Pareciera como si la palabra perfección conjugase con su estilo de vida.

 

Irradian libertad de acción, la misma libertad que tiene un joven en monopatín que se desliza con elegancia por las calles. Saborean la libertad desde su forma de vestir, de actuar y hasta en el modo de tratar a los demás. Es imposible no asombrarse cada día cuando uno camina por la calle y los observa. ¿A qué cuento de hadas pertenecería Austin? Sí, es el País de las Mil Maravillas. En Austin, probablemente una de las ciudades más liberales de Estados Unidos, no serás juzgado. Se mezcla el punk con un gay o un ciclista de la Calle Guadalupe con el hippy de la calle 24th. Es el oasis de Texas, refugio de los que se sienten diferentes al resto de convencionalismos impuestos por la sociedad Occidental. El ‘rarito de turno’ aquí encuentra su espacio.


Austin, donde hasta los atardeceres saben diferentes. Austinitas, educados que no se cansan de decirte por las mañanas un ‘have a good day’ o, en medio de la calle, un ‘sorry about that‘, hasta un mendigo te pedirá una moneda, y no por no dársela, se abstiene de decirte un piropo. ¿Se perfila así el concepto de felicidad? Tal vez.

 

Los austinitas, también como estadounidenses, son buenos cumplidores de las normas, hay que seguirlas para no desentonar con el país. Aunque también destilen un sentimiento de superioridad que les permite ‘dar órdenes’, por no decir, que les encante ‘recalcar las normas’, cuando no se hacen las cosas del modo estipulado. Estrictos, workaholics y muy atentos en el servicio. Son habitantes de este pequeño paraíso con ardillas y cuervos, con una población de un 40% de jóvenes.

 

El matiz: la autocrítica

 

A pesar de proporcionar una imagen de superioridad, de fortaleza y casi de perfección, también son propensos a la autocrítica. Así una joven de 20 años te comentará que ‘los americanos intentan fix (arreglarlo) todo y que recetan demasiados medicamentos a la población’. Un neoyorquino, que nunca viajó a Europa, te asegura que ‘Europa es mucho mejor que América, que está deseando conocerla’. Una buena amiga te criticará la gala de los Oscars, porque en su opinión, son una ‘babosada‘ (sinónimo de pantochada). Escuchas a un californiano con un doctorado en Psicología por la Universidad de Texas que ‘los estadounidenses son una sociedad deprimida’. Y una conocida del Chase Bank te habla de los impuestos, de la increíble cantidad de dinero que supone pagar un seguro médico privado en los Estados Unidos. And so on, y así sucesivamente.

 

Entonces, la perfección no existe ni aquí, ni allá. Se hace el equilibrio. Cabe pensar en todos los emigrantes estadounidenses que reiniciaron una nueva vida en España y que siguen su camino en Madrid, Barcelona o Granada sin tener en cuenta las crisis mediáticas. Una conocida de Chicago se hizo a la vida madrileña y una buena amiga de Michigan ha tenido que enfrentarse a duros embates para dar clases en Granada. Otra, que no soportaba, la cultura consumista de California, hace lo posible por prorrogar su visado y continuar con su vida en Madrid. Tenacidad, persistencia y búsqueda de paraísos, siempre más allá de nuestros límites. ¡Curioso!

 

Esta misma tarde publicaba una amiga en Facebook: I was looking for a paradise but I didn’t realize that I was living in… Life is great!

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