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Ayuda en un cataclismo: las lecciones de Haití

Tardaremos en saber si los muertos en Hawai son 75,000 o 125,000. Teniendo en cuenta la población de la capital es como si en Madrid hubieran perdido en menos de un minuto entre medio millón y un millón de personas. Un apocalipsis mayor que el tsunami de hace años. La ayuda internacional se ha volcado y se va a volcar. Tanto que alguno de los esfuerzos pueden que sean estériles. El caso de Haití ofrece un compendio de las cosas que hay que hacer y que hay que evitar cuando se produce una catástrofe de estas características.

 

Hay que considerar lo que hace verdaderamente falta, en que cantidades, que puede absorber a corto plazo la estructura logística del país y si hay un poder establecido para poder recibir y distribuir con un mínimo de eficacia esa ayuda.
En Haití hacen falta agua, alimentos, medicinas, equipos médicos y hospitales de emergencia. En Estados Unidos, cuyo Presidente anuncio inmediatamente que su gobierno echaría el resto y prometió una ayuda de 100 millones de dólares, hubo ofrecimientos iniciales particulares de enviar mantas y otro material que no es urgente y que con la congestión del aeropuerto hubiera sido engorroso.

 

Con el principal muelle del puerto destruido y el aeropuerto de la capital con una sola pista de aterrizaje en condiciones la llegada del auxilio podía ser un caos. Ha sido preciso que los militares estadounidenses autorizados por el gobierno de Haití se hagan con el control del aeropuerto para gestionar las entradas y salidas de los aviones. Los aterrizajes se producen ya con un intervalo de 18 minutos pero ya ha habido roces con otros países, Francia, Brasil, que se quejan de que Washington daba prioridad a sus aviones. La pobre infraestructura viaria de Haití, quebrantada por el terremoto, y la endebles de su aparato policial y administrativo crean un problema supletorio.

 

Los camiones, si se encuentran conductores tendrán dificultades para circular y las posibilidades de asalto y saqueo en un población desesperada pueden surgir. Que los diez mil marines enviados por Estados acaben no solo distribuyendo la comida sino implantando el orden si los convoyes son asaltados es una posibilidad que levantara ampollas pero que quizás sea un mal menor.

 

La desaparición del centro de la ONU con la muerte de los cargos importantes de la Organización residentes en el país reduce el papel del organismo especialmente preparada para coordinar la emergencia. Estadios Unidos, hasta ahora con el apoyo del gobierno y de la población de Haití que ha saludado con pancartas a los marines, tendrá que seguir siendo protagonista. Lo que acabara suscitando comentarios irónicos como cuando Washington envío un portaviones para aliviar los sufrimientos del tsunami.

 

Algún periódico europeo comento con sarcasmo que hasta para ayudar de emergencia los americanos solo podían pensar en un buque de guerra. Al chistoso se le olvido que el portaviones llevaba unas docenas de helicópteros que como ahora jugaron como ahora un papel vital en los auxilios, que podía desplegar tres hospitales de campana, decenas de médicos y distribuir miles de raciones de comida.
Mientras tanto algún responsable haitiano musita que están muy agradecidos con la respuesta internacional pero no es el momento de recibir muchos altos dignatarios extranjeros. Crean problemas logísticos y de seguridad, no se les puede atender y acaparan atenciones que hoy tendría que dedicarse a otras urgencias. Ahora bien. ¿si va la señora Clinton quien se contiene?

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