Nada que alegar. Mourinho y su tropa de mercenarios, más parecidos a la selección argentina que a la italiana, negociaron mejor la confrontación que los de Guardiola que han perdido frescura y viajado en autobús. El derby contra el Español había avanzado el sábado ya la teoría del campo de minas. Y Mourinho, artificiero mayor del continente y que tiene mejor armario que Pocchetino, se salió con la suya. No vale decir que el arbitro portugués entendió mejor la lengua materna de Figo y del malvado José, ésta es la Champions, la compteción de los cien mil detalles, si fallas estás perdido y el Barça estuvo distraído en defensa, remolón en el centro del campo y casi romo, a excepción del ratoncito Pedro, en ataque.
Otro asunto que duele es Ibra. Está desaparecido en combate. En San Siro el miedo escénico y la mordedura de Lucio le dejaron pálido. Messi vivió uno de esos partidos indigestos que a veces sufre y Xavi, que empezó dirigiendo la orquesta como la Filarmónica de Viena, terminó dirigiendo la banda de cornetas de Cornellá. Sólo Piqué emergió entre la telaraña y suyas fueron las mejores sensaciones de un bloque que, presa del orgullo, sitió al Inter en los minutos finales. Le faltó también ahí la suerte de los campeones que parece haber cambiado de barrio.
¿La vuelta? Es difícil hacer un pronóstico, sobre todo si el Barça sigue perdiendo el balón en el centro del campo y el Inter arma esas contras letales con el tremendo oficio que tienen sus hombres avanzados. Habrá que jugársela a la heroica en un equipo que no se caracteriza precisamente por su buena relación con los milagros. En principio sale como favorito Mourinho, pero si el miércoles está fresco Messi y el Barça juega por las bandas puede ser un partido de goles y en esa situación los genes cruyffistas tanto pueden avalar un 5-2 como una derrota estruendosa. Veremos de que lado cae la moneda. Otro detalle: Milito contra su hermano es una garantía en defensa. No todo tiene que ser una mala señal para los de Pep. El miércoles lo seguiremos contando.
