En A Contrapelo del novelista francés Joris-Karl Huysmans hay páginas y páginas donde el autor se dedica a glosar a los poetas decadentes del Bajo Imperio. Todos ellos están enfebrecidos de barroquismo, cercanos al absurdo y ya en pleno delirio; imposible vertebrar verdad ante lo que es la mascarada que elude la realidad por artificio. Describía, así, el autor galo las obras satíricas del poeta Petronio:
“En otras partes, en villas colmadas de insolente lujo donde la riqueza y la ostentación reinan desenfrenadamente, como así también en las mezquinas posadas descriptas a lo largo del libro, con sus camas sin hacer, hirvientes de pulgas, la sociedad de la época se entrega a sus pasiones: depravados rufianes como Ascilto y Eumolpo, en busca de lo que puedan encontrar; vejetes antinaturales con las togas recogidas y las mejillas embadurnadas con plomo blanco y colorete de acacia: sodomitas de dieciséis años, rollizos y de cabelleras enruladas; mujeres con ataques de histeria; cazadores de herencias que ofrecen sus chicos y chicas para satisfacer la lujuria de ricos testadores, todas estas criaturas y muchas más se escabullen en las páginas del Satiricón, riñendo en las calles, manoseándose en los baños, aporreándose entre sí como personajes de pantomima”
Suelen aparecer casi siempre estos escritos, estos textos decadentes, en los finales de ciclo y la cultura surgida del 15M en España tiene ya varias obras donde la sátira supura cualquier pulcra descripción. Lectura Fácil, la pieza de Cristina Morales, fue el primer aviso de que esta subcultura comenzaba a ser risible a través de los afiebrados monólogos de una de las protagonistas:
“¡Qué hermosa tarde! ¡Qué deseos de amasar en la boca significados que besen y que alimenten! ¡Qué ciudad refundada se inauguraba ante mí, como si en el transcurso de dos horas Barcelona hubiera ardido y una nueva civilización la hubiera levantado! Ese día me miraron y miraron a Marga como si fuéramos policías secretas vestidas de paisano, que es como se mira en esta ciudad a cualquier recién llegado la primera vez que pone un pie en una okupa, que grita muy alto en una manifestación o que le dirige la palabra a una prostituta, a un chatarrero o a un senegalés”.
Estas últimas elecciones, de hecho, han visto una verdadera decadencia de estas alocuciones, ya totalmente carcajeantes de puro sesgadas. Era imposible, habría que rozar cierto retraso mental, emocionarse con ese pícaro que es Carlos Bardem dedicando un empate electoral “a su madre”. Tampoco, en fin, tenía mucha capacidad de convencer nuestra Angelica Huston de las mañanas, me gusta pensar que José Luis Garci fue su “Gómez Addams”, diciendo sin pudor “el Partido Popular ha ganado las elecciones”. La obra de teatro era ya demasiado evidente, los periodistas / actores salían mal maquillados a escena, mostraban dientes amarillentos y trajes enmohecidos mientras que las cortinas tenían eran tela raída sin ningún ribete áureo. ¿Quién podía comprar una localidad para tan mala zarzuela? ¿A alguien le emocionan estos Milli Vanilli del periodismo?
«Soy amigo de Barroso y…»
Era la primera vez que los electores, aquellos que solo vieron tablas entre las dos Españas, observaban cómo los medios mentían sin control. Era otra vez la literatura bajoimperial, el final de un régimen donde la noche puede ser el día (Arthur Koestler, claro), y pocos disfrutaban de ese juego de pelota de unos medios afines que buscan ya su futuro lugar en el sol. Permíteme, lector, que ponga mi sombrilla en la playa, evite quemarme siendo un periodista de partido, y disfrute viendo cómo otros acaban chamuscados en urgencias.
Mi inveterada moderación, aquella que me mereció ese piropo del periodista Guillermo Alonso “no se sabe si estás en un lado u otro” (también me llamó guapo, cosa que siempre creo de los uranitas), me hace preferir Séneca a Petronio.
PD. Como todos los veranos, este blog estará inactivo en agosto. Disfruten de las vacaciones y hagan muchos niños.