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Beirut, I love you

Un conocido me ha regalado un libro que corrió el año pasado  por las librerías: “Beirut, I love you”.  En la portada de Siruela se mezclaban unas rosas demasiado rosas, un ramo de flores de plasticucho barato, también de color rosa, y un collar de perlas, rosado, como no. Todo ello sobre un pañuelo palestino desteñido y que mostraba un inequívoco tono rosa. Demasié para mi body.

 

La solapa se inauguraba de forma conmovedora: “Ojalá un día Beirut pueda devolverme el amor”. Para echar la pota. A pesar de todo, y ante la fama de lectora intransigente que me han colgado injustificadamente mis amigos, decidí leerlo, más bien examinarlo, con atención. Su autora; artista, pintora, dibujante, comisaria de exposiciones, escritora y, no podía faltar, entregada ecologista; me sedujo desde el primer momento con  mayestático arrobo. Juzguen ustedes mismos:

 

“Recuerdo el momento en el que decidí que sería artista. No fue fácil. En mi familia, todo eran números y ganancias. El arte, la poesía y la literatura no se tomaban en serio. Pero aquel decisivo viaje a Roma planeado como una gran fiesta de las compras, cambió mi destino. Recuerdo que estaban de moda los pendientes fosforescentes y las grandes hombreras. Caminando por Via Condotti y Via Veneto, mi madre se dio cuenta de que sentía un anhelo en mi interior que las compras en las boutiques no conseguirían satisfacer. Me llevó al Vaticano, a la basílica de San Pedro. Y entonces vi la Piedad de Migue Ángel. No necesité nada más.”

 

Ahí lo tienen. Literatura en estado puro, arrancada de las entrañas, recién salida de las

profundidades más inexpugnables del corazón. Una poeta que no puede escapar a su sino. Una frasecita más, impagable:

 

“Al mirar a la Virgen a los ojos supe que estaba destinada a algo mejor que el trozo de piel que colgaba de mi hombro izquierdo”.

 

No piensen mal, la autora no estaba lisiada ni era víctima de radiaciones que le produjeran descolgamientos epidérmicos. Se refería más bien al bolso de Fendi que colgaba de su brazo…Zena, la protagonista de este relato, presenta su personal visión de Beirut a través de numerosas experiencias y reflexiones que entretendrán al lector poco exigente, al consumidor, que en exaltación gregaria, adquiere bien sea libros, música o destinos de moda. Lo mismo le da.

 

Así pues, los seguidores de Paulo Coelho o Dan Brown están de enhorabuena. Los demás, ya saben…tendrán que escarbar, como siempre, un poco más en las estanterías.

 

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