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Berridilandia

 

Alfonso Berridi es un artista poco frecuente. Juega al arte, se hace amigo suyo, y termina haciéndolo su cómplice. El arte se siente encantado de jugar con él y de ser jugado. Berridi, (pintor, escultor, escenógrafo, juguetero…) convierte con su nueva obra -en blanco, negro y pardo- el neutro espacio expositivo en un parchís conceptual para el alma, en un juego de la oca entre tinieblas.

 

El repertorio reunido en la exposición «¿Qué hacen y quiénes hacen» se compone de una serie de figuras humanas sin rostro, que en grupos de dos o de tres, parecen buscar algo afanosamente en el interior de unas raras carpetas, carteras, cajas o maletas. Las imágenes exhalan un aire misterioso, como de ilustración gráfica institucional, como de tampón, o membrete de correspondencia. Al autor le interesa más el aparente sabor impersonal y anodino de los personajes -casi metafísicos- que la intención de connotar un lugar y un tiempo concretos. Sus figuras son arquetipos que representan un mundo laboral rutinario: gente corriente perdida en medio de sus trabajos. Todo gris, como sus míseras existencias. El hecho de estar en acción, les otorga vida. Al rato de visitar la exposición, comienza a sospecharse que por la galería no sólo transita el público, sino que hay por allí otros cerebros, bullendo cifradamente.

 

Si el dibujante Berridi derrocha sus dotes de observación naturalista en el dibujo a lápiz, en los cuadros de dos dimensiones, sobre cartón gris; el escultor Berridi concibe unas siluetas curvadas de plomo, sobre las que el pintor Berridi ejecuta sus figuras, con una mirada más de pincel, más gestual, más expresiva, con rostros negros como cacos. Vistos por el espectador desde arriba, resulta normal su desenfoque. Dan ganas de agacharse a contemplar de cerca y desde su altura a estos seres liliputienses de plomo. Y es ahí, en cuclillas frente a ellos, cuando uno descubre que la exposición está pidiendo a gritos un público de niños, que se arrodillen en el suelo a mirarlos, y a terminar conversando con ellos.

 

La disposición de estas figuras sobre el suelo en algunas áreas de la galería, les da un carácter de instalación urbana, como de calle de ciudad transitada por muchedumbres grisientas. Las figuras humanas pintadas sobre superficies metálicas, representan por sí solas a toda la ciudad y a sus edificios. Emparenta esta exposición con la obra “Up and down 5th Avenue. A social satire”, del caricaturista mejicano Marius de Zayas, (vinculado a Francis Picabia y a Alfred  Stieglitz) que representó al New York de 1910, por medio de un centenar de figuras pintadas y recortadas sobre cartón, que reproducían a personajes reales de la alta sociedad neoyorquina, paseando en una jornada invernal por la 5ª Avenida, a la altura del Hotel Plaza.  El carácter satírico de la exposición, la convirtió en todo un espectáculo, y por tanto en un gran éxito de público.

 

Berridi despliega toda su capacidad creativa en unas grandes piezas de cartón de embalar, enrollado en espiral, formando ondas con perfil de flor, que funcionan como grandes pedestales, sobre los que se asientan sus laboriosos personajes anónimos, trazados con tinta negra sobre cartón pardo. El hecho de que estén dibujados por las dos caras del cartón -de frente y de espaldas- subraya su presencia y su entidad física en la sala. Contemplándolos, el espectador descubre que los elevados personajillos de Berridi, observan también a sus contempladores. Estos grandes objetos orgánicos dialogan perfectamente con el espacio ortogonal de la sala, así como con el resto de obra expuesta.  

 

Con los tres soportes sobre los que se dibujan y pintan los mismos personajes, la exposición de Berridi  demuestra un paralelismo con dos artes lúdicas: el teatro y la gastronomía, con sus  tres actos y sus tres platos.

 

Sería recomendable que la exposición se visitase tomando un vino o una caña, porque en el fondo, es lo más acorde con el espíritu de la representación desplegada: el trabajo se hace a pesar de sí mismo. Lo que importa son los entreactos, las llegadas o las despedidas, cuando se desconecta, para ingresar en otras formas de vida más sensuales.  Los personajes de Berridi hacen que trabajan; como gente vulgar y corriente que son, se toman esas prebendas. Si los relumbrones y los millones se los van a llevar otros, que sean ellos quienes se esfuercen por lograrlos, mientras ellos siguen bebiendo sus botellines y sus copas de vino, escondidos entre los bártulos de su oficina, haciendo como que trabajan, por si acaso los jefes, desde arriba, siguen vigilando.

 

Qué hacen y quiénes hacen.

Alfonso Berridi.

Galería Metta. Madrid.

C/ Villanueva, 39.

http://www.galeria-metta.com/

 

 

 

 

 

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