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Berryman en Siberia

 

 

En ciertas ocasiones, en noches de insomnio o en atroces amaneceres

me siento todo un John Berryman, sin su talento sin la voz (ni la barba)

pero comparto su rabia acumulada, contra los rechazos, contra la mala suerte

su malestar ante la vida y la muerte, las demasiadas decepciones, literatura incluida

 

Las depresiones, seguidas de fogonazos de exaltación que se apagan en un tris

el gozo de flotar como un niño en el paraíso del alcohol para luego abismarme

en el horror y la angustia de cualquier borrachín patibulario, la mente extraviada

 

A veces me siento como John Berryman, aunque padezco un vértigo furioso

no podría arrojarme al vacío desde un puente elevado en Minneapolis

lo mío, sin embargo, mi personal proyecto, consiste en saltar desde el tren transiberiano

caer en la blanca e impoluta nieve, morir de hipotermia mirando las estrellas.

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