Me he puesto a pensar en una nueva sección para El Gallinero. Sin venir a cuento. La sección Chorradas teatrales. Quizá el resto de gallineristas tengan alguna chorrada teatral que contar. Y todo porque me he acordado de esto:
En la foto se puede ver una de las cosas más inútiles que existen en el mundo del teatro: una entrada sin utilizar. Sí, sé que cuesta creer que no esté utilizada, ¿qué lo demuestra? ¿La línea de puntos sin rasgar que separa la parte izquierda de la parte derecha? Bueno, les sugiero que confíen en mí en este aspecto: lo que comento sobre esta entrada es real…
Este papel de la foto es bastante inútil, porque la función ya fue. Pude haber estado allí, pero no… Llegué tarde, o tuve un percance y… Pero bueno, en el caso de esta entrada… ¡Nada de eso! ¡Ni siquiera era mía esta entrada! Me la regalaron, meses después… ¡Casi 3 años después al 13 de noviembre de 2003! Nadie cortó por la línea de puntos esta entrada para ver un musical en una ciudad del otro lado del mundo. Porque nadie llegó a entrar con ella en el Teatro Shubert de Chicago. ¿Y qué hace esta entrada dentro de la caja de un cd en mi estantería? Sé perfectamente dónde la guardo. Una entrada sin utilizar que tiene un sitio privilegiado dentro de mis pertenencias. ¿Qué haces ahí? ¿Te tiro?
Una entrada de teatro, al rato de empezar la función, se convierte en un papel estúpido. Una carga. Como un pañuelo usado guardado en el bolsillo porque no hay papelera.
Y si uno se ha quedado fuera de la sala, pues esa entrada es un papel más estúpido todavía.
Ah, y tanta gente desea tener una entrada para esas cosas que están de moda o de las que han oído hablar, de esas que vienen al Festival de Otoño o similar… Que queda muy bien ir a esas cosas, aunque no te enteres de nada… A esas cosas que se venden enseguida porque son lo más… Hay gente que mataría por una entrada para una de esas cosas. Pero mataría antes de la hora de la función. Después, no sería capaz ni de agacharse al suelo a coger una. Después nadie cometería ningún delito por una de estas entradas.
Las entradas son algo efímero.
Entradas como flores.
Esta entrada se autodestruirá a las 20’30h.
Ay, y de aquella vez que se quedaron en mi bolsillo, sin utilizar, 9 entradas para Las Chirigóticas, y que unos teatreros tontos a los que llamé no querían porque preferían darse a las cañas. Y, ¡ay!, de aquella vez que pedí entrada en la puerta del Valle Inclán para ver no sé qué rusos del Festival de Otoño y me dio una un crítico oficial con malas pulgas… ¡Ah! Y esas entradas dentro de sobres en los estrenos, que van al contenedor sin salir de sus sobres… Entradas huérfanas. Esas que todos los estreneros (lo he sido a veces, pero amateur… Vera Yobardé hablará de los estreneros un día…) esas entradas que todos los estreneros desean y que van a la basura con la función empezada, porque con la función empezada ya no son deseadas por nadie. Entradas huérfanas y enterradas.
Entradas marchitas.
Ayer fui al ensayo general de una función de una compañía pública en un teatro público distinto al suyo (había mucho público, por cierto), y traté de pedir entrada pero no pude, porque no había entradas, nadie tenía entradas, sólo había nombres en una lista… Y dos mujeres leyendo esa lista… Y de repente llegó la señorita Martín… Y allí entré con ella… Ella fue mi entrada…
…
¿Y a la salida de la función qué haces con la entrada?
Una entrada sin utilizar es algo que pudo ser y no fue.
Oh, ¡basta de poesía!
¡Y denme entradas antes de la función!
Ya está.
@nico_guau