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Crónica de la visita al ‘XV Salón del Libro Teatral’ en el Matadero


 

«El libro teatral no podía estar en un paraje mejor… El Matadero». Eso es lo que había dicho, con sorna, uno de los dos amigos de Zaragoza que han visitado Madrid estos días y que han confiado en mí para que les llevara a lugares singulares de la capital. Y les he llevado al XV Salón del Libro Teatral organizado por la AAT (Asociación de autores de teatro), del que ya hablamos en El Gallinero. ¿Tenía razón en su afirmación este maño? ¿El libro teatral está moribundo? ¿Se lee teatro? ¿Lee teatro también el que no se dedica al teatro? Con esta colección de preguntas y la ilusión de, si bien no resolverlas, al menos pasar un buen rato, nos hemos adentrado en el pabellón que albergaba el evento.

 

Muchos stands de distintas editoriales, con sus respectivos libreros y libreras, nos dan la bienvenida. Enseguida veo a Ignacio Pajón, de la editorial Antígona, al que Vera Yobardé ha entrevistado recientemente (la entrevista las leeremos pronto por estas virtuales páginas). Me habla de su montaje El troquel, que también ha aparecido por aquí… Y con la alegría de la prórroga de su espectáculo, olvidamos hablar de los libros… Pero un poco más tarde me encuentro a Concha López Piña, también de Antígona, que confiesa que sí, que han vendido mucho y están muy contentos. Así que con el mismo contento de Concha cruzo el pasillo para saludar a Emeterio, en el stand de la editorial Fundamentos; tras tratar muchos temas que no atañen a mi investigación, vemos que sobre la mesa falta el libro de dramaturgos de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático) de 2009, y concluimos que debió ser un año plagado de obras interesantes, porque se ha agotado. Entonces encuentro a Diana I. Luque, que se hace una foto conmigo y los maños para la posteridad, pero da pocas respuestas a mis investigaciones.

 

 

salón

 

Abrumados por tanto libro, salimos un momento y encontramos a Íñigo Guardamino, que recibirá el premio de la AAT esta misma tarde por su obra Londres, Londres. Y entonces estamos a punto de tener todas las preguntas contestadas de una vez, pues se nos acerca un señor con gorra que nos pregunta si sabemos dónde está el mercadillo del domingo anterior. Entonces le decimos «allí», señalando la puerta del Salón del Libro… Y hacía allí se dirige… Sabemos perfectamente que no es eso lo que el señor busca, pero quizá podrá encontrar una nueva vocación… Y por qué no, tras ver alguna lectura dramatizada, podrá comprarse algún libro de teatro, incluso firmado por su autor, porque autores, por allí hay muchos… Y de paso se nos desvelaría alguno de los misterios que tenemos por resolver… Si el señor de la gorra, de unos 90 años, hubiera comprado un libro de teatro, quizá… Le vemos entrar. Permanecemos con la mirada fija en la puerta. Unos 3 minutos. Sale. Pregunta al guardia. Vemos al guardia encogerse de hombros. El señor se aleja. Nada. No ha comprado nada. Este campo nuestro del teatro no se ha ganado al señor para sus filas. Bueno. No pasa nada… Porque aún quedan los maños…

 

Entramos de nuevo. Allí sigue Diana I. Luque tratando de irse sin éxito. Vemos el stand de Con Tarima, esa formidable librería del centro de la capital en que te puedes comprar un libro a las 11 de la noche… Escuchamos la presentación de los libros de Antígona, con Ignacio Pajón hablando de Fernando J. López y de Marta Buchaca, que se encuentran sentados a su lado. Pero ahí tampoco hallo respuestas. Entramos a ver una lectura dramatizada. Ninguna respuesta. También la editorial Artezblai presenta algún libro. Carlos Gil habla y Encarna fotografía el momento, mientras que una chica cuyo nombre no recuerdo, se queda en el stand de la librería Yorick y de la editorial Artezblai, de guardia. Carlos Gil pronuncia una frase que me da mucho que pensar, y con la que estoy a punto de resolver alguna de las cuestiones que me afligen… Pero creo que la frase es parte de una conversación ya comenzada (y a la que he llegado tarde), y por ello no entiendo muy bien su significado… La frase dice algo así: «Yorick es una librería en la que los libros no huelen a café ni a vino».

 

Diana I. Luque sigue intentando salir del pabellón, y nosotros vemos de lejos a otros tantos autores, por ejemplo a Alfonso Vallejo, al que no podemos saludar, y a Julio Escalada, y Margarita Reiz, a los que sí saludamos, pero no nos ofrecen respuestas satisfactorias a nuestras dudas. Me gustaría abordar a Alfonso Vallejo para que con su incisiva palabra me responda a: «¿Por qué el libro teatral en el Matadero, Alfonso? ¿Es pura coincidencia o una simple metáfora?» Pero no puedo, Alfonso se me escapa.

 

salón

 

Vemos también a algunos actores, a David Tortosa, a Rocío Vidal… Me acerco a preguntarles… «Rocío, ¿hay futuro en esto del teatro?» Pero me da algo de vergüenza hacerlo.

 

Aún así, no perdemos la esperanza. Miramos en otros stands (la revista de la Unión de actores, ASSITEJ, el Centro de documentación teatral, Primer Acto, Hiru…) Pero nada. Leo en el programa que también está la editorial Bolchiro Ebooks, con la que relaciono a Liz Perales… La busco… «Liz, perdona, una pregunta… ¿El libro teatral ha venido al Matadero porque el teatro está moribundo?» Pero no, no encuentro a Liz.  

 

Cansados. Estamos cansados. Sin respuestas. Desorientados. Le pregunto al encargado de fotografiar todo el Salón, que no se dedica al teatro… Nada sabe.  

 

Miro a mi alrededor. Excepto los 2 maños, que han sido engañados por mí, y Juanma, el fotógrafo, el resto de público pertenece al sector teatral. No van a poder darme respuesta… Me doy cuenta a tiempo, así que digo: «Vámonos». Y, agarrando a Diana I. Luque para librarla de tanto libro teatral, del que no podía despegarse, salimos del pabellón… Sanos y salvos.


Media hora más tarde, tengo esta conversación con los maños:

 

MAÑO.- Es que el teatro se retroalimenta del propio teatro. Montas una feria y los que van son los propios dramaturgos, actores, editores, algunos que van a buscar gente… Y luego algún otro al que engañan…

 

MAÑA.- Como nos has engañado a nosotros.

 

YO .-¿Yo?

 

MAÑA.- Aunque me compraría el libro… Me han convencido, casi… El argumento me ha gustado…

 

YO.- ¿Y por qué no te lo has comprado?

 

MAÑA.- ¿Qué hago yo con un libro de teatro?

 

MAÑO.- Una vez que llegas allí, y escuchas la presentación de un libro,  te convence… Pero lo difícil es llevar a la gente al Matadero… Ha sonado muy mal esto…

 

MAÑA.- Sí que ha sonado mal, sí…

 

YO.- Bueno, pero otros años se ha celebrado en el Círculo de Bellas Artes o en la Casa de América… En lugares más céntricos…

 

MAÑO.- Qué más da. Esta feria no está orientada a espectadores. Y los de teatro sois capaces de ir a hablar de teatro al Matadero o a sitios peores…

 

MAÑA.- Lo principal es que la gente vaya al teatro.

 

MAÑO.- Y luego, una vez que tienen el hábito de ir, se les puede aficionar a que lean teatro.

 

YO.- ¿Entonces, el teatro en el Matadero no es una metáfora?

 

MAÑO.- ¿Los de teatro sólo habláis de teatro? Yo me dedico al agua, pero sé hablar de otros temas, por ejemplo de teatro… ¿Tú qué sabes del agua? (Pausa.) Ahora lo que tengo es hambre…

 

En ese momento me callo y empezamos a comer…

 

@nico_guau

 

P.D.: No pierdo la esperanza de encontrar alguna respuesta… Le pediré a la señora del fondo, que es la que más teatro español contemporáneo lee, que nos escriba sobre estos temas…

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