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Mientras tantoDe mi Diario / Semana 49 / 2016

De mi Diario / Semana 49 / 2016


 

Weiß/Colonia, 27.11.

2:45 am : Eastern Promises. Esta vez decidí hacer un experimento y me prometí que no vería nada más que los primeros 20’. Fracasé en toda la línea, este clásico tiene un poder magnético irresistible, si la empiezas a ver, no importa cuántas veces la hayas visto antes, la tienes que ver hasta el final. Y esta noche descubrí el posible porqué: es una peli que la podría haber rodado Dostoievski. Es karamasoviana hasta la médula, incluso hay en ella una menor violada que se convierte en el Deus ex machina para la expiación del patriarca del grupo.

 

Me despierto pensando cuántos ingleses (el pueblo más aficionado al juego en todo el mundo) tenían apostadas sus buenas ££ a que Fidel llegaría a centenario. Tiene que haber sido un duro golpe para ellos que se les muriese tan prematuramente, a los no más que 90 años.

 

Vamos a la Philarmonie con Vincent, al concierto de Jordi Savall. Es un concierto casi mágico, centrado en los elementos de la Naturaleza, desde las mareas en Hamburgo hasta tempestades, terremotos y tormentas. Vincent se sintió fascinado, además porque yo había conseguido por primera vez en mi vida unas entradas en la galería detrás de la orquesta, de modo que teníamos a Savall de frente y a muy corta distancia, y es todo un espectáculo verlo dirigir. También lo es divisar la cabeza de Carlitos entre la masa del público, más allá de la orquesta, bastante arriba, destacando en la oscuridad gracias a la orla blanca de su pelo y su barba: era como ver la testa de Marx flotando en medio de la sala.

 

Diny y yo terminamos la velada en La Modicana (a Vincent lo pasaron a buscar sus padres al final del concierto, para acudir a un mercado navideño, y el fantasmita y Carlitos no nos acompañaron porque él anda con un resfriado de mírame y no me toques). Y al regresar a casa llamo a Javier a Alcalá de Bañares y me cuenta por extenso la presentación del libro sobre Camino, el jueves, en Huelva. Llegamos a la misma conclusión: sigue siendo Troglodia.

 

Weiß/Colonia, 28.11.

UB, después de leer mi diario, me escribe para decirme que «la «grajea cada segunda semana» de tu sabroso diario me parece un recurso manierista, no exageres, tomarse una «gragea cada dos semanas» puede resultar mucho más ortodoxo y conveniente». Le doy las gracias por la «g» de «gragea», la Academia una vez más estúpida para no perder la costumbre. Por lo demás, a UB lo mando a hacer gárgaras, estoy hasta la coronilla de los serenos del idioma. (Esta frase no la van a entender quienes no conocieron la gloriosa institución de los serenos nocturnos).

 

En la edición dominical del diario la entrevista de la semana, a toda plana como de costumbre, fue con Emma Thompson, que vino a Alemania para el estreno de Alone in Berlin, peli basada en la última novela de Hans Fallada, donde ella se desempeña como protagonista. El periodista le pregunta: «Desde muy temprano usted habló siempre sin ambages en público, sobre materias políticas y sociales. ¿No es algo que le haya perjudicado?». Emma Thompson: «Es algo en que no he pensado nunca. A mí me gusta decir lo que pienso, también en público. Es algo que llevo en los genes. Y hay que saber mantener el tipo cuando te pasan la factura. Cuando protesté, por ejemplo, de manera vehemente, contra la primera guerra del Golfo, me injuriaron llamándome “la mejor amiga de Saddam Hussein”. Así sólo piensan los idiotas. Con el IQ de un felpudo. El mejor antídoto contra una tormenta de mierda es siempre el humor. Cuanto más seco, mejor». Grande doña Emma, grande.


[De la novela que inspiró esta nueva peli de ET escribí una reseña que por el cierre de Revista de Libros terminé publicando en mi blog Corazón de Pantaleón, en El Espectador, de Bogotá].

 

Buena parte del día dedicado a la contabilidad doméstica, el jueves tengo cita con mi asesor fiscal y a este ya lo tengo tan mal acostumbrado como a su predecesor, el bueno de Reimann. Le llevo los documentos tan ordenados que le basta usar la liquidación del año anterior sin que haya que cambiar nada màs que las respectivas cantidades. A lo mejor tendría que haber hecho uso de mis estudios de Leyes y ejercer como asesor fiscal mejor que escribiendo. No sé, a veces de a deveras no lo sé, ni tampoco por qué seguir escribiendo, a no ser por la puta plata.

 

Weiß/Colonia, 29.11.

La cavernosa voz de Carlitos, al teléfono, me disuade ya de preguntarle si pasará a buscarme a la 1:00 pm para ir a almorzar a La Modicana. Saber enfermo a Carlitos me apesadumbra casi tanto como ver enferma a Diny, son de esa especie de gente que uno considera incombustible.

 

Salgo a hacer unas compras y al regresar me entero de la catástrofe aérea cerca de Medellín, en la que ha muerto casi al completo un equipo brasileño de fútbol. Mi primera reacción ha sido recordar la tragedia de Superga, en mayo de 1949, yo tenía 10 años y pocos meses antes había seguido en la radio la transmisión del indiscutible 3:1 con que la squadra azzurra derrotó a España en el viejo Chamartín. De aquel equipo nacional italiano, 10 de sus jugadores eran del Torino, “il Grande Torino”, campeonísimo del Calcio cinco temporadas consecutivas y con un plantel donde brillaban, entre otras muchas estrellas, el arquero Bacigalupo y un legendario n.º 10, Mazzola. Y ese Gran Torino dejó de existir de la noche a la mañana en la montaña de Superga, ya a la vista de Turín, al regreso de un encuentro amistoso en Lisboa. Siempre que hay un accidente aéreo, curiosamente, mi primera reacción es pensar que ojalá no volase en el avión siniestrado un equipo de fútbol. Un sentimiento que se acendró en mí nueve años después de Superga, cuando en 1958 pasó casi lo mismo con el Manchester United en Múnich.

 

Diego subió a su cuenta Twitter un trino subversivo que le regalé por si acaso le gustaba, y se diría que sí le gustó:

 

Weiß/Colonia, 30.11.

El domingo por la noche, cuando platiqué con Javier llamándolo a España, la comunicación se interrumpió, me di cuenta de que algo iba mal en el Router [¿cómo se llamará este chisme en español?] y logré desfazer el entuerto con remedios caseros, desconectando la compu, dejando pasar ½ minuto y conectándola de nuevo. Funcionó. Pero desde el lunes como rumor, ahora ya confirmado, se sabe que fue un ataque de unos hackers todavía no identificados todos (algunos sí, en Ucrania) y que el ataque afectó a miles y miles de compus en todo el mundo, en especial en Europa. Tengo la impresión de que ahora, por fin, los políticos van a asumir mentalmente el peligro que se cierne sobre todos si no se controla en serio el ciberespacio. Sólo que el precio a pagar, en materia de derechos civiles, me parece que va a ser, por necesidad, bastante alto. Con lo que al final el remedio puede ser tan malo como la enfermedad pero si es remedio, vale. Lo otro, quedar en manos de los piratas del ciberespacio, no es cosa que le agrade a nadie.

 

Durante la duermevela de la siesta se me ocurrió lo que pudiera ser el arranque de ese cuento janeausteniano que llevo incubando desde hace muchos años: «La primera impresión que Mrs. Meredith tuvo de Huelva fue ver retroceder los encajes de bolillos de la ola más lejana, dejando en su lugar una línea recta inalterable: la costa de una playa definiendo el horizonte».

 

Pasan El grito en el canal Arte y decido volverla a ver, aunque se trata de un Antonioni que no me convence. La volví a ver y nanay de la China, sigue sin convencerme. Y sí, mi Antonioni es otro, y de él hablé mucho y bueno, con la complicidad –por completo involuntaria– de César Antonio Molina, en el obituario que le dediqué en La Jornada.

 

Weiß/Colonia, 1.12.

A las 12 donde la pedicura y su palique de sacamuelas, y de allí a lo del asesor fiscal. Según su evaluación prima facie, los resultados van a ser los mismos que el año pasado, es decir que a mediados del 2017 me tocará volver a pagar a Hacienda unos mil y pico de € para completar mi contribución al sostenimiento del Estado. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

 

El cartero me trae hoy una de las mayores alegrías que pudiera imaginar, un ejemplar de la edición original de las cartas de César Vallejo, publicada por Rodolfo Alonso en Buenos Aires, 1971. Lo devoro en un santiamén, son sólo 59 páginas incluyendo la introducción de Eugenio Montejo. Termino de leer y me siento avergonzado. Me digo que si me quejo es de vicio, porque sufrir, lo que se dice sufrir, eso debe ser otra cosa.

 

Weiß/Colonia, 2.12.

Mi hermana Laetitia, en su México lindo y herido, le envió a una «amiga radical chic, de las que aún hay» (son sus palabras), la columna de Andrés Hoyos sobre Fidel Castro y me rebota (ella dice que me comparte) este breve intercambio de pareceres habido entre las dos. El de la amiga va todo en mayúsculas, como para esculpirlo en la lápida de la tumba del difunto, ¡oh!:


«MI OPINIÓN ES QUE FIDEL CASTRO FUE UN GRAN REVOLUCIONARIO Y UN GRAN HOMBRE, CON PROBLEMAS Y ERRORES, PERO NO SE LE PUEDE REGATEAR EL MÉRITO DE HABER LUCHADO, RESISTIDO Y CONSTRUIDO CON SU PUEBLO UN INTENTO DE CAMBIO Y MEJOR VIDA PARA TODOS, MUCHO MENOS TRATAR DE CONVERTIRLO EN UN TIRANO O UN DINOSAURIO, FUE UNO DE LOS HOMBRES MÁS LÚCIDOS Y VALIENTES, CON SU PUEBLO, SIEMPRE CON SU PUEBLO».

 

A lo cual mi sub le responde: «Veo tu punto de vista tal como lo vi cuando me enamoré del pueblo cubano y su revolución a mis 17 años. Estuve ahí, en un viaje memorable por muchas razones, iba con los académicos del sindicato de la recién abierta UAM, yo era la pequeña del grupo, pues iba con mi hermano mayor (12 años más), y por supuesto todavía no entraba a la universidad, pero ese viaje marcó un rumbo profesional e ideológico para mí, que pagué con gusto porque no me dejaron entrar a los USA en muchos, muchos años. Al cabo del tiempo y habiendo conocido más gente cubana y amigos que vivieron por allá largas temporadas, y mi lectura de la evolución de este sistema, mi opinión ha cambiado en cuanto al propio Fidel y su club castrense. No en relación a la salud, incluso la salud psiquiátrica, modélica en su tiempo y supongo que todavía, educación, en fin. Muchas cosas. Pero creo que él si tuvo tintes, y más, de dictador. No soy quien lo juzgue históricamente, pero no me parecen sabios los que se quedan tantos años al frente de toda una sociedad, sin pensar como Voltaire, libertariamente, y como Jane Austen, la primera o de las primeras feministas que vio en hombres de esta estirpe de «gran hombre» su lado débil».

 

A mi vez le escribo a mi Laetitia querida: «Nadie de entre quienes hablan como tu amiga ha vivido nunca en Cuba en las mismas condiciones que tuvieron (y que aún tienen) que hacerlo los cubanos. El resto es bla bla bla retórico».

 

Senderos de gloria es una peli que la pasan muy poco, es una peli “maldita”, y no me la pierdo ni una sola vez. Y el final siempre logra hacerme llorar. Esa balada, “Es war einmal ein treuer Husar [Érase una vez un húsar fiel]”, que canta la prisionera alemana, Susanne Christian (quien en la vida real se casaría luego con Stanley Kubrik), es una que acá en Alemania todo el mundo la identifica con el carnaval de Colonia, aunque en realidad su texto original no tiene nada que ver con carnestolendas ni nada por el estilo, al contrario, es una de las baladas màs tristes en el repertorio germánico, nada escaso en ellas. Es tan triste que cantada en alemán acalla el griterío de los soldados franceses en la taberna de Senderos de gloria y les arrasa en lágrimas los ojos. No recuerdo en toda la filmografía de Kubrik una escena más conmovedora que esta. Y yo, cuando escucho la melodía, ♫ Es war einmal ein treuer Husar, / der liebt sein Mädel ein ganzes Jahr ♫, sé que soy coloniense, como sé que irremediablemente soy de Huelva al escuchar la voz de mi Paco Toronjo de mi alma:Cuando digo la verdá / a mí nadie me soporta, / soy de palabras mu cortas / pero tiran a matá, / soy como a nadie le importaAy Paco, ay Paco, ay

 

Weiß/Colonia, 3.12.

Cuando me levanto estaba esperándome la linda sorpresa de sus padres han “aparcado” a Henri en casa, para poder ir tranquilamente de compras. Como yo también debo salir a hacerlas, le pregunto si quiere que le traiga algo especial. Me dice que sí, que quiere un helado de chocolate belga de la marca Häagen Dazs. «Tiene gustos de pobre la criatura», como diría su tatarabuela Remedios, tan bella como sabia.

 

Hoy en el diario una esquela con un epitafio de Balzac: «Se vive dos veces, la primera en la realidad, la segunda en el recuerdo».

 

También en el diario, en la página dedicada a los lectores infantiles, se les explica lo que es políticamente un gabinete, yendo por delante la aclaración de que “gabinete” es una palabra que designa un aposento pequeño, sólo que como los ministros solían reunirse en uno de esas características, pasó a denominarse “gabinete” lo que también se llama “consejo de ministros”. Y luego: «Donald Trump, el futuro presidente de los Estados Unidos, está buscando ministros para su gabinete. Y la selección que ha hecho hasta ahora preocupa a mucha gente. Porque algunos de los futuros ministros son racistas, es decir, son hostiles a los extranjeros. Y otro puesto importante será para un hombre que ya ha insultado muchas veces a las mujeres». No tiene buena prensa el tal trompudo por estos andurriales. Haciendo un juego de palabras no sé si tan tonto como parece, los europeos tenemos ahora, más que nunca, acerca de los USA, sentimientos muy encontrumpados.

 

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