Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoEl extraño caso del Círculo de Magos del Tercer Infierno (I)

El extraño caso del Círculo de Magos del Tercer Infierno (I)


 

Don Ramón por Diego Rivera

Don Ramón por Diego Rivera

 

El teatro no da para vivir, salvo a ciertos privilegiados. El gallinero tampoco, así que he decidido emplearme en otras tareas. Como es muy difícil que alguien contrate a un muflón por cuenta ajena, he invertido en un negocio seguro: la investigación privada, la del cáncer no, la otra, es decir, me he convertido en detective privado, sí, de los de gabardina y sombrero.

 

Mi agencia está en la calle Buenavista, en un antiguo despacho de leguleyos: Castelao. He decidido no cambiar el nombre de la empresa, por pereza. El otro día entró mi primer cliente. Me dijo que había leído que Ramón Gómez de la Serna había vuelto a la vida y, de ser así, quería que le hiciera llegar un pagaré por 32 pesetas que todavía debía el escritor. La deuda, que era del año del crack, podría resultar insignificante, pero ¿quién era yo para dudar de estas cosas? La emoción me embargaba. Un caso digno del gran Tristan Braker. Estaba de enhorabuena. Mi agencia estaba de enhorabuena. Abogados Castelao, Detectives Privados, se adentraba en la Nave del Misterio.

 

 Castelao

La agencia de muflón Silvestre

 

Mi primera pista era un nombre: Pedro Manuel Víllora. ¿Sería un truculento nigromante? ¿Un reanimador de cadáveres? Descubrí que era de La Roda (Albacete), así que por lo menos sabía que podría obtener sabrosos dulces. Poco después me enteré de que el Ayuntamiento de Madrid estaba metido en el ajo. Había que ser cauto o el caso podría estallarme entre las pezuñas: un nigromante es algo asumible para un muflón, pero un nigromante que trabaja para una conspiración gubernamental son palabras mayores. Otros nombres fueron apareciendo en mi investigación: David Kelly, Javier Mejía, Julio Escalada, Ignacio García May, Javier Prieto, Fernando Gervasi, Javier Carramiñana, Carlos Gorbe, Félix Estaire, José Camean, Gorka Martín y Vicente León. ¡Todo caballeros! Sin duda se trataba de un círculo de magos.

 

No fue difícil descubrir dónde vivía uno de ellos. Y puse en marcha el protocolo de seguimientos (consiste en seguir a alguien sin que se dé cuenta). Los pasos del joven mago me llevaron al Infierno situado en el sótano de una escuela de arte dramático. Allí estaban todos, se encerraron en una habitación y estuvieron lanzando extrañas proclamas durante horas. Al salir estuvieron a punto de descubrirme, ya que como tengo tapones de cera en las orejas, tuve que pegarme mucho a la puerta para averiguar lo que trataban. Por suerte, simulé ser una escenografía y nadie se percató de mi presencia. Cuando se marcharon pude escuchar: “Conde Duque, sábado y domingo”; en realidad dijeron más cosas, pero la cera me impide oír los sonidos agudos.

 

Volví a mi oficina desesperanzado. Abrí una cerveza sin alcohol y me puse una tapita de heno de primera calidad. ¿También estaba implicado un Conde-Duque? ¿Los magos se habían hecho con el control de la monarquía? ¿Qué tenía que ver con ese grupo masculino Ana Botella? ¿Los había contratado sobria o ebria? Demasiadas preguntas para un cerebro que se haya entre dos cuernos. Me tumbé sobre la mesa del antiguo abogado Castelao, que uso a modo de pesebre, y traté de dormir. ‘Mañana será otro día’, me dije.

 

To be continued…

 

muflón Silvestre

 

Más del autor

-publicidad-spot_img