España es el país número 25 de 28 en el ránking de justicia social en Europa, con un 4,76, de acuerdo con el monitor de inclusión social que elabora anualmente Bertelsmann. Por debajo de España, sólo Bulgaria, que apenas supera el 4, Rumanía, con un 3,91, y Grecia, con un 3,66. La media europea se sitúa en el 5,75. Los mejores países, Suecia, Finlandia y Dinamarca, superan el 7.
La consolidación de la mejora de los grandes números económicos en España a lo largo de este año sólo ha hecho posible una subida del 4,75 (su nivel más bajo desde el inicio de la crisis) al 4,76 entre 2015 y 2016, por lo que aún se encuentra muy lejos de los niveles de 2008, cuando se situaba en el 5,45.
La media europea en el último año ha subido de forma más generosa, desde el 5,63 hasta el 5,75, con lo que se encuentra más cerca de alcanzar los niveles pre-crisis, situados en el 6,06. El indicador medio del continente marcó mínimos en 2014, lo que significa que, a diferencia de lo que sucede en España, ya lleva dos ejercicios mejorando.
Pero, ¿cómo se mide la exclusión social? El índice de Bertelsmann tiene en cuenta políticas de prevención de la pobreza, acceso a la educación y al mercado de trabajo, la cohesión social, la salud y la justicia intergeneracional. ¿En cuáles de estos indicadores falla España para salir tan mal en la fotografía europea, en qué lo hace tan mal para que haya ese déficit en justicia social?
En primer lugar, falla en lucha contra la pobreza. De acuerdo con el informe de Bertelsmann, si bien en el país se han llevado a cabo reformas estructurales de amplio calado y ello ha llevado a que mejoren las grandes cifras económicas, el porcentaje de personas en riesgo de pobreza y exclusión social sigue en niveles muy altos (28,6% en 2015, frente al 23,3% de 2008).
Los expertos que han analizado la situación de España describen: “Las personas en mayor riesgo de marginalización incluyen inmigrantes, jóvenes desempleados y personas mayores con pensiones mínimas. Particularmente seria es la tasa de pobreza de los niños, de cerca del 30%. Las mujeres, en particular aquéllas ocupadas en empleos precarios y encabezando familias monoparentales, son más vulnerables que los hombres. Finalmente, el porcentaje de personas con trabajo viviendo por debajo del umbral de la pobreza es muy elevada (12,3%) y supone el tercer peor caso en la Unión Europea (la media está en el 9%). El efecto combinado de las dificultades económicas (tasas de paro al alza y recortes en salarios y prestaciones) y las medidas de austeridad (en salud, educación, servicios sociales y apoyo a personas discapacitadas) han exacerbado la marginalización”.
En todo caso, España, en prevención de la pobreza, se encuentra en el puesto 20, con un 4,19, con lo que se encuentra por encima, por ejemplo, de Italia (4,16) o de Grecia (2,50).
España también falla en oportunidades a los niños y jóvenes. En este indicador, se encuentra en el puesto 26, con un 4,28, sólo por delante de Bulgaria y Rumanía. Según recoge el informe, en España, el 34,4% de los niños y jóvenes están en riesgo de pobreza y exclusión social, con lo que se encuentra en el puesto 24 en este indicador. Cifras parecidas encontramos en Italia (33,5%), así como en Grecia (37,8%), en Hungría (36,1%). En Portugal se sitúa poco por debajo del 30%.
En la media europea, entre 2008 y 2015, el porcentaje de niños y jóvenes en riesgo de pobreza o exclusión social ha pasado desde el 26,4% hasta el 26,9%. El crecimiento conjunto en los países del sur de Europa ha sido muy superior: del 29,1% hasta el 33,8%.
En Rumanía y en Bulgaria, el porcentaje de niños y jóvenes en riesgo de pobreza o exclusión social es aún superior: ronda el 45%.
Además, si de media en Europa, hay un 17,3% de jóvenes de entre 20 y 24 años que ni estudian ni trabajan, en España esa cifra sube hasta el 22,2%. El paro juvenil en España aún se encuentra muy cerca del 50% (48,3%), sólo con Grecia con una cifra peor (49,8%). Y el abandono escolar temprano, en el 20%, en la que es la peor cifra de toda Europa, frente a tasas del 6% en Croacia, Eslovenia, Chipre, Polonia o Lituania. El 42,6% de los jóvenes españoles llegan a niveles por debajo de la secundaria, en la que es el tercer peor resultado de la UE, sólo por encima de Portugal y Malta.
En general, en toda Europa, se falla en justicia intergeneracional, dado que si en pobreza infantil y juvenil se ha empeorado, en la que sufren los mayores de 65 años, se ha mejorado.
En España este desequilibrio es especialmente llamativo, puesto que si salía muy mal en el ránking de pobreza infantil, en la de los mayores se encuentra en el puesto 8, con un riesgo de pobreza o exclusión social de apenas el 13,7%, frente a cifras del 21,7% en Portugal, o del 22,8% en Grecia, que ocupan el puesto 20 y 21, respectivamente, y al 17,4% en que se sitúa la media comunitaria.
Por precisar, en justicia intergeneracional, España se coloca en el puesto 22 de los 28 países de la Unión Europea, con un 4,7, empatando con Croacia. Peores registros tienen Hungría, Malta, Chipre, Italia y Grecia. Suecia, Finlandia y Dinamarca son los mejores, superando el 7, posiblemente por sus mejores cifras en infancia. O por sus políticas de familia, puesto que estos países, junto a otros como Francia o Estonia, son los mejores en ellas, según el informe de Bertelsmann, frente a España, en el furgón de cola, con un 5, sólo mejor que Chipre, Hungría e Italia, que “sacan” un 4.
El empleo no sólo es un problema en los jóvenes españoles (en acceso al empleo, España es el penúltimo país de Europa, sólo por delante de Grecia), sino que se extiende por toda la población: así, el 15,4% de los habitantes del país viven en hogares con escasa intensidad laboral, con lo que se encuentra en el puesto 26 del ránking europeo, sólo por delante de Grecia e Irlanda. El empeoramiento de este indicador en España durante la crisis ha sido notable, puesto que en 2008 se situaba en el 6,6%. Además, el paro de larga duración en nuestro país alcanza al 11,5% de la población, sólo por debajo de Grecia, donde supera el 18%. Y el porcentaje de parados entre los trabajadores de baja formación en España es del 28,9% (frente al 13,2% de 2008), una cifra que es sólo mejor a la que se registra en Eslovaquia (34,4%). De acuerdo con el informe, pese a la mejora del mercado laboral español en los años recientes, éste continúa lejos de ser inclusivo, especialmente entre los jóvenes y para quienes han estado fuera de él durante algunos años.
En cuestiones de cohesión social y no discriminación, cuestión en la que España está en el puesto 17 en el ránking, hay gran diversidad, según los indicadores de los que se trate: el país lo hace mejor es cuestiones culturales que económicas. Así, por ejemplo, se coloca en buen lugar en igualdad de género en los parlamentos, donde es el tercer mejor país, sólo por detrás de Suecia y Finlandia. Pero en cuestiones económicas, España es uno de los países más desiguales de Europa, con un índice Gini en los 34,6 puntos. Con ello, se sitúa en el puesto 23, sólo mejor que Estonia, Lituania, Bulgaria, Rumanía y Lituania, y muy lejos de Eslovaquia y Eslovenia, donde no llegan a los 25 puntos.
En salud es en el aspecto en el que mejor nota saca España, con un 7,10, con lo que se coloca en el puesto 9, empatando con Finlandia y muy cerca de Francia. En esto, España ha mejorado desde el año 2008, cuando la nota era un 7,04. Y ello en parte porque la expectativa de vida saludable ha crecido en España en los últimos años desde los 63,3 hasta los 65 años, lo que la coloca quinta en el ránking, por detrás de Suecia, Malta, Irlanda y Chipre. Esta nota es la que sube la media, puesto que en lo demás, la situación social de España es bastante mala.
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