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Mientras tantoMe he quedao con tu cara

Me he quedao con tu cara

Cinesporas en el blogo aerostático   el blog de Federico Volpini

 

FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA Estampas del Oeste sevillano (y afluentes)

 

Sobre el comentario de Sergio Fanjul en su perfil de Facebook: EL CINE NO ES VERDAD.

 

SERGIO FANJUL (en casa, Ché Peligro)

 


 

 

“… le dicen ‘pacto de ficción’ a eso de suspender la incredulidad para adentrarte en una novela o en una película (…) me ha llamado siempre la atención que haya actores que actúen en tantas películas y obras de teatro haciendo tanto papeles. vamos, que la misma persona es un narco colombiano, un albañil de Vallecas, un inspector de policía o un escritor paupérrimo, pero nos da igual, nos lo creemos. ¡pero si es el mismo señor! ¿cómo luego no nos va a engañar la trama político-mediático-empresarial? necesitamos espectadores más lúcidos, mas críticos. en mi opinión cada actor debería hacer solo un papel en su vida o, al menos, tener una cuota máxima anual. excepto en el porno, donde los performers interpretan, por proyección, a los propios espectadores”.

 

DIGRESIÓN: DJANGO DESENCADENADO

 

Un tipo avanza arrastrando un ataúd. Es rubio, de ojos claros, y viste de un negro riguroso. Si fuésemos propensos a sacar una conclusión apresurada, diríamos que el tipo es Franco Nero, actor italiano que fue famoso por los años 60 haciendo casi de todo: desde de Garibaldi hasta de Galahad en ‘Camelot’, película de la que igual no se acuerda nadie tampoco y eso que es, asimismo, en color. El tipo del ataúd avanza. Le vemos la expresión, comparamos con el retrato que nos brinda Internet y nos decimos: “Pues yo creo que sí, que es Franco Nero”. Y no. Es Django.

 

Django. Sergio Corbucci. 1966

 

 

En 1966 el director Sergio Corbucci firmaba ‘Django’, una película que protagonizaba Franco Nero, que era Django. Esa costumbre que tienen los personajes en el cine de ponerse la cara de un actor despista mucho. “¿Ése quién es? ¡Se parece una barbaridad a Harry el Sucio. Y no: es Clint Eastwood, que ha salido a la calle a alegrarnos el día. Y que se parece de tal modo a Harry el Sucio que estaríamos tentados de tomarlo por él, si no supiésemos que Harry el Sucio, directamente, no existe. Nunca ha habido, ni puede haber, un tipo llamado Harry Callahan (¡caramba!: ¡actor en Deadwood’!), este Harry Callahan, excepto en la pantalla. De la misma manera que no hay, ni puede haber, un tipo que se llame Clint Eastwood, desde el instante exacto en el que empieza la ficción. En la ficción, Clint Eastwood es el que no existe. Existen sus personajes. Existe Harry el Sucio, existe el Rubio del spaghetti western, existe Walt Kowalski, existe Robert Kincaid, existe Bill Munny.

 

SIN PERDÓN. Clint Eastwood. 1992

 

 

Callahan, Kowalski, Kincaid, Munny, el Rubio, todos ellos, pero Clint Eastwood no. Y lo mismo le pasa a Franco Nero. Lo primero que sorprende al ver ‘Django desencadenado’, de Quentin Tarantino, spoiler en el trailer más arriba (sorprende que se exija al inmigrante, hoy, en España, dominar el español), es Franco Nero, que sale, pero en otro momento, y que no es Django. Es otro personaje. Que se pone Franco Nero para poder estar en la pantalla. Es lo malo del cine: al personaje lo sostiene el actor. Y a Django, en la película original, lo sostenía Franco Nero. “¿Quién es ése?” “No sé. A mí me parece que es sir Galahad” “¡Qué va a ser!: ¡ése es Django!”. Otra cosa terrible del cine en sus películas es que el actor no hace sólo una. Y ya no hay quién se aclare. ‘Django’. Un tipo avanza arrastrando un ataúd. Es rubio, de ojos claros, y viste de un negro riguroso. Es Django. Con la cara de sir Galahad, de Garibaldi, con los rasgos que les presta a todos ellos Franco Nero.

 

CAMELOT. Joshua Logan. 1967

 

 

C’est lui!

 

Qué pudo ver Quentin Tarantino en la película original (en Camelot’ o en Django’) es un misterio. Lo primero que sorprende en ‘Django desencadenado’ es que Django no sea Franco Nero. Lo siguiente que nos deja en la perplejidad es que la historia no se parece nada. ¿Por qué ‘Django’? ¡Un momento!: si un actor puede ponerse distintos personajes, ¿por qué no puede un personaje ponerse actores diferentes? La palma, en esto, se la lleva Todd Solondz (aunque hubo antecedentes). Se la lleva Todd Solondz con ‘Palíndromos’ donde, en una misma película, al protagonista femenino lo interpretan actrices ¡y actores! diferentes, según sea el momento que vive el personaje.

¿Qué tiene que ver ‘Django’ con Todd Solondz? Nada. Lo mismo que tiene que ver ‘Django’ con la película de Quentin Tarantino.

 

PALINDROMES. Todd Solondz. 2004

 

 

Quien no haya visto ‘Palíndromos’ debe hacer un esfuerzo y viajar, aunque sea por la red, a los Estados Unidos. ¿Qué tiene que ver Todd Solondz con Quentin Tarantino? ¿Y qué tiene que ver ‘Django desencadenado’ con ‘Palíndromos’? ‘Palíndromos’ se parece a ‘Django desencadenado’ en que son actores diferentes los que encarnan un mismo personaje. En ‘Palíndromos’ muchos y en una sola película. En ‘Django’ dos actores distintos y, también, dos películas. ‘Django’. 1966, de Sergio Corbucci. Un tipo avanza arrastrando un ataúd. Es rubio, de ojos claros, y viste de un negro riguroso. Es Franco Nero. ‘Django desencadenado’. 2012. De Quentin Tarantino.

 

DJANGO UNCHAINED. Quentin Tarantino 2012

 

 

Un tipo avanza uncido a una cuerda de esclavos semidesnudos, miserables, todos de un riguroso negro. El negro que se nos queda impreso sobre la misma piel. Alguien pregunta: “¿Alguno de vosotros conoce a Tal y Tal?” “¡Yo!”, dice uno de los negros. Es Django. Pero, definitivamente, Django no es Franco Nero.

 

JEFF BECK Ol’ Man River


 

El tiempo pasa y, lo mismo que el río, se lleva el agua y deja en las orillas el cieno y los despojos (nada contra ‘Magnolia’, Paul Thomas Anderson, 1999… pero no). Cuesta encontrar en las redes la vieja película Magnolia, anclada, sin embargo, en la memoria, con los troncos flotantes, la bruma, los ahogados. La persona se ahoga de sí misma y eso es llegar al mar. Llega, la mar, la mar de pronto, opina la mayoría de la gente. A Quentin Tarantino la memoria se la marcó ‘Django’. Y desencadenó a Django/Prometeo. Que se parece a ‘Django’ lo mismo que Jamie Foxx se parece a Franco Nero. Negro el uno y el otro Franco Nero. Es que el cine es mentira. Cuando cae el pistolero acribillado termina el día de rodaje y el actor se levanta, se viste de sí mismo y se encamina a una nueva película. Django ficha y Jamie Foxx sale del plató con Franco Nero. Y la cara de Django, cada uno. Un tipo avanza, negro de ojos azules, rubio de negro riguroso. Y es el cine. “A la misma vez” todos.

 

Luego, también, están los personajes que ni existen. Kilroy, por ejemplo.

 

KILROY WAS HERE. Phil Karlson. 1947

 

 

James Kilroy, por los tiempos de la II Guerra Mundial, supervisor en un astillero de la Armada norteamericana, que contaba los remaches una vez ajustados los pernos en los buques de guerra y, una vez revisadas, a las planchas les ponía su marca. Hay dos versiones. Según una, los trabajadores asalariados borraban esa marca pretendiendo que les pagaran de nuevo por un trabajo ya hecho. Según otra, la marca se borraba ella sola y el que cobraba menos era Kilroy, que facturaba por cuaderna. “Cuaderna”, “perno”, “buque”, venga o no venga a cuenta: “quejumbroso”. El español es un idioma magnífico. Se borraban las marcas que Kilroy trazaba (“trazar”, otro precioso verbo) a tiza y, preocupado, Kilroy las sustituyó por un dibujo: un tipo mirando por encima de una valla y la leyenda “Kilroy was here”. El dibujo, vigilando la marca.

 

KILROY WAS HERE


 

Fuera porque el dibujo imponía a la tropa y al azar, o porque Kilroy lo hacía con pintura y no con tiza, el dibujo quedó. Lo veían, cada día, una vez embarcados en su viaje hacia la muerte, los soldados. “¿Quién es Kilroy? ¿Cómo estuvo aquí Kilroy?” Y el ejemplo cundió: allí donde llegaban, sobre muros, paredes, en grutas, a los campos de concentración, llegaba Kilroy. A quien nadie podía poner cara.

 

Kilroy was here. THE MOVE

 

 

Todo esto se encuentra en Internet: la Entrered. Basta buscarlo. Sólo que hay que buscarlo. The Move: “Kilroy estuvo aquí, aunque su rostro yo no lo vi jamás”. Ni nadie, excepto los que lo conocieron en América. Se dice, también, que Kilroy, lo precedió en veinticinco años, tiene un antecedente australiano: ‘Foo was here´; y que por la I Guerra Mundial se encontraba la leyenda incluso en la bolsa de los marsupiales. ‘Kilroy was here’ llegó hasta el Everest. Lo dejaron los norteamericanos en la Luna. Y Kilroy no estuvo nunca en ningún sitio.

 

Rubber. GILBY CLARKE. ‘Kilroy was here’ es sólo la primera canción, pero no viene suelta.

 

 

“Kilroy estuvo aquí. Cobró un cheque y dejó la habitación”. Kilroy se evapora. Gilby Clarke. Stix tituló así, ‘Kilroy was here’, uno de sus álbumes. Ewan McColl una de su canciones. Y es, el obrero, Kilroy: el que deja su huella allí donde trabaja.

 

Kilroy was here. EWAN MacCOLL

 

 

Confío en no desvelar nada.

 

Con la muerte en los talones.

 

North by Northwest. Hitchcock. 1959

 

 

Psicosis.

 

Psycho. Hitchcok 1960

 

 

Con Van Heflin, con Charles Laughton, Bajo diez banderas’: el Atlantis, al mando del capitán Reger. El barco camuflado que no se hallaba en ningún sitio.

 

Sotto dieci bandiere. Duilio Coletti. 1960

 

 

Kilroy was here. Esa sola inscripción, que a nada refería, elevaba la moral de las tropas. La propaganda afirma que Hitler creía a Kilroy un súper-espía que, como al Mr. Kaplan de ‘Con la muerte en los talones’, como a la madre de Norman Bates, como al Atlantis, no había forma de localizar; y que Stalin puso tras la guerra precio a su cabeza: son coartadas. La persona es la máscara y nos ponemos, lo mismo que en el cine, el personaje que conviene. Para salvar la cara. Según la abofetean, en la guerra, entre amigos, en nuestro dormitorio. En lugar del Atlantis se hunde al Bismarck (Sink the Bismark’. Lewis Gilbert. 1960) y andamos, por la honra, sin los barcos. Sin importar el nombre, el rostro, la verdad, nos justifica la apariencia.

 

(“¡T’has quedao calvo!” “Estaba”).

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