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Mientras tantoNo debería uno contar nunca nada

No debería uno contar nunca nada


 

Lunes, 31 de marzo

 

“Amenaza de bomba en ABC. Todos fuera del edificio”

 

El día después de los altercados del sábado 22, Recoletos despertó con los cristales de los establecimientos destrozados, algunos bordillos arrancados y numerosas pintadas antisistema. ABC informaba en su edición del domingo de “los peores disturbios de la legislatura”: “Grupos radicales arrasan el centro de Madrid. Un millar de antisistemas hieren a sesenta y siete policías y destrozan Recoletos, el Prado y Colón. Tres menores, entre la treintena de detenidos”. “No es política, solo es violencia”, subrayaba el editorial: “La marcha de la izquierda radical buscaba, ante todo, desestabilizar, y concluyó con una algarada que resultó un ataque premeditado y sistemático contra la Policía”.

 

“No fastidies. Yo no he sido…”

 

“La guerrilla de extrema izquierda atacó a la Policía con lanzacohetes, acero y clavos”, según el ABC del lunes 24. “Las ‘Marchas por la Dignidad’ llegadas a Madrid el sábado tenían hasta mensajes de apoyo a los Grapo y se saldaron con 67 agentes heridos”. El día después de la muerte de Suárez, una segunda información señala que “PSOE e IU eluden condenar los ataques a la Policía en Madrid”.

 

“A tres calles de distancia. Nos mandan cada vez más lejos”.

 

“La ley, contra la extrema izquierda violenta”, titula el editorial de ABC el 24 de marzo, martes. “El verdadero problema sigue siendo la existencia de una extrema izquierda, cada día más violenta, contra la que tiene que reaccionar el Estado, más allá de las medidas penales contra los responsables del terrorismo callejero”. “La Policía era vigilada por observadores de la OSCE mientras la atacaban el 22-M –añade el diario en páginas interiores–. Grupos de extrema izquierda acosan ahora a los jueces para exigir la libertad de los detenidos el sábado”. Y más: “PSOE e IU siguen sin condenar las agresiones pese a su gravedad”.

 

“Los de toda la vida dicen que no han vivido nada así. Se lo están tomando en serio”.

 

En una edición dominada por el fallo del Tribunal Constitucional contra la declaración soberanista del Parlamento catalán y el funeral de Adolfo Suárez, ABC le reserva el miércoles una doble página a la violencia del fin de semana: “El agresor de un policía tuvo un ‘subidón’ al apedrearle hasta dejarle inconsciente” / “Los vándalos tienen nexos con proetarras y con Resistencia Galega”.

 

“Tráfico cortado. Policía”.

 

Editorial del jueves, 27 de marzo: “Un peligro para la democracia. La violencia creciente de la ultraizquierda constituye una amenaza para el Estado de Derecho y las libertades de todo y hace imprescindible la nueva ley de Seguridad Ciudadana”. “Los policías exigen a los jueces más contundencia contra los violentos —sigue ABC—. Concentraciones policiales en toda España en apoyo de los agentes antidisturbios atacados en Madrid”. “Toxo y Méndez tardan cuatro días en condenar la violencia”.

 

“Café en el Rodilla. Pasando de la amenaza de bomba”

 

Viernes, nuevo editorial: “No es vandalismo, sino terrorismo. Para que el Estado de Derecho sea eficaz en la aplicación de la ley a la ultraizquierda violenta, lo primero que debe hacer es diagnosticar de qué tipo de violencia se trata”. Ignacio Cosidó, director general de la Policía, afirma: “Hay una escalada de violencia para desestabilizar el sistema”. “Salvajismo antisistema en las aulas: ‘Pim, pam, pum… estáis muertos’. Los campus de Madrid y de otras ciudades viven una nueva jornada de violencia con barricadas, quema de contenedores y amenazas a profesores”. Edurne Uriarte, columnista de ABC y profesora universitaria, declara: “Las amenazas de hoy me recuerdan a lo que viví en el País Vasco”. “Interior respalda la propuesta de Botella de limitar los lugares para manifestarse”. ABC le dedica seis páginas a la violencia del sábado el día 28. “Fernández Díaz reconoce un ‘fallo operativo’ en la Policía”. “El PSOE justifica con el luto de Suárez no haber condenado antes las algaradas. IU acusa al Gobierno de ejercer una ‘violencia’ social sistemática’ contra los ciudadanos”. Y: “Los vándalos asumen los métodos y tácticas de la «kale borroka». La finalidad de subvertir el orden constitucional puede ser un delito terrorista”.

 

“Seguimos en la calle. Hace frío”.

 

“El fiscal quiere acusar a los antisistema de pertenencia a un grupo criminal”, informa ABC el sábado, 29 de marzo. “Analizará las grabaciones de las algaradas del pasado sábado para apuntalar su idea de que los radicales actuaron perfectamente organizados”. En una segunda página: “El Gobierno descarta restringir los lugares para manifestarse. No ha pedido ningún informe jurídico sobre los límites de ese derecho”.

 

“Nos dejan pasar”

 

“Herederos del terrorismo callejero. La izquierda radical se nutre de jóvenes del entorno de ETA, Resistencia Galega y los Grapo”. Portada, editorial –“hay que tomarse muy en serio la violencia ultraizquierdista”– y primer plano en el ABC del domingo. Ahí van los titulares: “Los herederos del terrorismo callejero. Grupos antisistema aglutinan a jóvenes del entorno de bandas terroristas” / “Unos 3.500 radicales operan en España” / “Izquierda Castellana, la lista proetarra en la Unión Europea” / El espejo en el que se miran. Las últimas acciones del terrorismo callejero en Madrid, calcadas de manuales abertzales” / “Jorge Fernández Díaz: ‘La agresión fue brutal y pudo costar vidas humanas’” / “La doble vara de medir de la izquierda. Ni el 22-M ni Gamonal. El Congreso solo ha condenado el ataque fascista a la librería Blanquerna en 2013” / “‘Tenemos un grupo acorralado’. Las cargas de la UIP se retrasaron porque Colón estaba aún lleno de gente; los vándalos empezaron su ataque antes que nunca y desplegaron una saña jamás vista” / “‘Nuestras vidas peligraron el 22-M’. Pese a su experiencia, los antidisturbios dicen no haber visto tanto odio como esa noche”.

 

“Histéricos cerrando”

 

***

 

Martes, 1 de abril

 

Me detengo en una tribuna de Pierfranco Pellizzetti: ‘El bluf electoral de Renzi’. Dice el ensayista italiano que Enrico Letta y el actual primer ministro italiano, Matteo Renzi, son ambos unos profesionales de la política: hábiles y dotados de cinismo. “Pero siempre con una sonrisa cautivadora”. Con una sonrisa saludó Renzi a Letta mientras maniobraba para defenestrarlo, “mientras le juraba eterna solidaridad”. Miro hacia Italia y veo un enorme tablero de ajedrez que nunca se desmorona. En el escenario político italiano hay despegues, repliegues y resurrecciones: el manido todo cambia para que todo siga igual. ¿Quién se acuerda de Romano Prodi? ¿Quién de Mario Monti? ¿Y de Pier Luigi Bersani? En Francia el presidente François Hollande se agarra a Manuel Valls, a quien lo imagino fumando en la ventana de su casa como el protagonista de ‘House of Cards’. De ministro a ministro estrella, y de ministro estrella a primer ministro. La última bala de un Hollande descabalgado sale en las primeras páginas de los periódicos con fotos más propias de un anuncio de Netflix que las del tipo llamado a salvar su mandato. Mariano Rajoy observa desde España, quizá fumando un puro, con la tranquilidad de haberse sacudido a rivales como José María Aznar, Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz Gallardón y agitadores como Federico Jiménez Losantos o Pedro J. Ramírez. Y todo sin levantar una ceja. “Sí, hombre”. Veo el saludo con Aznar en el funeral de Estado por Adolfo Suárez y recuerdo aquello de que en política abrazar al contrario es la mejor manera de neutralizarlo.

 

***

 

Miércoles, 2 de abril

 

Abanto, abrazafarolas, adufe, alcornoque, alfeñique… Un artículo de GQ con 221 insultos ha sido de lo más compartido en internet estos días. Echacantos, ejarramantas, energúmeno, esbaratabailes, escolimoso… Lo de los insultos es una cosa divertida. El mejor que he escuchado en boca de un político es el que le dedicó Rafael Hernando (PP) al juez Santiago Pedraz –el juez y su melena rubia–. Pijo ácrata, le llamó. Tanto me gustó que decidí recopilar los más curiosos a partir de entonces. Desde un ‘jodido estirado faltón’ que le soltó un tuitero a Arturo Pérez-Reverte al modernillo insustancial que acuñó Elvira Lindo en una de sus columnas dominicales. Tonto de carrito, émula de tercera división… Un atronado, un amigo irresponsable sin reflexión ni cordura, decidió regalarme un diccionario de insultos: más de mil páginas en manos de un vivalavirgen como yo, que lo mismo me da ocho que ochenta. Y no es que sea yo un atravesao, que tenga malas intenciones; es que hay mucho murmurón –maldicientes y bultuntunes– que merecen un buen pescozón. No será hoy, que no quiero ser siquiñoso ni malasombra.

 

***

 

Jueves, 3 de abril

 

Julio Verne, en 1889, imaginaba así la jornada de un periodista norteamericano en 2889:

 

“Su nuevo director […] iba a infundirle una energía y vitalidad sin paralelos al inaugurar el periodismo telefónico. Conocemos este sistema, llevado a la práctica por la increíble difusión del teléfono. Todas las mañanas, en lugar de ser impreso, como en los tiempos antiguos, el Earth Herald es ‘hablado’: es en una rápida conversación con un reportero, un político o un científico, que los abonados se informan de lo que puede interesarles. En cuanto a los clientes no suscriptos, se sabe que por unos centavos toman conocimiento del ejemplar del día en las innumerables cabinas fonográficas.

 

Esta innovación de Francis Bennett revitalizó el antiguo periódico. En algunos meses su clientela ascendió a ochenta y cinco millones de abonados y la fortuna del director aumentó gradualmente hasta los treinta mil millones, cifra altamente superada en la actualidad.”

 

***

 

Viernes, 4 de abril

 

Stefano Benni escribió en 1994 ‘Il Sondar’, un cuento que imaginaba en ‘L’ultima lacrima’ otro futuro para los periodistas:

 

“El nuestro es un trabajo duro, pero sin duda fascinante”, dijo el director del periódico al nuevo joven periodista.

 

[…]

 

—Vea, tres cosas le deberán guiar en su nuevo trabajo con nosotros. […] La tercera, la puede ver encima del escritorio de cada periodista y también sobre el mío, es el Sondar SCE, o lo que es lo mismo, el Sondeo Continuado de Eficiencia. […] Su funcionamiento es sencillo: puesto que en años pasados ha habido muchas, demasiadas polémicas sobre la poca objetividad de la información y las arbitrarias posturas ‘anti’ y ‘filo’ gubernamentales, el Gobierno ha decidido confiar la cuestión a un árbitro imparcial. El sondar, precisamente. […] Mientras usted trabaja, jovenzuelo, el instituto gubernamental de sondeos señala al Sondar, en cada momento de la jornada, su índice de agrado por parte de los lectores. Después de cada artículo, se hará enseguida un sondeo. Mientras mantenga alta su cuota de popularidad, formará parte de nuestro periódico. Cuando descienda, será despedido. Recuerde bien: ¡el sondar no perdona! […] Naturalmente yo mismo estoy supeditado al control del Sondar. Esto garantiza democracia de nuestro periódico: todos estamos supeditados al juicio popular y esto es infinitamente mejor que las llamadas opiniones libres. ¡Pero el Sondar no lo debe paralizar, joven colega! Es evidente que si yo he llegado tan alto es porque conozco bien las reglas del Sondar, sé conciliar la imparcialidad de las noticias y la libertad de redacción. Yo le guiaré, le aconsejaré, le advertiré cuando corra el riesgo de enfadar al Sondar. Seré al mismo tiempo su director y su garante. ¿Está claro? ¿Tiene preguntas?

 

“Sí”, dijo el joven periodista, “¿qué es esa luz roja que se ha encendido en el Sondar?”

 

El director sabía lo que significaba la luz roja. El joven periodista, no. Una voz femenina proveniente del Sondar dijo con firme dulzura:

 

—Señor director, lamentamos informarle de que en el último sondeo del día ha descendido al vigésimo primer puesto de la clasificación de popularidad nacional. Esto no le permite proseguir en su puesto. Tiene tres minutos para recoger sus cosas. Le agradecemos el trabajo desarrollado y le auguramos nuestros mejores deseos.

 

El Sondar escupió una bolsa amarilla. El director recogió rápidamente un par de estilográficas, una agenda, una foto de su mujer, un revólver, un perrito de porcelana y, por último, la bolsa.

 

“Es mi liquidación”, dijo con una voz un tanto alterada, y salió de la habitación.

 

La luz roja del Sondar se apagó. El joven periodista permaneció solo unos veinte segundos, se abrió la puerta y entró un nuevo director.

 

“El nuestro es un trabajo duro, pero sin duda fascinante”, dijo el director del periódico al nuevo joven periodista.

 

***

 

Sábado, 5 de abril

 

Los centros comerciales empiezan a incorporar áreas de descanso. Son cuatro o cinco sillas habilitadas, o algún sillón, siempre ocupados, porque para reposar ya están el Starbucks y demás franquicias hambi. Una mujer desentona entre varios hombres, todos ellos pegados a su móvil en la tarde en la que Atlético de Madrid, Barcelona y Real Madrid se juegan la Liga.

 

***

 

Domingo, 6 de abril

 

Manuel de Lorenzo recoge en Jot Down algunos de los mejores arranques de novelas. “Porque el inicio de una novela –escribe–, además de ser la parte que mejor representa al todo y la pista más fiable sobre su calidad, es (o debería ser) el más eficaz de todos los cebos”. La periodista Edna Buchanan, en referencia a las entradillas de las crónicas, dijo que tienen que obligar al lector a “escupir el café, llevarse las manos a la cabeza y exclamar ‘¡Dios mío, Martha! ¿Has leído esto?”. El arranque de una novela es otra cosa, claro: mientras que el comienzo de una crónica debe agarrar el lector por la pechera y no soltarlo hasta el final, el de una novela tiene que dejar respirar. “Quédate conmigo, pero no tengamos prisa”. Entre los arranques elegidos por Manuel de Lorenzo está el de ‘Crónica de una muerte anunciada’, de Gabriel García Márquez. Es extraordinario:

 

“El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”.

 

O el de ‘Lolita’. En inglés:

 

“Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta”.

 

El artículo continúa en los comentarios. Un lector propone lo que yo echaba en falta: los arranques de las novelas de Javier Marías. Y escribe el de ‘Veneno y sombra y adiós’, la tercera parte de ‘Tu rostro mañana’. Otro le responde con el inicio de ‘Los enamoramientos’, que no deja de ser una obra menor, por muchos premios que haya ganado, frente a la descomunal ‘Tu rostro mañana’. Durante un tiempo –quizá fue una impostura–, Marías estuvo diciendo que no sabía si sería capaz de volver a enfrentarse a una novela después de haberle puesto el punto y final a ‘Veneno y sombra y adiós’. Decía sentirse absorbido por ese universo en el que había estado trabajando durante años, que no deja de ser el universo Marías: el del Oxford de ‘Todas las almas’ y ‘Negra espalda del tiempo’ y el de la propuesta narrativa que ya esbozaba en ‘Mañana en la batalla piensa en mí’ o ‘Corazón tan blanco’. En su columna de hoy en ‘El País Semanal’, Marías habla sobre la muerte de la discreción: “Hay gente que ha perdido empleos por haber sido exhibicionista o bocazas en estas redes. Hay delincuentes cretinos que han acabado en la cárcel por haberse jactado de sus hazañas en el ciberespacio, la vanidad los ha condenado. Ya hay legiones de jóvenes reclamando el derecho al borrado y al olvido de lo que “colgaron” un día, y lo tienen difícil, ahí todo deja imperecedero rastro. No hay mayor prudencia –al contrario– con lo que se cuenta de los otros”.

 

Una columna que remite –siempre regreso a este libro– a los primeros pasos de ‘Tu rostro mañana’:

 

“No debería uno contar nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el mundo, o que sí pasaron pero estaban ya medio a salvo en el tuerto e inseguro olvido. Contar es casi siempre un regalo, incluso cuando lleva e inyecta veneno el cuento, también es un vínculo y otorgar confianza, y rara es la confianza que antes o después no se traiciona, raro el vínculo que no se enreda o anuda, y así acaba apretando y hay que tirar de navaja o filo para cortarlo”.

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