Con la llegada del otoño empieza también la época de los complementos y suplementos alimenticios para hacer frente al frío, la vuelta al trabajo (con el famoso “síndrome postvacacional), el inicio del curso escolar, etc. Son innumerables los productos que nos ofrecen “reforzar nuestras defensas”, equilibrar la flora intestinal, mejorar el rendimiento físico y mental, levantar el ánimo o incrementar la energía.
En España en 2014 el gasto en suplementos vitamínicos y dietéticos alcanzó 259 millones de euros, pero se prevé que aumente hasta los 270 millones en los próximos cinco años. La denominada nutricosmética, es decir, los complementos de vitaminas, minerales, ácidos grasos o antioxidantes para mejorar el aspecto físico, es especialmente demandada por el público femenino (triplica al masculino) y es utilizada por el 28 por ciento de los españoles, todavía muy lejos de la media europea (48%) o estadounidense (50%).
Sin embargo, numerosos estudios científicos han demostrado que todos estos productos no sirven para prevenir enfermedades crónicas ni por supuesto la muerte, además de existir investigaciones que indican que consumir determinados suplementos vitamínicos puede ser perjudicial.
Lo mismo ocurre con los archiconocidos antioxidantes, que prometen rejuvenecer nuestra piel e incluso prevenir el cáncer, aunque los investigadores señalan que estos supuestos beneficios no se han podido verificar, mientras que hay indicios de que un exceso de estos complementos puede dañar la piel y en algunos casos acelerar el crecimiento de tumores.
En cuanto a la flora intestinal, es un campo aún poco explorado y todavía es pronto para afirmar que existan productos que mejoren su funcionamiento.
Lo que sí está comprobado, gracias nuestra propia experiencia y al consejo de nutricionistas y otros expertos, es que una alimentación saludable y suficientemente variada aporta los nutrientes que necesitamos para enfrentarnos a nuestra vida diaria, sea verano, invierno o primavera. Por supuesto, hay excepciones (embarazadas,personas con inmunodeficiencias o determinados tipos de enfermos) que pueden necesitar añadir a su alimentación algún suplemento, pero eso sí, consultando previamente a los médicos que nos están tratando.