Home Mientras tanto Bonita imagen de naturaleza (Crónica parlamentaria, 26/04/18)

Bonita imagen de naturaleza (Crónica parlamentaria, 26/04/18)

 

Hay que ver como figuran los de Ciudadanos en el Congreso. Parecen un anuncio de El Ganso. Luego es oírlos hablar, al Sr. Rivera en el caso de hoy, y la impresión se fortalece. Les falta un Alfa Romeo antiguo de exposición montado en su bancada mientras desde el otro lado del río los miran con dientes afilados, que es como mira siempre el Sr. Mayoral, una mirada como de hambre, como si acabara de salir por la puerta de una cabaña de Hooverville.

 

Pero eso ya no existe. He visto a doña Tania Sánchez y también podría sentarse perfectamente en el Alfa Romeo. No así el Sr. Cañamero, por ejemplo. Del Sr. Cañamero a la señora Sánchez hay un abismo tan grande como el que hay en el PSOE. Uno mira a su bancada y a simple vista parece hecha como de patchwork. Lastras y Robles por un lado como hablando entre ellas muy deprisa, como nerviosas, como locas. Patxi López por allí con aire de náufrago feliz. César Luena en las alturas, ya sin alas, como Hernando. ¡Cipriá Ciscar! en un ladito, muy discreto, como con un aire de Mel Ferrer sin Audrey Hepburn y Zapatero sobrevolándolo todo como una cometa lanzada al aire por Albert Rivera.

 

El PSOE produce una sensación de remiendo, de partido descosido y mal enhebrado, como en medio de una remoción capital con severas derramas; que es la sensación contraria, a pesar de todo, de la que produce el PP, al menos estéticamente: un bloque en el que se pueden distinguir claramente sus líderes y sus oficiales y sus soldados importantes que van incluso vestidos uniformemente.

 

Don Rafael Hernando ha sido el único diputado de primera línea junto con don Pablo Iglesias que ha permanecido en su escaño las dos horas y media de Pleno. Entre los periódicos y el flequillo, el Sr. Hernando se ha podido mantener ocupado, sin descuidar el gesto de desdén cuando hablaba la oposición. Yo lo he visto tan tranquilo desayunándose con la portada de ABC que hoy es como una portada de Time con el personaje del año.

 

Y nada le alteraba la sonrisa como nada alteraba la posición del Sr. Iglesias. Algo verdaderamente impresionante. Tan sólo levantó brevemente la vista (desde que comenzó a hablar el Sr. Rivera a las nueve de la mañana hasta que la Sra. Presidenta dio por concluida la sesión bien pasadas las once), cuando el ciudadano Garzón lo sacó de su ensimismamiento con lo que parecía una estupidez notable a juzgar por la reacción.

 

Ni siquiera se le vio medianamente interesado con el pequeño espectáculo de club del Sr. Montoro a costa de Rivera (Rivera convertido en el espejo del camerino frente al que ensañaba sus monólogos Jake LaMotta), que fueron profusamente celebradas en su sector del mismo modo que un grupo de treintañeros celebraría la contemplación de una escena de sexo lésbico.

 

Chandlers y Joeys en Podemos y el Sr. Montoro diciéndole al Sr. Rivera que debería leer un poco o que él mismo, don Cristóbal, es algo así como el exterminador de los recortes. El paladín de la justicia social. El Sr. Montoro animó el trámite hasta ese punto no demasiado animoso. Una sesión ligera para la que solamente el Sr. Rivera parecía haber estudiado, y eso debe de tenerse en cuenta.

 

Lo de don Aitor Esteban fue un aseo muy capaz, lo habitual además de los ineludibles reparos y condiciones, todo muy cerca de esa suerte de chantajismo histórico del nacionalista, y entre medias de todo, los diputados entraban y salían del hemiciclo por todas partes. Yo casi rezaba por ver a alguno regresar con un trozo de papel higiénico colgando del pantalón. Vi a la señora Beitialarrangoitia hacer como que disparaba con el dedo y me asusté un poco, hasta que descubrí que bromeaba con el Sr. Tardá y el Sr. Rufián, entre amigos, quienes, por cierto, mostraron una bonita imagen de naturaleza, una imagen de padre y cachorro, cuando don Joan le acariciaba el cogote a un don Gabriel como rezongante por haberle sacado de la cama a esas horas para encima confirmar como se le rechazaban las enmiendas.

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