Durante las últimas dos semanas tuve cuatro sesiones de bordado, de una hora cada una, en el periodo entre ciclos en la universidad donde me desempeño como profesora de redacción, la Escuela Superior de Economía y Negocios.
Las aprendices fueron tres estudiantes de primer año de la carrera de Economía y Negocios, motivadas por una de ellas, Larissa López, quien al final del primer ciclo académico me pidió que le enseñara a bordar. «Reuní un grupo y lo hacemos», le dije tras salir de la última clase a principios de abril. Y eso hizo. Realmente estaba motivada.
Muestrario de puntadas
El objetivo fue enseñarles a las chicas algunas puntadas básicas de bordado. Para ello les propuse, en la primera sesión, que hiciéramos un muestrario que luego enmarcaríamos en el bastidor para tenerlo como recuerdo. Viendo opciones en Pinterest, elegimos una forma de corazón rellena por líneas de distintas puntadas.
En las cuatro sesiones logramos cubrir siete puntadas, a razón de dos puntadas por sesión, excepto en la última, donde dedicamos tiempo a enmarcar el bordado en el bastidor. Dejo a continuación los nombres de las puntadas en español (primero en salvadoreño, luego en español de libro) y en inglés (con un enlace a un tutorial de Sarah’s Hand Embroidery Tutorials, mi referencia básica).
Hilván o bastilla (running stitch).
Pespunte o punto atrás (back stitch).
Punto atrás o punto de contorno (stem stitch).
Cadenilla o cadeneta en reversa (reverse chain stitch).
Caballito o punto de escapulario (herringbone stitch).
Diente de chucho o punto de festón (blanket stitch).
Pata de gallina o punto de pluma (feather stitch).
Decisiones técnicas
Para que las puntadas de las aprendices fueran ejecutadas con precisión, decidí enseñarles con el método de pinchar (stabbing method) y no con el método de coser (sewing method), de los que hablo en esta entrada de mi blog. Las chicas se sintieron cómodas bordando así, pues tenían mayor control sobre el punto donde introducían la aguja en la tela.
Para enseñarles cómo ejecutar cada puntada, hice mi propio muestrario, es decir, demostraba cada puntada frente a ellas en mi tela, no en la de ellas. Eso fue una opción que tomé desde el principio: no meter mi mano en sus bordados. Y funcionó muy bien.
Comentarios finales
La experiencia me resultó agradable. En general, y a pesar de una tormenta que se vino en la segunda sesión, logramos un espacio tranquilo y bien iluminado para concentrarnos. Incluso disfrutamos los espacios vacíos del campus, ya que no hubo clases en estas dos semanas. Además, compartimos silencios y conversaciones que, de otra manera, no se habrían producido entre nosotras. Todo eso mientras nos sentamos en grupo a bordar.