Ya desde el propio título del último libro de Carlos G. Munté se nos anuncia lo que vendrá (Sniffin´ blue), y no tanto por la (im)probable anfibología (que ya había explorado el poeta en su anterior libro, Las copas que no bebí, Olifante, 2018), sino por el trocar los sentidos, o más bien: el retorcer los sentidos previstos. Así las cosas, como ya advierte Ape Rotoma en el texto de la contra, es este un libro de lectura fácil, sí, pero de una lectura fácil envenenada. Porque lleva dinamita.
Tiene un algo este libro de la brevedad de Carlos Vitale, pero también se podrían relacionar algunos de sus poemas con Una casa holandesa (Caanibal, 2014), de Jesús García Cívico. La sobriedad antirrétorica de Iribarren le acompaña, así como el realismo crítico de Ángel González. E igualmente podríamos hallar puntos en común con la intensidad y el laconismo de un Roger Wolfe. Y, al fondo del todo: una voluntad epigramática.
Pero no podemos dejar de obviar la música (que está en los paratextos y en los propios versos). Una música de estribillo, por así decir. Pero con una inercia rebelde, que se ve en los versos, que gustan de salirse por la tangente y, a veces, incluso (casi) contradecir al guitarra solista y cantante de estos versos que es Carlos G. Munté.
Trae algo en las alforjas Munté también de detective salvaje. De poeta que busca al animal metafísico en los bares y la verdad huidiza en las apariencias. Con voluntad de púgil siempre buscando el escurridizo día de fiesta. Las reflexiones poéticas son múltiples, y menos sobre el hecho poético que de sus consecuencias (el movimiento y la circulación del poema y la vida y figura del poeta); es, en este sentido, algo baudelairiano. De un malditismo bajo en decibelios (y no porque le falte angostura, sino porque le sobra agilidad y presteza).
Sniffin´ blue es un libro que se lee a la carrera y que, tras la lectura, no es que quede palpitando, sino que baila. Brinca. Vuela. (Pero arropado por una música muda). Porque es que es, finalmente, una exhortación a que nos mantengamos por un rato en los aledaños del libro en sus silencios, imposibilidades y tentativas de fracaso. Dicho de otra forma: Sniffin´ blue crea a su alrededor un vacío, que no es la nada sino el silencio. Así lo expresa perfectamente el autor: “el poema nace en silencio / y en él debe morir”.
Sniffin´ blue se consume a sí mismo. Como uno de los poemas del libro (y que me parece lo resume a cabalidad). Se titula “Amparado en la noche”. Y dice así:
“como la polilla
oculta en penumbra,
anhelo la luz
que me reducirá
a cenizas”.
Esa misma tensión indómita recorre todo el libro, y hace de él un espléndido latigazo hábil, confiado y vibrante. Un magnífico libro lleno de vida, y de instantes poéticos memorables.