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Mientras tantoCabeza de turco

Cabeza de turco


 

La palabra turca para designar la cabeza, bash, ha dado lugar a dos palabras diferentes en español. Bajá es la más antigua. En el Imperio otomano un bajá tenía un mando militar importante o gobernaba una provincia. En muchos de los países que pertenecieron a aquel imperio se añadía esta palabra al nombre de algunos dignatarios como un título honorífico. Bajá llegó a nuestra lengua desde el turco paşa(en turco no existía una clara diferencia entre las bilabiales /p/ y /b/) a través del árabe bāšā, pues en árabe no existe el fonema /p/.
Corominas nos informa de que en 1855 tomó carta de naturaleza en nuestra lengua la variante pachá, procedente del francés, que a su vez la había tomado directamente del turco, pero con la pronunciación francesa /sh/, que, claro está, no se respetó (como en champán) en español. La expresión «vivir como un pachá» no ofrece dudas. Esa cabeza de turco llevaba una vida regalada.
Kaptan Pasha era el nombre que recibía el almirante en jefe de la flota otomana. La expresión contenía duplicada la palabra cabeza, pues sumaba al título de pasha el rango italiano de capitano, procedente de la palabra latina caput, «cabeza». Doble cabeza de turco, por tanto.
En nuestra lengua, la expresión «cabeza de turco» quiere decir «quien sufre las consecuencias de acciones ajenas». ¿Cuál es el origen de esta expresión? La cristiandad de los países ribereños del Mediterráneo vivió durante casi tres siglos aterrorizada por la amenaza militar del Imperio otomano, que en España e Italia era conocido precisamente como «el turco». A ese imaginario colectivo, cifra de todo lo odioso y temible, se le adjudicaban gran parte de las desgracias que ocurrían. La expresión terminó por abarcar al inocente que cargaba con las culpas de otros y al que se le imputaban los delitos de los que el verdadero responsable quedaba impune por ser persona de alto rango. «Cabeza de turco» tal vez sea un calco del italiano testaferro. No está documentada fehacientemente la leyenda acerca de la costumbre de dar lanzadas a un muñeco de madera con una cabeza que representaba al gran turco, el sultán de Constantinopla.
El periodista alemán Günter Wallraff se hizo pasar por un obrero turco durante varios meses a comienzos de la década de los 80, para documentar un reportaje acerca de las penosas condiciones de vida de la mano de obra que, procedente de Turquía, había ido a buscar trabajo a la República Federal Alemana. El escandaloso libro al que dio lugar el reportaje se tituló Ganz unten, literalmente “abajo del todo”. Su editor español, Jorge Herralde, y su traductor, tuvieron la idea feliz de titular la versión española Cabeza de turco.
Los bashi-bazouk eran unas tropas irregulares mercenarias reclutadas por los sultanes otomanos para sofocar rebeliones en el seno de su imperio. Se hicieron tristemente famosas por su salvajismo y falta de disciplina. Durante las guerras balcánicas de 1876-1878 realizaron una sangrienta represión de la población búlgara que conmovió a toda Europa. Como apelativo, por tanto, bashi-bazouk no es algo demasiado amable. Conocemos esta expresión a través sobre todo de una importante fuente lexicográfica de nuestra lengua: las traducciones/adaptaciones al español de los insultos del gran lexicógrafo creado por el pincel y el magín de Hergé: el Capitán Haddock.
Como se nos cuenta en El ilustre Haddock. La integral de los insultos del Capitán Haddock, de Albert Algoud, uno de sus insultos predilectos fue bachi-buzuc,con sus variantes bachi-bouzouk, bachibuzuk de los Cárpatos y banda de bachi-buzucs. Esta expresión contiene la palabra başı, “cabezas”, y se podría traducir literalmente como «cabezas locas». Cabezas de turco, en definitiva

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