Es altamente probable que Pedro Sánchez convoque elecciones anticipadas el próximo viernes. eldiario.es informa de que la fecha de los comicios será el próximo 28 de abril, prácticamente un mes antes de la cita con los autonómicos, municipales y europeos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
El Partido Socialista, Pedro Sánchez, su gente en Moncloa y en Ferraz probablemente han visto que el contexto les favorece: el electorado de izquierdas puede estar ahora más movilizado que hace unos meses ante el miedo a una derecha radicalizada que, por otra parte, ha perdido el gran argumento (o la credibilidad) de que el Gobierno socialista ha cedido ante el secesionismo: los partidos independentistas catalanes no han apoyado los presupuestos de Sánchez. Éste promete ser (lo está siendo ya) un argumento de la campaña socialista incluso para (o contra) los barones que ejercen de oposición interna.
El electorado de izquierdas ahora puede estar más movilizado, pero, a diferencia de las elecciones anteriores, no a favor del competidor de Sánchez en la izquierda: Unidos Podemos atraviesa una profunda crisis existencial que puede llevar a que muchos de sus potenciales electores se inclinen por el voto útil que perciben ahora en el Partido Socialista. Es otro factor de contexto que favorece que Sánchez decida poner las urnas cuanto antes. A los votantes más de izquierdas los socialistas tienen algo que ofrecerles: unos presupuestos poco ambiciosos, pero con un sesgo más social que los de la última década, y que, paradójicamente, han defendido más los diputados de Unidos Podemos y su entorno que el propio PSOE.
Que Unidos Podemos no quiere elecciones generales inmediatas se demuestra con el hecho de que Pablo Iglesias intentó hasta el último minuto ganar el apoyo de los partidos independentistas para los presupuestos socialistas. La confluencia de izquierdas que previsiblemente liderará Pablo Iglesias va a tener difícil el argumentario, además del diseño de las listas, así como concurrir a estos comicios con los errejonistas en sus filas y en competencia con éstos en las elecciones municipales y autonómicas en una plaza tan importante como Madrid. No se las prometen muy felices los roji-morados.
Pedro Sánchez gana algo más convocando ya elecciones: con ello, da a entender que no tiene el apego al cargo que le achaca la derecha. No está dispuesto a seguir en Moncloa a costa de lo que sea, aunque pudiera seguir gobernando por decreto y con los presupuestos prorrogados de Mariano Rajoy. Ése sería argumento de campaña de la derecha que tumbaría Pedro Sánchez: intentó gobernar, trató de hacer políticas de izquierda, sacó adelante las que pudo, los independentistas le impidieron avanzar más, se rindió a la evidencia y convocó elecciones.
A este punto de la historia política de España también llegamos porque el independentismo catalán, o muy en particular el PdeCat, y más en concreto, el president Torra, filtró la lista de 21 puntos que proponía negociar o estaba negociando con el Gobierno de Madrid. Torra, con esa filtración, voló todos los puentes con Pedro Sánchez: seguramente sabía que el PSOE no iba a continuar con las conversaciones una vez desvelados los temas en discusión, sabiendo, además, con quién los socialistas se las tiene que ver enfrente: PP, Ciudadanos y Vox, a los que les faltó tiempo para convocar una manifestación con las palabras seguramente más gruesas que se han escuchado a representantes políticos en democracia. La convocatoria siguió en pie incluso cuando habían desaparecido las causas que presuntamente motivaron la protesta.
El independentismo catalán, con la filtración, primero, y con su negativa a apoyar los presupuestos, después, parece haber estado condicionado por el inicio del juicio del procés, y no sólo por sentimentalismo o justa sensación de agravio, sino por sencillo utilitarismo: puede querer usar el proceso judicial para calentar a sus bases con vistas a las elecciones municipales y ello le impide alinearse con el PSOE.
Pero, además, no apoyando a Sánchez con sus cuentas y ayudando, con ello, a forzar la convocatoria de elecciones, el independentismo parece tener un íntimo deseo de que ganen las derechas: los líderes separatistas parecen confiar en el escenario de confrontación que prometen Ciudadanos, PP y Vox para que se vuelva a hinchar el suflé soberanista. Pero, si es así, ¿cómo puede el independentismo convencer de que quiere conversar para llegar a una solución al conflicto político?, ¿no han perdido ERC y el PdeCat credibilidad entre sus posibles aliados “españoles” para lograr diseñar una salida dialogada a este lío en el que llevamos ya demasiado tiempo?
Si entre las izquierdas el PSOE lo tiene mejor que Unidos Podemos y el independentismo confía en que suba el voltaje político y no en el diálogo, ¿cómo se presenta la situación para las derechas? Posiblemente, quien más difícil lo tenga sea Ciudadanos: si siempre hubo que hacer un gran esfuerzo para verlo como un partido centrista y liberal, tras la foto con Vox del pasado fin de semana, parece haber perdido al votante de centro-izquierda o centro-centro que alguna vez aspiró a capturar. Pero también el Partido Popular puede tenerlo complicado: ha adoptado una línea dura que siempre será más creíble en Vox. Este último además juega con el falso aura de lo novedoso, lo auténtico y, además, va a contar con el altavoz que le otorga el juicio del procés, en el que actúa como acusación particular, lo que le proporciona un pedigrí especial en un momento en que cotiza al alza el nacionalismo español y borrar el pluralismo, sea éste cual sea.
La gran cuestión es si esta división de las derechas a nivel estatal va a ser tan eficaz como en Andalucía. Otra duda está en si Ciudadanos en Madrid actuará como en Sevilla (el PP seguramente siembre la duda: “vótenme a mí, no a Ciudadanos, porque yo siempre derecha y los naranjas lo mismo te pactan con unos que con otros y quién te dice que no lo haga con Sánchez, con quien ya lo intentó”).
Lo que sí parece es que para la izquierda la experiencia andaluza va a ejercer como agente movilizador: la abstención progresista fue la responsable del Gobierno cuasi-tripartito en San Telmo y eso parece ya grabado a fuego en muchas mentes.
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