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Mientras tantoCamino de perfección

Camino de perfección


Corona de espinas cordobesa.

 

Coronitas 6. Camino de perfección.

Mi única sobrina ha tenido su primer accidente de automóvil, por causa de una de las consecuencias imprevistas del Covid19. En una carretera nacional -de sólo dos carriles- se le cruzó un zorro en la calzada y –por no atropellarlo- pegó un volantazo, a un lado, que sacó a su vehículo de la carretera, para terminar entre las espigas de un sembrado de centeno. Por fortuna, la conductora (y única ocupante) no ha sufrido daños físicos, a diferencia de su coche. Un solidario camionero, que se detuvo para auxiliarla (y llamar a la guardia de tráfico), le informó de, que como ya hace casi sesenta días, que apenas circulan coches ni camiones por las carreteras (ni tampoco se sienten ruidos o voces amenazantes de hombres, por esos pagos) los animales andan recuperando, lo que les fue hurtado por los humanos. Si hasta en Almería -entre otras capitales- se ha visto y grabado a una pareja de jabalíes, paseándose por la rambla de Federico García Lorca ¿qué no estará sucediendo en las carreteras -sin apenas circulación- en medio del campo o las montañas?

Uno de los poderes más grandes que manifiesta esta pandemia rigurosa, es la de colocarnos ante situaciones dramáticas tan originales como imprevistas. ¿Cómo podíamos defendernos de algo que no conocíamos, ni pudiéramos temer que sucediese? Nunca se han vivido tiempos tan orwellianos como éstos, la Ciencia-Ficción ha superado su vocación de profecía, para transformarse en Crónica Histórica. Salvo en las dictaduras más recalcitrantes, no se produce un cambio social -y de vida- tan traumático, en tan poco tiempo. De repente, todos quedamos confinados en nuestras casas (una suerte de arresto domiciliario), donde recibimos las órdenes a través de nuestras pantallas, y las seguimos dócilmente por nuestra supuesta conveniencia: el bienestar de la Salud Pública.

Mientras no “nos lleve por delante” el virus letal, todos estos cambios y peligros conformarán una experiencia iniciática (un Camino de perfección, que dirían los místicos), de la que aprenderemos cosas importantes, que nos serán de gran utilidad en los tiempos venideros. Por ejemplo, a cultivar y fortalecer nuestra relación como seres sociales de la misma especie (más allá de clases sociales y credos políticos o religiosos), que se necesitan entre sí, para lo más importante de todo: la supervivencia.

Jabalíes campando por la rambla de Almería: https://www.youtube.com/watch?v=DNKDz7V6Z1Y

 

Coronitas. 7. La casa demasiado encendida

Imagen del edificio demasiado encendido, en el Centro de Madrid

Mientras Madrid lleva sobrecogido durante casi dos meses por el pasmoso y gratificante silencio, que se respira por sus calles y plazas, yo, que vivo y escribo en uno de los barrios más tranquilos del centro histórico -el Madrid del Quartel de Palacio- tecleo –de día y de noche- junto a un penetrante zumbido electrónico, que viene del otro lado de la calle, trepando hasta mi sexta planta, como debe hacer con todas las viviendas que lo circundan. Que esa casa encendida -más de la cuenta- contamine sonoramente a sus vecinos, impidiéndoles llevar una vida en reposo y un sueño silencioso, sería algo razonablemente denunciable. Aunque, ¿qué sucede cuando el edificio infractor es propiedad del Ayuntamiento?

Nunca antes lo habíamos detectado, o sería que se camuflaba en el fragor de la vida cotidiana. Ha sido, tras la desaparición -casi total- de vehículos rodados, y del cierre de comercio y bares, cuando se ha destacado el ruido permanente que produce este edificio público, que se ha convertido en una «tortura china» para sus vecinos. Que quiénes se supone que deben protegernos de las agresiones sonoras urbanas, sean quienes nos contaminen acústicamente, no deja de ser un síntoma de la indolencia de las Instituciones públicas, frente a sí mismas. ¿No se someten a inspección, las instalaciones municipales?

Hoy -día de lluvia pre isidril- he asistido, desde mi terraza, a la conversación de dos hombres en la azotea del edificio demasiado encendido, donde se encuentran tres grandes máquinas de aire acondicionado. El técnico trasteaba en una de ellas, argumentando que debía ser problema del condensador, ya que el aparato hace más ruido, cada vez que el edificio necesita más frío, porque se ha recalentado. Y que ese sonido era normal, que lo que sucede, es que ahora, con tanto silencio, se oye el doble. Y los dos han hecho mutis, por el foro, seguidamente.

¿Deberemos acostumbrarnos los vecinos a no poder descansar -nunca del todo- azuzados por este zumbido que no cesa, para que nuestro Ayuntamiento repare sus errores, y haga un poco de autocrítica sobre la deficiencia de sus instalaciones, y el perjuicio que pueden causar a los vecinos aledaños? Puedo testimoniar, que vivir junto a un «frigorífico de seis plantas de alto», que no deja de zumbar, de día y de noche, no es la mejor manera de procurar salud física y mental a los madrileños; y, mucho menos, “en días como éstos”.

POST SCRIPTUM: En honor al rigor y a la actualidad, debo añadir e informar que –contra todo pronóstico- el aparato emisor del zumbido del edificio colindante, ha sido desconectado esta tarde de 13 de mayo, y hemos reinaugurado silencio. Bendito y bienvenido sea, y que dure mucho tiempo.

 

Dibujo al pastel e ilustración: Juan Antonio Vizcaíno

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