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Campaña electoral: el espectáculo debe continuar

 

Las estrategias que describimos nada más empezar la campaña van a más, van tomando una forma cada vez más perfecta. En primer lugar, la espectacularización de la política, que ya no consiste sólo en que los políticos participen en programas de entretenimiento, como el de María Teresa Campos, El Hormiguero o el de la casa de Bertín Osborne. También los debates pretendidamente serios se convierten en un show, como el del pasado lunes en Atremedia, con la llegada de los participantes a la casa de la tele como si fuera la casa de Gran Hermano y su salida con choques de pala, abrazos y besitos entre todos los participantes.

 

Para que el espectáculo fuera redondo, los participantes tenían que ser pocos, por lo que el que se consideraba debate decisivo tenía unas carencias democráticas mucho más relevantes por ese aire pretencioso, por las ínfulas que lo hincharon hasta tal punto que el resultado no podía ser otra cosa que decepcionante. Quizás, salvo el último minuto de Pablo Iglesias (perdón), el más eficaz de todos al explicar, en la primera mitad, qué ha pasado en los últimos cuatro años, y enumerar las personas y colectivos perdedores hasta el momento que rescatará su política. Pablo Iglesias es especialista en mensajes eficaces y éste, sin duda, se lleva la palma. Pero Soraya Sáenz de Santamaría salió más airosa de lo esperado en la defensa de la gestión del PP y en transmitir la idea de que hay que mantener la senda marcada para que la recuperación, en ciernes y muy desigual, no se tuerza. El gran perdedor fue Albert Rivera, nervioso, inquieto, y con un mensaje sin nada específico que recordar. ¿No parece que la estrategia de Ciudadanos se ha quedado desdibujada, anda como perdida, parece demasiado confiada en el rally que le prometen las encuestas?

 

Tras el debate, esa pelea por el quién ganó también se convirtió en un espectáculo. Coincidimos en el consenso en que Pablo iglesias transmitió, ya lo hemos dicho, el mensaje más eficaz y mejor argumentado. Y que Pedro Sánchez comenzó muy bien y valiente afirmando que de bajadas de impuestos, nada, pero se desinfló a medida que fue viendo que Pablo Iglesias le iba comiendo terreno. Porque Iglesias apela continuamente al voto socialista con el argumento de que el PSOE predica una cosa cuando está en la oposición y hace lo contrario cuando llega al gobierno. Si quieren que se apliquen las políticas que predica el PSOE, voten a Podemos. Éste es el leitmotiv de la campaña podemita.  

 

Al día siguiente del debate, Pedro Sánchez tuvo la oportunidad de una reválida en El Hormiguero. Vino a decir que, en la escena salió ganando él porque es más alto que sus contricantes. Una buena planta sigue vendiendo (algo). Y lanzó un mensaje dirigido a Pablo Iglesias y al electorado en disputa entre el PSOE y Podemos que se le debió de quedar en el tintero el día anterior: «Pablo Iglesias debería salir del armario y admitir que es comunista». Sí, Pedro Sánchez dijo «comunista», así, con todas las letras para disuadir a quienes se ven tentados a votar a Podemos viniendo de la disuelta socialdemocracia del PSOE. 

 

Todo el mundo dio por ganador a Pablo Iglesias, en parte, porque desde sus filas se han marcado el objetivo de transmitir esa sensación de victoria empleándose a fondo en las redes sociales. ¿Las redes sociales son las que construyen la nueva realidad?, ¿ya no es la televisión?, ¿qué realidad ven quienes están completamente al margen de los que sucede en twitter, en facebook, en las encuestas de los diarios digitales? Es la gran incógnita de estos días en los que lo que no pasa en las redes no existe. 

 

Sigue habiendo debates que no buscan el puro espectáculo. Por ejemplo, el de Televisión Española a nueve a mediados de semana. Marta Rivera de la Cruz, de Ciudadanos, fue la gran protagonista y objeto de críticas de diestro y siniestro por su polémica opinión respecto a la violencia de género por negar sus raíces en el patriarcado, por borrar su carácter cultural, por ocultar su origen en las diferencias de poder entre géneros, por oponerse a tratar esta violencia de manera diferente a otras violencias. Peligrosa opinión, casí tanto como sus planes fiscales y su agenda para el mercado laboral español. 

 

En el debate a nueve de TVE en que participaban también algunos de los principales partidos nacionalistas, sólo había dos candidatos a la presidencia del Gobierno, el de IU-UP, Alberto Garzón, y el de UPyD, Andrés Herzog. El resto de formaciones políticas prefirió llevar a segundas, terceras o quintas espadas. Entre Garzón y Herzog, sorprendió el primero. Nunca antes IU había presentado un mensaje tan claro y contundente, tan auténtico, tan poco modulado para intentar no dar miedo, para restar radicalidad. Garzón presentó, sin ambages, su proyecto para el nuevo país que quiere. El nacimiento de Podemos ha llevado a IU a buscarse un lugar más decididamente en la izquierda, en la izquierda más clásica, en la izquierda más identificable como tal y sin concesiones. Es un gran experimento, la prueba de fuego para medir qué porcentaje del electorado se identifica con la izquierda real y transformadora y no está dispuesto a realizar concesiones. 

 

El experimento de IU no se basa únicamente en este tratar de medir sus fuerzas reales. Está intentado crecer, convencer, extender su mensaje, y para ello está desarrollando una campaña en las redes sociales que se puede calificar de irreverente, pero también de frívola, simpática, graciosa… Al principio, suscitó dudas. En un primer momento, alguien respiró el peligro de que se dulcificara el mensaje, que se podemizara. Nada más lejos de la realidad. El equipo de redes de IU ha mostrado a la puritana comunidad comunista o filocomunista, a la gente muy seria del PCE y sus adláteres, que la risa es compatible con la fidelidad a las ideas. 

 

El lunes, otro debate, en esta ocasión a dos, entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. El líder socialista se enfrenta a la quizás última oportunidad que tendrá para que cale su mantra de campaña: «Sólo el PSOE garantiza el cambio; sólo el voto al PSOE sirve para derrotar a Rajoy». Veremos cómo se salda este cara a cara. Seguiremos analizándolo. 

 

 

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